Una unión familiar que desencadenó una enfermedad

Como les había manifestado hace días, nuestra familia siempre ha sido difuncional, quizás no del todo, pero cada quien siempre ha estado por su lado, por la forma como nos criamos desde pequeños, que no nos acostumbraron a tener esos lazos de hermandad, unión y sentir esos valores arraigados de familia unidas.

Aún sabiendo las circunstancias y el porqué de nuestra separación, el porqué nuestros padres no nos dieron sus cuidos de manera consecutiva, por la situación país en aquel entonces en 1986, con a penas 6 años de edad, nuestros padres tuvieron que salir a las afuera de nuestro pueblo a la capital y a la isla de Margarita para trabajar y darnos un mejor porvenir.

Pero lo cierto es, que pasaron los años, crecimos con ese sentir de falta de amor, de ese abrigo que debieron brindarnos en nuestros tiempos de niñez, cuando uno es más frágil y necesita de ese cariño para solidificar la unión, la formación y crear tan solo ese vínculo de amor, empatia y compartir en familia.

Hoy por hoy, desde el pasado 22 de diciembre después de aquel incidente con nuestro padre, hemos retomado ese sentir, ese lazo de unión, de hermandad y solidaridad, tan solo apoyarnos en los momentos de dificultades, saber tenernos la mano, salir juntos de estos momentos de aflicción, quebrantos y dolor que es lo que nos ha ocasionado la enfermedad de mi papá.

Tan solo digo, que Dios por que pasan las cosas, sabe lo que hace, porque y los objetivos que hay detrás de todo...

Es increíble que una enfermedad nos haya unido como familia, demostrando nuestro verdadero sentir, correspondiendo en cada gesto, acción y situaciones que se nos presentan en el día a día...

Claro está que hemos tenido nuestras diferencias y hasta pudiera decir bien fuerte, pero dejando en manos de Dios todo, porque siempre de forma extraña, milagrosa, misericordiosa hace su obra, actúa a favor, en su voluntad y llevándonos siempre por sus mejores caminos.

A pesar de lo malo que nos está pasando, estamos disfrutando nuestros días con mi papá en familia, algo que en años era casi imposible, y a lo mejor es uno de los aprendizajes y enseñanzas que Dios nos quiere mostrar, nos quiere hacer ver que en tiempos de dificultades es cuando se conocen los verdaderos sentir, esos sentimientos de amor familiar, donde todos somos uno, uno para todos y todos para uno...

Gracias, gracias, gracias Padre Amado... Mi Dios Celestial que todo lo puede... Siempre confiando en tu misericordia, bondad, poder y amor...