Venezuela. País conocido mundialmente por sus bellezas naturales, donde existe una variedad de ambientes, desde la fresca brisa de playa hasta el frio de montaña, desde el calor sofocante de los médanos hasta el húmedo y lluvioso clima de los tepúyes. Yo que soy oriundo de este país, aun me sorprende ver los cambios que podemos ver en las distintas regiones.
Hace unos años mi familia y yo viajamos a uno de los parques más importantes del país y conocido mundialmente como la cueva del Guácharo. El primer naturalista que visitó esta cueva fué el alemán Alexander Humboldt. Pero hoy no vengo a hablarte tanto de su historia, si no de mi experiencia en este sitio.
Caripe da la impresión de haberse detenido en el tiempo, sus casas coloniales, ventas de flores y artesanías adornaban las aceras de sus calles. El clima era frio y había mucha neblina, siempre con chubascos, muy distinto al calor de la ciudad en donde vivo. El color verde resaltaba en la vegetación fresca que cubría casi todo a su paso, desde el limo de las carreteras y peñascos, las "barbas de palo"que crecían en los cables de los postes y en las ramas de los árboles, hasta la espesura de las altas montañas, en las cuales se podían apreciar hermosos cultivos de todo tipo de frutas vegetales y hortalizas. Es muy agradable estar en el pueblito, hay muchas ventas de comida, la cual es súper deliciosa y se puede sentir el sabor casero; y su más sabroso y típico postre que es la fresa con crema.
Venezuela.
Mi hermanita menor comiendo fresas con crema
Así fuimos paseando por todo el pueblito en nuestro auto. A solo unos veinte minutos de nuestro destino, empezamos a adentrarnos a la montaña, es difícil de describir este camino, pero imagínense un túnel creado por la misma naturaleza con los árboles, apenas tocaban unos rayos de sol el pavimento, juraría que el único rastro de civilización que se avistaba era la carretera por la que íbamos, porque todo lo demás estaba intacto. Después de una curva salimos a un claro donde se veía una montaña que parecía una pared de piedra de unos cientos de metros de altura, y un poco a la izquierda, estaba la cueva. Mis hermanos sacaban la cabeza por las ventanas del auto, para poder ver. Casi se salían del mismo.
Cuando paramos pude observar mejor y sacar algunas fotografías con mi teléfono. Antes de entrar cueva había una especie de pequeño museo, pasamos directamente a la atracción principal. Desde afuera la cueva se veía enorme, con una forma muy peculiar, del techo salían cientos de estalagmitas que le daban un aire bastante tenebroso. Fui el primero en salir corriendo y por tanto el primero en resbalar y caer, el piso era muy resbaloso, parece que siempre se mantuviese húmedo. A unos escasos metros de entrar había un riachuelo muy lindo, el cual se cruzaba por un mini puente del cual también resbale y caí.
Mis padres con mi hermanita menor
Admito que al entrar a la cueva tuve miedo, el miedo típico de todos los que hemos entrado, de ver las estalagmitas e imaginar que se caen. Ya dentro se podía escuchar un fuerte eco de lo que parecía el canto de pájaros, pero dejando en claro que dicho sonido no es lo que muchos imaginan, podía resultar tormentoso. Pude comprobar que era de pájaros cuando iba a tomar foto y unos de los guías me dijo que apagara el flash ya que los guácharos eran sensibles a luces fuertes, que un destello sería capaz de dejarlos ciegos.
Yo y mi hermano menor
No pude encontrar fondo visualmente, a pesar de que me adentré bastante. A medida que avanzaba se iba haciendo más oscuro. Cada roca, tenía una forma distinta e única, el graznido de las aves se hacía más fuerte, incluso se veían algunos que sobrevolaban por lo más alto de la cueva. No pude evitar inventarme historias de aborígenes con sus arcos y tapa rabos explorando por ahí.
Era impresionante ver el arte que creo la naturaleza con el correr de los años, una cosa única he inigualable. Ver cómo hay partes en el mundo donde la naturaleza se conserva casi intacta. Con su verde fervor que emana un ambiente donde sientes que llenas tus pulmones de respiras aire puro. Donde te sientes más cerca del seno de la madre tierra. Es muy reconfortante y relajante. Te invito a que seas partidario de conservar estos espacios naturales, a visitarlos a menudo, en especial este, que sin duda alguna son los lugares donde el hombre vuelve a ser lo que era antes. Donde vuelve a ser uno con la naturaleza.
