Misterios Médicos: El Sudor Inglés

in GEMS4 years ago

Una de las tantas cosas que nos diferencian de los demás seres vivientes es nuestra costumbre de llevar récords, usualmente escritos, de nuestra propia historia. Nuestra especie es bastante única en este sentido, ya que si bien es cierto que los anillos en los troncos de los árboles sirven como una especie de documentación de la vida de ese árbol en particular, nosotros somos los únicos que describimos nuestro pasado adrede. Sin embargo, como seres imperfectos que somos, muchas veces estos expedientes tienen defectos como insuficiente información, interpretaciones erróneas sobre los hechos que acontecieron, o directamente falsedades que pueden llegar a ser tomadas como hechos reales tras siglos o milenios. Por esto, siempre es necesario corroborar cualquier testimonio histórico revisando varias fuentes, aunque esto no siempre es posible.


Pero este no es el único problema. Debemos recordar que cualquier hecho histórico siempre será descrito a través del prisma del pasado, con toda la ignorancia y pensamiento retrógrado que ello puede conllevar. Cosas que antes parecían magia ahora tienen una fácil y razonable explicación, y gracias a todos los avances actuales somos capaces de reconstruir acontecimientos de hace milenios como si estuvieran ocurriendo en este momento. Claro, esto no siempre es posible, por mucho que intentemos (y afortunadamente para esta serie de artículos); existen sucesos que, aunque estén bien descritos, resultan difíciles de explicar aún hoy en día, bien sea porque ni siquiera en pleno año 2020 contamos con las herramientas para hacerlo, o simplemente porque fue algo único que aún no se repite, y quizás nunca lo haga. Hoy les traigo uno de estos eventos sobre los cuales todavía hay preguntas que no han sido del todo contestadas: la epidemia del Sudor Inglés.

Misterios Médicos: El Sudor Inglés



Licencia: Dominio Público



Corría el año 1485 en la Inglaterra medieval y la Guerra de las Dos Rosas acababa de terminar, dejando a Enrique VII en el trono como el primer monarca de la Casa de Tudor que gobernaría por casi 120 años. Para la gente común lejos de la corte real la vida seguía siendo la misma, sin embargo: una dura existencia de laburar incontables horas al día para poner el pan sobre la mesa, con pocas distracciones, y una esperanza de vida de poco más de 40 años debido a enfermedades para las cuales la única cura era rezar hasta que se fuera (o, más frecuentemente, hasta que murieran), y frecuentes guerras para el beneficio de sus gobernantes. Y por si esto no fuera suficiente, su vida se pondría mucho peor antes de mejorar.


Verán, las tropas de Enrique VII traerían algo más aparte de la victoria; el entonces aún pretendiente al trono, poco creyente en cosas como el “juego limpio”, había reforzado su ejército con tropas mercenarias francesas, quienes trajeron una nueva epidemia a tierras inglesas, aparentemente importada desde Normandía y Rouen. En Inglaterra, este nuevo patógeno se encontró con el mismo ambiente perfecto para la propagación de una enfermedad que había aprovechado la Peste Negra desde hace un par de siglos para aniquilar a un buen porcentaje de la población europea: una casi nula higiene personal que básicamente se resumía en “si vas a hacer tus necesidades trate de que no sea sobre la mesa, y báñate al menos una vez al año”, hacinamiento que podía ser extremo en hogares pobres, desconocimiento casi total sobre la naturaleza y propagación de las enfermedades, y la falta de alcantarillados, acueductos y servicios sanitarios en calles estrechas y convertidas en cloacas tanto para animales como para personas. Así, a este cóctel de insalubridad y desaseo que opacaría cualquier baño público en cualquier estación de servicio del mundo actual llegaría una nueva causa de muerte, aparte de la ya mencionada Peste Negra, el tifus, sarampión, viruela, sífilis, y disentería (podría seguir, pero creo que ya entendieron el punto. La pandemia actual ya no parece tan mala, ¿cierto?).


Licencia: Dominio Público


Aunque viendo el lado positivo, tantas plagas llevaron a la existencia del mejor traje de doctor de la historia.



Los primeros brotes se registraron el 19 de septiembre, y para el mes de octubre ya había matado a 15.000 personas, entre ellas el alcalde de Londres, su sucesor, seis concejales, y tres sheriffs. Su comportamiento epidemiológico era sumamente extraño, ya que no afectaba a bebés ni niños pequeños, pero tampoco era muy frecuente entre la clase baja quien normalmente sufría la peor parte de cualquier epidemia; atacaba principalmente a adultos jóvenes, adinerados o de clase media alta, centrándose casi únicamente en Inglaterra y sus provincias, siendo casi inaudita en Escocia o Irlanda, ni hablar del resto de Europa. Se dice incluso que ningún extranjero residente en Inglaterra se contagió, aunque no existen fuentes confiables que lo corroboren.


La enfermedad tenía una increíble mortalidad (el historiador de la corte del rey la estimó en un 99%) y lo único que impidió que acabara con una enorme parte de la población era que quienes la sufrían morían tan rápido que no podían transmitirla a casi nadie más. Un manuscrito publicado en 1490 por un médico francés llamado Thomas Le Forestier describió sus síntomas, explicando que había “sudoración profusa y fétida, enrojecimiento de la cara y de todo el cuerpo, mucha sed, fiebre alta y dolor de cabeza, y a veces manchas negras en la piel”. Esta sudoración característica le dio el nombre de Sudor Inglés, o sudor anglicus, porque todo suena mejor en latín. Además de estas manifestaciones clínicas, algunos pacientes también presentaban violentos escalofríos, dolores en todo el cuerpo, astenia (debilidad) generalizada que podía ser incapacitante, y en sus últimas etapas, una gran somnolencia ante la cual muchos sucumbían para nunca despertar. Su letalidad era tal que algunos morían súbitamente en la calle mientras caminaban, en períodos de tiempo tan cortos como apenas 6 horas tras comenzar los síntomas. Sin embargo, si lograban sobrevivir las primeras 24 horas, generalmente se recuperaban, aunque existía la posibilidad de reinfección puesto que su contagio no generaba inmunidad posterior.


Licencia: Dominio Público


Pero el período otoñal de 1485 no fue la única vez que se presentó esta enfermedad; se dio un segundo brote entre julio y agosto de 1508 en el que la Corte Real incluso llegó a tener que abandonar Londres y promulgar un decreto prohibiendo el contacto de la gente común con ellos, un tercer episodio se dio entre julio y septiembre de 1517 dejando más de 10.000 muertos y en el que se decía que las víctimas estaban “alegres en el almuerzo, muertos en la cena”, entre junio y agosto de 1528 hubo una cuarta epidemia que por primera vez cruzó las fronteras inglesas y se esparció por buena parte de Europa, afectando a Alemania, Prusia, Dinamarca, Suecia, Suiza y otros países. Por último, atacó nuevamente a Inglaterra desde abril hasta julio de 1551, empezando por el condado de Shrewsbury en lugar de Londres, para luego desaparecer tan repentinamente como había comenzado.


Pero, ¿qué era exactamente el Sudor Inglés? ¿Era de origen vírico, o quizás trasmitido por algún insecto como la Peste Negra? ¿Puede volver a resurgir algún día? Pues, por mucho que la ciencia médica quisiera responder todas estas preguntas (en especial la última, no necesitamos otra pandemia), la verdad es que resulta bastante difícil. Fuimos capaces de identificar la bacteria Yersinia pestis, causante de la Peste Negra, porque sobrevivió hasta la edad actual (e incluso aún ocurren casos esporádicos), pero al no haberse documentado casos de Sudor Inglés después de 1551, y al tener varias similitudes con tantas otras enfermedades (aunque mucho más letal y de rápida evolución), junto con crónicas poco detalladas que básicamente culpaban a los “malos vapores” o a algún tipo de maldición sobrenatural por la propagación de esta enfermedad, es un desafío identificar su verdadera causa. Vamos a intentarlo.


Durante la última epidemia el médico de la Corte Real, John Caius, identificó una pentada de síntomas característicos: dolor poco focalizado, palpitaciones cardíacas, letargo, somnolencia, y alteraciones en el estado mental. Varias de estas manifestaciones las compartía una patología muy similar, el Sudor Picardo, culpable de 194 epidemias en Francia entre los años de 1718 a 1874, sin embargo, en los afectados por esta enfermedad siempre había una erupción cutánea pápulovesicular de aproximadamente una semana de duración y que no siempre estaba presenta en el Sudor Inglés, además, su letalidad era notablemente más baja; entre 4% a 50%. Justus Friedrich Karl Hecker, médico alemán y portador de un nombre imposible de decir sin sonar molesto (como la mayoría de las cosas en alemán) afirmó en su libro Las Epidemias de la Edad Media que el Sudor Inglés era una “fiebre reumática inflamatoria con un gran desorden de sistema nervioso”, mientras que el Sudor Picardo se trataba de una “indudable fiebre miliar” mucho menos maligna.


Licencia: Dominio Público


El sudor anglicus también puede ser comparado con el morbus cardiacus, una condición endémica en Asia Menor alrededor del año 300 a.C. y que se decía causaba una sudoración insoportable, pero esta tenía una sintomatología que difería más que la del Sudor Picardo; sin manifestaciones reumáticas, y ocurriendo en épocas del año y condiciones climáticas diferentes. Otra posible explicación para esta enfermedad podría ser una infección por algún tipo de hantavirus; una familia de virus que normalmente residen en ratones y otros roedores de forma asintomática y son trasmitidos a los humanos a través de pulgas. En 1993 ocurrió un brote entre los Navajo de Nuevo México, Estados Unidos, denominado como el Brote de las Cuatro Esquinas por su ubicación geográfica, causado por un tipo de hantavirus llamado Virus Sin Nombre (si, ese es el nombre oficial) y que tenía algunas manifestaciones en común con el Sudor Inglés, pero de nuevo, también habían diferencias: diferente letalidad, síntomas respiratorios y hemorrágicos ausentes en la patología inglesa, y el hecho de que los hantavirus normalmente no se transmiten de persona a persona, algo prácticamente necesario para poder explicar la rápida propagación del sudor anglicus.


Existen varias otras hipótesis sobre esta condición, como que se trataba de alguna variante de influenza, fiebre escarlata, tifus, o enterovirus, pero ninguno concuerda del todo con las descripciones del Sudor Inglés. Sin embargo, el problema con esto es que los récords variaban según el autor: anteriormente mencioné que el historiador de la Corte de Enrique VII estimó la letalidad en un 99%, pero la verdad es que otras crónicas contradicen esto. Por ejemplo, durante la epidemia de 1529 se registraron 4000 casos en la ciudad alemana de Stuttgart, dejando solamente 6 muertos, es decir, un índice de mortalidad de 0,15%. Resulta evidente que con relatos tan diferentes es casi imposible llegar a una conclusión sólida, y es precisamente esta la razón por la cual hay tantas especulaciones, y así como es difícil elegir una como explicación definitiva, también es complicado descartarlas todas.


Licencia: Dominio Público


¿Tenemos ante nosotros un misterio sin solución, entonces? Pues, si bien es imposible aclarar todas las preguntas que esta condición nos deja con absoluta certeza, podemos teorizar usando lo que sabemos y formular una respuesta razonable. Un dato importante es la predilección de la enfermedad por hombres con buena condición económica, y una de las tantas cosas que estos individuos tenían, y el resto de la población no, eran grandes casas que requerían una buena cantidad de personal de mantenimiento, y por lo tanto, amplias reservas de comida. Y con tanta acumulación de alimento, era casi inevitable que junto con los inquilinos humanos, se mudara una enorme plaga de ratas y ratones, llenas de posibles patógenos. El causante del Sudor Inglés, entonces, casi con total seguridad fue algún tipo de virus (posiblemente un hantavirus) o bacteria que usaba a estos animales como vector, cuyo huésped final era el humano, y siendo capaz de una transmisión de persona a persona.


Es posible que la desaparición repentina de esta enfermedad se haya debido a una mutación de su patógeno causal a una forma menos virulenta, quizás eventualmente convirtiéndose en lo que luego fue el Sudor Picardo, o tal vez incluso que se haya vuelto sintomática y fatal para los roedores que en un principio la transportaban, matándolos antes de poder infectar a los humanos. Pero de nuevo, lo más seguro es que nunca sepamos con total seguridad qué causó las epidemias del Sudor Inglés y por qué no se documentaron más casos después de 1551. Tomando en cuenta el hecho de que la única manera de aclarar nuestras dudas es que resurja un nuevo brote y podamos estudiar el patógeno con las herramientas actuales, quizás esto es para bien, pero me gustaría finalizar este artículo recordando que al no saber cómo comenzó, siempre existirá la posibilidad de que algún día una cantidad de personas comiencen a sudar profusamente, sea en Inglaterra o en cualquier otro lugar, para caer muertas a las pocas horas, y tengamos una nueva crisis en nuestras manos. No quiero sonar negativo, y mucho menos propagar el pánico, pero el año 2020 ya nos ha traído bastantes sorpresas, creo que en este punto ya nada nos debería sorprender.

Referencias:

Sort:  

Woooow bastante información, saludos

Estas recibiendo nuestro voto y tu publicación aparecerá en nuestro reporte de curación.

mayvileros logo nuevo.png¡¡¡Felicidades!!!

Asombroso relato, es grato leerte, una publicación con muchos datos, con investigación y fácil de entender. No tenía conocimiento sobre el sudor inglés, hoy me voy con un poco más de conocimiento y con la convicción de que estamos en tiempos difíciles y de incertidumbre.

Gracias! Me alegra saber que aprendiste algo nuevo!

Me encantó, había leído sobre la peste negra, pero del sudor inglés, jamás. Finalmente no se tiene certeza de que la generó, una muestra más, de lo frágiles que somos.

Muchas gracias, que bueno que te haya gustado!