Desde pequeña siempre soñé con viajar y conocer el mundo, me imaginaba como sería recorrer más allá del país que me vio nacer, escuchar los distintos acentos y aprender un idioma o más, nunca quice resaltar entre las personas que me rodeaban pero a la vez no quería ser igual, quería ser única, simplemente ser yo, por esa razón no acepte ningún molde social, al igual que las chicas de mi edad tuve un amor platónico pero sin embargo no me interesaba tener novios, participe en muchas actividades del colegio y me retaba a mi misma para lograr mi objetivo, no fui la chica más linda de primaria ni bachillerato, sufrí de bulling por mi delgadez y altura pero eso no me hizo decaer, me daba más fuerza para sonreír y así poco a poco muchos me adoraron, los mismos que una vez se burlaron de mi eran los que me protegían, a medida que fui creciendo supe que nada permanece igual, las personas cambian con los años, muchas se quedan a tu lado otras solo son pasajeras, cada persona que entra y sale de tu vida es para dejarte alguna enseñanza, algunas duelen cuando se van ya sea por promesas sin cumplir, falsos o hipocritas pero eso me hizo más fuerte y entender que uno no puede aferrarse a nada, ni a la familia, mi hermana menor la que pensé que protegería siempre se caso primero e hizo su vida, y yo, pensé por un tiempo que era fracasada por no hacer lo mismo que nuestros padres nos inculcaron de casarnos, tener hijos y bla bla bla, pero con el tiempo entendí que si hacía eso por hacerlo no sería yo, aún tenía mis sueños de viajar pero será que aún podría cumplirlo?
Me mire al espejo, ya no era esa chica de 15 años, ya tenía la edad que tenía mi mamá cuando yo nací, por un instante me desanime, incluso llore a solas, por mi cabeza rodaban muchos pensamientos hirientes, me lastimaba yo misma, no eran los demás con sus falsas esperanzas en mí para darle sobrinos y nietos, era yo misma, yo misma desvalorizandome, en ese instante tomé mi maleta y supe que no abría vuelta atrás, me fui con mi primer suspiro a explorar aquello que una vez jure haría, luego de la nada cruce esa línea que nos divide, esa línea invisible que dice de donde vengo y lo que soy, tenía escrita en mi frente VENEZUELA, el acento me delataba, el color de mi piel me etiquetada, tu no eres de aqui me decían, regresa a tu país me gritaban, las lágrimas estaban por desbordarse pero no podía rendirme tan rápido y mucho menos pensar que todos eran iguales, porque vengo de un país donde hay muchísimos inmigrantes que también tuvieron que aguantar en su momento la indiferencia y uno de esos fue mi abuelo que en paz descanse, un italiano que encontró en venezuela un hogar.
Bienvenida a Colombia!
así fui encontrando a lo largo de mi aventura personas q me dieron la mano y me motivaron a seguir, 2017 fue el comienzo de mis sueños, no lo podía creer, estaba en Colombia, en una ciudad muy bonita y colorida llamada Armenia, que se encontraba en el Quindio.
Estado cafetero, así le decían y mentira no era, toda la ciudad tenía ese olor a café recién tostado, existían muchísimas cafeterías, cada una con distintos cafés, sabores, olores y esencia, pueblos coloridos, paisajes y clima cálido, adore recorrer cada rincon, conocí muchas personas lindas y amables e hice amigos que se quedaron con un poquito de mi corazón.
allí estuve 3 años, el tiempo a mi parecer pasó muy rápido, pero en el fondo estar lejos de casa me dolía, extrañaba mi gente, mis costumbres y familia, cuando ya sentí que mi corazón estaba muy arrugado volví a casa, un viaje de regreso que resultó ser más largo por las ansias que tenía de ver a mis padres y mi hermano que no sabían que yo estaba yendo a casa.
Continuará…..
Me encanta Armenia, es una ciudad linda y la gente es muy amable, pero tienes razón, la sangre llama y muy seguramente, era el momento de regresar a casa.
Nunca es tarde para empezar lo que quieras hacer, así que jamás te límites, que este viaje sea tu impulso para construir el sueño que quieras sin miedo.