El alfa | relato corto |

in GEMS4 years ago (edited)

El alfa

   

    Gamma me arrojó la última carga. Seiscientos mil verdes más, suficiente para retirarse a vivir tranquilamente en una isla apartada en el Caribe, era momento de irnos. Cogí el bolso y lo llevé a espaldas.

    —Muy bien, damas y caballeros —dije, los rehenes estaban todos tirados en el suelo, previamente Epsilon les había atado las manos —. Hasta ahora se han portado muy bien, esperemos que todo siga así. Harán lo siguiente: desde el instante en que salgamos por esa puerta contarán diez minutos, ni uno más, ni uno menos.

    Les amenacé con que dejaría un dron cargado con un dispositivo explosivo en el lugar, si alguien intentaba apresurarse probablemente volaría en pedazos junto con otras buenas personas. El miedo puede ser una motivación excelente para prevenir que las personas hagan cosas estúpidas, sin embargo este no fue el caso. Beta lo advirtió, apenas comenzaron a sonar las patrullas:

    —¡Maldito! —llevaba a rastras a un anciano. Un ejecutivo, a juzgar por su uniforme —. Este hijo de puta activó la alarma. ¡Tenemos que irnos ya! —con un disparo en la cien acabó con la vida del viejo. Intenté evitarlo, quería evitar el derramamiento de sangre en la medida de lo posible

    Obviamente Beta no compartía mis ideales, pero ya no había nada que hacer. Teníamos que preocuparnos de los policías ahora: comenzaron a llegar en tropeles por la puerta delantera; nosotros nos escabulliríamos por un callejón en la parte de atrás. Vaya sorpresa nos llevamos:

    —¡¿Dónde carajo está Delta?! —preguntó Gamma; se le veía bastante preocupado, y dadas las circunstancias era comprensible. Delta, por su parte, debía de llegar en cinco minutos, ella no tenía idea de que estábamos en medio de una balacera, eso no estaba en el plan.

    —Aguanta, ya está en camino.

    Las balas iban y venían, creo que ninguno de nosotros cuatro apuntó, solo disparamos y ya. De no ser por los contenedores de basura acomodados en esa zona, nos habrían dejado como coladores. Gamma pidió a Epsilon que le cubriera para lanzar una granada, este lo hizo y le costó la vida: lo derribaron de un disparo en la cabeza. Las ráfagas de plomo se hicieron menos continuadas.

    —¡Es nuestro momento! ¡Necesitamos retroceder! —gritó Epsilon.

    La retirada no era una opción, menos mal que no tuve tiempo de decírselo, Delta apareció con el blindado, llevándose por delante a las patrullas y algunos oficiales.

    —¡Ahora, ahora, ahora!

    —¡Vayan, yo los cubro! —dije a Beta y Gamma

    Me recargué en el contenedor de basura y disparé mientras ellos dos subían al camión. Lancé el primer bolso, el que llevaba a espaldas, Gamma lo cogió y lo metió en el vehículo, cuando regresó para atajar el segundo, el que originalmente cargaba Epsilon, escupió sangre y cayó de rodillas; un policía apareció detrás de él con el arma en alto. Beta se lo cargó también, como al ejecutivo del banco. Me cubrió y subí al camión.

    —Yuri, los tenemos pisándonos el culo —dijo Delta, que estaba al volante, a pesar de que nadie podía oírnos me molestó que me llamara por mi nombre.

    —Recuerda los nombres clave, Delta.

    —Lo siento, Alfa —corrigió. Era una buena chica, y nos basamos en el respeto mutuo.

    Eché un vistazo por una de las ventanillas, detrás teníamos al menos diez patrullas. «Aquí comienza la fiesta —dije. Beta y yo nos armamos con las carabinas lanzagranadas —. No nos atraparán». Desplegué la cobertura, una placa de metal de 60 centímetros de alto que sobresalía desde el suelo de la camioneta, y abrí la puerta trasera de par en par.

    Ambos disparamos dos granadas al mismo tiempo; nos respondieron con algunos tiros, creo que uno estuvo muy cerca de volarme la cabeza. Dos de sus autos nos flanquearon y dispararon desde los costados, nos deshicimos rápido de ellos, teníamos ventaja en armamento y un vehículo más rápido. El intercambio de proyectiles redujo las diez patrullas a solo un par que bajaron la velocidad hasta desaparecer de nuestra vista unos segundos después.

    —¡Vía libre! ¡Jaja! ¡Dos millones y medio, Alfa! ¡Dos millones y medio! —Beta estaba particularmente feliz.

    De seguro pensó que, tras las muertes de Gamma y Epsilon, no solo tendría el botín, sino que sería incluso mayor de lo que esperaba ganar en un principio. Sí, ya casi llegábamos al punto de fase dos: un estacionamiento donde un auto sin registrar aguardaba; habría sido fácil repartir el dinero en tres partes y que cada quien siguiera por su lado, tal como Beta creía que fluiría todo... no obstante, dos son menos que tres. Le clavé un puñal en el cuello, el pobre desgraciado comenzó a retorcerse en el suelo.

    —¿No podías hacerlo de una forma más... rápida, Yuri? —preguntó Delta, rodeándome con sus brazos para librarme del chaleco que llevaba puesto — Está desangrándose.

    No respondí. Subí al auto y nos marchamos. Podríamos tener una vida tranquila a partir de ese momento.


El Alfa.png

Imagen original de Pexels | John Guccione

   

XXX

   

 

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