Emanación poética: mensajes desesperados.

in GEMS4 years ago

He soñado contigo durante tres días. Emerjo de mis sueños como si estuviera ahogándome, nadando, luchando por salir a la superficie y respirar y aparezco junto a ti. Estamos en una habitación en penumbras. El sol, filtrándose por unas cortinas rojas que cubren la ventana, da una tonalidad rojiza a los bordes. Cómo si fuera a la vez prota y espectador de una fotografía. Has abierto los ojos acostada en la almohada y tu mirada, a su vez, es otra ventana. En ellos, en mis soñaciones, conozco y a la vez desconozco lo que va a ocurrir. Sé, porque lo viví ese día, que te levantaras y me miraras recostada del marco de la puerta. Sé, porque esto lo he vivido no sé dónde, que esa mirada encierra todo lo que tú eres. Un nombre clausurado. Si pudiera entenderte en ese momento quizás pudiera comprenderte a cabalidad. Porque cada acto tuyo encierra todo el significado de lo que eres. Y el sueño se repite. Se corta la cinta y el largometraje vuelve a comenzar.

Desde que desapareciste mis noches se han convertido en un laberinto cíclico en donde tu imagen reaparece y, justo cuando creo saber dónde te encuentras, que por fin podre despertar con el conocimiento de tu lugar exacto en el mundo, desapareces. Nadie ha echado en falta tu no-presencia. Han pensado que es una más de tus escapadas infantiles. Que solo quieres llamar la atención y tarde o temprano aparecerás como siempre. Pero la película en mis sueños no se detiene y te veo fumar en el balcón del apartamento de alguna fiesta a la que fuimos. Y tú me hablas de las fotografías que un día tomaste en una azotea. Porque te gusta el cielo y la fotografía. Y subías a escondidas al último piso y abrías calladamente la puerta y te paseabas cantando canciones inventadas y tomabas fotos del cielo. Y me decías, mientras no parabas de fumar y yo sentado no sé dónde ni me acuerdo, que últimamente el cielo ya no te causaba alegría. Si no que lo veías y pensabas, me lo decías así textual (porque de vez en cuando suelo recordar frases enteras tuyas), que solo podías pensar en el tiempo comiéndote, haciéndote papilla, machacante y te entraba una desesperación de hacer algo y no sabias que. He pensado en preguntarte cuando apareces en mis soñaciones donde estas, que si el tiempo ya no te molesta. Sin embargo, no es tan fácil como proponérselo y hacerlo. La voz se me tranca y solo puedo observarte en los distintos lugares en donde nos vimos. Nado, intento respirar casi ahogándome y boqueo en el bar después de la fiesta. Franco pensó que era buena idea mostrarnos aquel sitio y nos llevó por calles que en mi memoria recuerdo muy bien. Dos cuadras a la derecha, una a la izquierda y ahí estaba un barcito. Sin embargo, tu cara no la puedo recordar y es el recuerdo que más me jode porque dentro del bar, con ese poco de fotos que tenia de Caracas empezada a construir, con ese poco de botellas con polvo, con los taburetes de madera, entendí que estabas triste. Y Franco me miraba y me preguntaba que te parecen las fotos, dan como lastima verdad, te hacen sentir pequeño, como si no existieras. Y ese recuerdo me jode porque yo no puedo hablar solo verte sin verte beber cerveza y quedarte callada sabiendo que pensabas en el cielo, en las fotografías, en todo eso que yo no quería pensar. Porque nos llevaste allí Franco, no ves que todo era triste; la noche, el conocimiento que el mundo se destruye a cada minuto de reloj y que lo que era antes ya nunca podrá ser, que lo que fue una vez nunca tendrá una réplica exacta y que lo que queda sumido en silencio nunca podrá ser revelado. Y me jode no haberte dicho todo esto, pero en mis sueños no puedo. Así que te busque en las azoteas de toda la puta ciudad y solo encontraba ese cielo rosado, de media tarde, detrás del Ávila. Solo encontraba casas vacías. Sueños vacíos. Busque en cada rincón de una ciudad que se olvidaba a sí misma y no puede hallarte. Al menos ya no sueño tanto.

pink-2617171_1920.jpg

Fuente