Caen sombras de la tarde sobre una ciudad que a veces da la sensación que se mantiene dormida y otras te hace pensar que no descansa.
Sueños, que se creían extraviados, regresan mientras el sol se oculta y la noche te cubre con su sereno al caminar.
Sueños, que al fin y al cabo solo sueños son, pero permanecen firmes sobre una ciudad que a veces da la sensación que es imposible soñar y otras te regala colores para seguir dibujando.
Soy de Caracas,
La ciudad del sol que no regaña.
Ciudad de los techos rojos y lomas de azul rapado.
Soy de esta selva de cemento donde hay fuego en el 23 y se baila pegao'.
Dónde se toma chicha en cada esquina del centro y se hace la ruta del golfeado.
Vengo de esa generación que canta a todo pulmón los adolescentes y Óscar de León.
La ciudad del Ávila,
La ciudad de Pacheco,
la ciudad de Cabré.
Esta ciudad que llevo conmigo a dónde vaya, este y oeste sin importar dónde esté.
Ciudad,
que irremediablemente amo.