Entonces, mi queridísimo amigo, te doy la bienvenida al mundo de los que pensamos, en vez de creer ciegamente en lo que nos enseñan.
Como teólogo egresado de dos "universidades cristianas" aprendí que, mientras más busco, más encuentro, y no necesariamente lo que encuentro sintoniza con lo que comúnmente se enseña.
A veces pienso que hay un dios para cada quien, según sus necesidades, y eso de la religión, nada que ver con la espiritualidad y la creencia de la existencia de un Ser sublime, que permitió que viniésemos a esta tierra a vivir experiencias humanas.
Lo que sabemos, es aquello que nos han contado, pero, cuando ahondamos en estos temas, nos damos cuenta de que nada sabemos realmente.
Una cosa es segura: Su esencia, de la que estamos constituidos, es la que nos impulsa a convertirnos día a día en una mejor versión de nosotros mismos, con el objeto de dejar este mundo, mucho mejor de lo que lo encontramos al nacer.
Un trabajo nada fácil porque todo se concentra en nuestra propia autoconstrucción, y que por instinto, si en verdad, aún tenemos contacto con esa maravillosa chispa divina, consiste en parecernos a Él, es decir, volver a ser lo que siempre hemos sido, pero que olvidamos cuando vinimos a este mundo.
¡Qué grato es poder conversar temas dentro de una publicación!
Agradezco mucho tus intervenciones, y espero que no sean las últimas, pues, de esta forma, podemos retroalimentarnos siempre.
Un abrazo en la distancia.