Valentina pasó casi un año sufriendo de las hemorroides, hasta que un día, luego de muchos cuidados y tratamientos médicos, dejó de sentir dolor. La recuperación fue difícil y esta experiencia la llevó a valorar más su salud y bienestar, por lo que decidió aprovechar al máximo su vida y no postergar las cosas que deseaba hacer. Con esta idea, decidió emprender el viaje de sus sueños con destino a un pueblo lleno de atracciones.
Mientras empacaba su maleta, Valentina estaba emocionada de volver a tener el control sobre su cuerpo y sentirse saludable. Montó al volante de su pequeño Polski amarillo y aceleró a toda velocidad por la carretera. Al llegar al pueblo, sus ojos se iluminaron al avistar una tienda colorida de trajes exuberantes. Se encaminó sin titubear hacia el interior y una vez dentro, comenzó a explorar el lugar.
En un rincón de la tienda, observó a una joven mujer vestida como una gitana. A Valentina le encantó aquel disfraz y quiso capturar el momento en una fotografía, pero al acercarse, la chica se mostró incómoda. Valentina entendió que debía respetar su privacidad y siguió explorando la tienda, cuando, de repente, un estallido de color y brillo captó su atención.
Entre una multitud de trajes de diferentes épocas y estilos, se encontraba un atuendo magnífico: un disfraz espectacular de rumbera cubana, inspirado en los años 90. El corazón de Valentina dio un brinco de emoción, sintió como si aquel ropaje comenzara a hablarle. Ella se acercó corriendo para admirarlo de cerca y lo primero que hizo fue comprobar que la ropa estirara lo suficiente como para que se acoplara en su cuerpo.
La tela brillante reflejaba la luz de la tienda, desbordando vitalidad y alegría. Sin pensarlo mucho, se dirigió hacia el dueño de la tienda, un hombre mayor con una mirada cansada. Él estaba sentado en un banquito deteriorado hacia una esquina de la tienda.
—Quiero comprar el disfraz de rumbera—le dijo Valentina, con voz dulce.
El hombre frunció el ceño y, mirándola de arriba a abajo, emitió un juicio instantáneo que parecía estar basado en la constitución física de la chica. Las primeras palabras que escaparon de su boca fueron como una ráfaga de viento helado para ella:
—Creo que eres muy gorda para ese traje.
Si bien Valentina había encontrado la fortaleza y la autoaceptación después de su lucha con las hemorroides, no pudo evitar sentirse momentáneamente desanimada. Los recuerdos de la enfermedad: las noches en vela sin poder dormir, las molestias y el desasosiego. Toda aquella infelicidad volvió a ella en ese momento, pero, repentinamente, sintió una determinación y confianza en sí misma que le hizo levantar la cabeza y responderle al dueño de la tienda con una sonrisa serena:
—Está equivocado señor, yo sé lo que le queda a mi cuerpo y este disfraz me lucirá perfecto.
Ante tal respuesta, el hombre se quedó momentáneamente sin saber qué decir. La joven, sintiéndose más fuerte que nunca, esperó pacientemente a que él cambiara de opinión. Después de unos segundos, el hombre finalmente suspiró y, talvez cansado de resistirse, concedió a la chica su deseo de comprar el traje de rumbera cubana.
Valentina fue a los probadores a colocárselo. Se situó frente al espejo y admiró la belleza del disfraz en su cuerpo. Una sonrisa radiante adornó su hermoso rostro de apariencia inocente, pues estaba satisfecha de haber tenido la razón y que la prenda quedara perfectamente en su cuerpo. Sin embargo, cuando se topó nuevamente con el dueño del disfraz, decidió darle una lección y salió huyendo de la tienda sin pagarle. El hombre la persiguió al instante, pero sin poder alcanzarla por la gran multitud de personas que caminaban por las calles del pueblo. Furioso, trató de correr aún más rápido detrás de ella, pero la chica era demasiado ágil y veloz para él, lo cual era realmente impresionante. Al final, ella desapareció entre las atracciones y la gente del pueblo, dejando al dueño del disfraz frustrado e incapaz de encontrarla y volver a recuperar el traje de rumbera.
Valentina spent almost a year suffering from hemorrhoids, until one day, after much care and medical treatment, she stopped feeling pain. The recovery was difficult and this experience led her to value her health and wellbeing more, so she decided to make the most of her life and not put off the things she wanted to do. With this in mind, she decided to embark on her dream trip to a town full of attractions.
As she packed her suitcase, Valentina was excited to regain control over her body and feel healthy. She climbed behind the wheel of her little yellow Polski and sped down the road. As she reached the town, her eyes lit up as she spotted a colorful store with lush costumes. He unhesitatingly made his way inside and once inside, began to explore the place.
In one corner of the store, she noticed a young woman dressed as a gypsy. Valentina loved the costume and wanted to capture the moment in a photograph, but as she approached, the girl looked uncomfortable. Valentina understood that she had to respect her privacy and continued to explore the store, when suddenly a burst of color and brightness caught her attention.
Among a multitude of costumes from different eras and styles, there was a magnificent outfit: a spectacular Cuban rumbera costume, inspired by the 90s. Valentina's heart leapt with emotion, she felt as if the costume began to speak to her. She rushed over to admire it up close and the first thing she did was check that the garment stretched enough to fit her body.
The shiny fabric reflected the light of the tent, overflowing with vitality and cheerfulness. Without much thought, she made her way to the store owner, an older man with a tired look on his face. He was sitting on a dilapidated stool toward one corner of the store.
—I want to buy the rumbera costume— Valentina said in a sweet voice.
The man frowned and, looking her up and down, made an instantaneous judgment that seemed to be based on the girl's physical constitution. The first words that escaped his mouth were like a gust of icy wind to her:
—I think you're too fat for that suit.
Although Valentina had found strength and self-acceptance after her struggle with hemorrhoids, she could not help but feel momentarily discouraged. The memories of the disease: the sleepless nights, the discomfort and uneasiness. All that unhappiness came back to her at that moment, but, suddenly, she felt a determination and self-confidence that made her raise her head and answer the store owner with a serene smile:
—You are wrong sir, I know what fits my body and this costume will look perfect on me.
At such an answer, the man was momentarily at a loss for words. The young woman, feeling stronger than ever, waited patiently for him to change his mind. After a few seconds, the man finally sighed and, perhaps tired of resisting, granted the girl her wish to buy the Cuban rumba costume.
Valentina went to the fitting room to put it on. She stood in front of the mirror and admired the beauty of the costume on her body. A radiant smile adorned her beautiful and innocent-looking face, as she was satisfied that she was right and that the garment fit perfectly on her body. However, when she ran into the owner of the costume again, she decided to teach him a lesson and ran out of the store without paying him. The man instantly gave chase, but was unable to catch up with her because of the large crowd of people walking through the streets of the town. Furious, he tried to run even faster after her, but the girl was too agile and fast for him, which was really impressive. In the end, she disappeared among the attractions and people of the town, leaving the owner of the costume frustrated and unable to find her and get back the rumbera costume.
🤣🤣 Valentina se portó muy mal, tenía que pagarle aunque le haya dicho gorda. Dime si alguien no le paga a una amiguita mía unos bombones ¿Que poasaria?
🤣🤣🤣...Si no le pagas a la de los bombones, te vas a meter en tremendo problema. Escucha mi consejo