Suena el teléfono sin cesar; él no atiende, no quiere responder. Se dio cuenta de las mentiras que ella le dijo.
Todo comenzó un verano donde se conocieron en un club. Era todo risas y bailes, y allí empezó. Ella decía que no podía contestar mucho el teléfono porque en la empresa no le permitían usarlo, y en la noche los padres tampoco. Por eso, él tenía que esperar a que ella lo llamara. Así eran los días, muy cuidados, donde se veían. Para él, todo era un enigma, pero ciego de amor, no le importaba. Así pasaban los momentos con pasión desenfrenada. Al principio, a él le pareció un regalo, pero después le sorprendía que ella fuera tan explosiva siempre y todo rápido para irse.
Hasta que un día queda encendida una llamada, como si el diablo metiera la cola. Ella dice "mi amor" y se escuchan niños. Así que él le dice: "¿Qué es esto? ¿Estás casada con hijos? Estuviste conmigo meses y no me dijiste nada."
Ella corre y no le dice nada. Al mes, ella lo llama nuevamente y quiere volver a verse, pero sin explicaciones. El dolido no le dice nada y corta. Ella lo llama vez tras vez, y él no la atiende. No quiere ser una historia oculta, así que descubre su casa y se reúne con el marido, contándole todo porque sabía que ella lo haría con otro. Entonces, el esposo no le cree y sigue con ella hasta que ata cabos sueltos y la confronta. Queda disuelta la familia. Él se va con los hijos, y ella queda sola y perdida. Lo vuelve a llamar al amante, pero no le responde nunca más. Desde entonces, su vida queda desecha por la mentira, y la familia corre el mismo destino, porque la mentira es la madre de todos los sufrimientos que se conocen.
