Existe una tribu en África que realmente practica la forma de cacería en la que se basa este relato. Sus métodos difieren un poco de la narración, pero el principio aplicado por ellos es el mismo…
Por @latino.romano
Accupaña el cazador recorría las montañas montado en su caballo. Un corcel hermoso de crines adornadas y fuertes mandíbulas. Fiel compañero de viaje y faena en aquellas duras pero fértiles tierras.
La tarea del día consistía en encontrar la carne que la tribu necesitaba. Era un honor para Accupaña el cazador haber sido seleccionado para cumplir la misión. Esta requería de habilidad y experiencia.
Accupaña llegó a la falda de uno de los montes, ató su corcel al resguardo en un establo improvisado con follaje, y tomando su arco, se adentró a pie montaña arriba para buscar al más escurridizo de los ciervos: el toroave, una especie nativa del lugar, muy grande y carnoso.
Luego de unas horas de caminar lento y sin hacer ruido, finalmente halló uno comiendo bayas silvestres. Era hora de poner en práctica sus conocimientos de cazador y dar inicio a la parte más fuerte y difícil de su tarea.
Tomó su silbato, lo hizo sonar estruendosamente, y el toroave corrió asustado entre los arbustos. Ese era precisamente el plan de Accupaña, hacer que el ciervo corriera para perseguirlo a pie por las montañas.
Su tribu practicaba la caza por persistencia, perseguir a su presa hasta agotarla totalmente.
Su pericia en leer rastros y huellas le mostraban por donde pasaba el animal sin temor a equivocarse. El toroave tenía la particularidad de que no podía sudar a través de su piel, solo jadeaba para refrescarse, así que correr durante largos períodos era una sentencia de muerte para él. Accupaña mantenía el buen paso por los años de entrenamiento con los ancianos de su tribu.
Pronto el toroave comenzó a tambalearse, Accupaña lo miraba de cerca, atento al momento en que se desplomara por el agotamiento. Unos pasos más adelante, cerca de un arroyo, el ciervo finalmente se rindió y decidió echarse atierra para jadear.
El nativo se puso entonces justo en frente del animal, y luego de hacer una plegaria para dar gracias por la carne, le asestó una saeta en el corazón.
Su tribu lo recibió como un héroe. Los ancianos le obsequiaron un nuevo tocado para su cabeza, y le otorgaron un título honorable entre los hombres: “Accupaña Moronta” que significa: el que persigue hasta lograrlo.
Este es mi escrito de cinco minutos para el freewrite de @mariannewest. Es un ejercicio genial para disfrutar de la escritura creativa.
Gheyzer J. Villegas (@latino.romano) es un escritor hispano de relatos y poemas, miembro del mundialmente reconocido grupo Freewrite House para quien escribe estos textos inéditos…
English version
There is a tribe in Africa that actually practices the form of hunting on which this story is based. Their methods differ a little from the narrative, but the principle applied by them is the same...
Accupaña the hunter rode his horse through the mountains. A beautiful steed with ornate manes and strong jaws. Faithful companion of trip and work in those hard but fertile lands.
The task of the day was to find the meat the tribe needed. It was an honor for Accupaña the hunter to have been selected to fulfill the mission. This required skill and experience.
Accupaña arrived at the skirt of one of the mountains, tied his steed to the shelter in an improvised stable with foliage, and taking his bow, he went up the mountain on foot to look for the most elusive of the deer: the toroave, a native species of the place, very large and fleshy.
After a few hours of walking slowly and quietly, he finally found one eating wild berries. It was time to put into practice his knowledge of hunting and start the strongest and most difficult part of his task.
He took his whistle, blew it loudly, and the toroave ran scared through the bushes. That was precisely Accupaña's plan, to make the deer run to chase it on foot through the mountains.
His tribe practiced hunting for persistence, chasing its prey until it was totally exhausted.
Their skill in reading traces and prints showed him where the animal passed without fear to make a mistake. The toroave had the particularity that it could not sweat through its skin, only panting to refresh itself, so running for long periods was a death sentence for it. Accupaña kept up the good pace through the years of training with the elders of his tribe.
Soon the toroave began to stagger, Accupaña watched him closely, watching for the moment when he collapsed from exhaustion. A few steps further on, near a stream, the deer finally gave up and decided to land to pant.
The native then stood right in front of the animal, and after making a prayer to give thanks for the meat, he shot an arrow into its heart.
His tribe received him as a hero. The elders gave him a new headdress for his head, and gave him an honorable title among men: "Accupaña Moronta" which means: he who pursues until he achieves it.
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