El limonero del amor

En aquellos tiempos, no era muy propicio que una dama buscara una conversación ante un caballero o la manera de llamar su atención; sin embargo, para la joven Isabella le resultaba inquietante tales costumbres, su curiosidad comenzó a crecer debido a una casa que estaba a pocas cuadras de donde ella vivía.

Solamente alcanzaba a ver unas hojas que sobresalían por encima del paredón y era evidente que se trataba de un limonero, cada vez que pasaba por allí se detenía por el aroma a limón que siempre estaba en el aire y porque no se escuchaba sonido alguno ni salía ninguna persona de esa casa.

Isabella, preguntando entre los vecinos, encontró algunas respuestas a su curiosidad, pues, que allí vivía en esa aromática casa un joven solitario que no se comunicaba con nadie, resultando aún más misterioso. Se trataba de Bruno quien heredo esa casa de sus abuelos y tenía en su patio un gran y hermoso limonero que le permitía todos los días cosechar para tomar el zumo de 10 limones como un hábito antes de desayunar una rebanada de pan tostado que preparaba en una tostadora muy antigua.

De personalidad fría y arrogante, consideraba que no necesitaba hablar con nadie y que era autosuficiente. Isabella un tanto extrovertida y carismática, un día se le ocurrió llevarle una botella de miel para que con sus limones prepara una fresca limonada al mismo tiempo que se conocieran; así toco a su puerta y cuando él abrió muy molesto le dijo que nunca más volviera a molestar, ella insistió muy amable y sonriente que solo quería entregarle una botella de miel y pasar a ver su limonero.

Bruno, que era un joven sin humildad, le dijo que no tenía mucho tiempo y que disponía de apenas unos minutos, mismo que fue suficiente para que ella lo conquistara mientras se paseaba bajo el árbol de limón y no paraba de hablar; de pronto su arrogancia iba desapareciendo y solo la miraba encantado como si su vida comenzaba de nuevo y ya no era solo él sino la más hermosa joven que nunca antes había visto. Se enamoraron, ella logró endulzarle no solo con miel sino con su hermosa personalidad.

Bajo aquel árbol nació un amor, así entre los limoneros.