The story is in english and followed by its spanish translation.
La historia está en inglés y seguida de su traducción al español.
KillGhost
2
English:
There were stars over the city. The Vie river meandered through the residential blocks. Alejandro ran parallel.
“Where the hell did you go?”
His soles beat the concrete. His shadow passed beneath dim street lamps whose lights also melted on the water and made the river glow. Every few paces, Alejandro left behind the fog of his hot breath.
“Pray it’s not too late.”
The air was cool. Windows glimmered with dew. Alejandro crossed from block to block until he felt a chill current of air.
“That’s not a wind. That’s the tail of one.”
He turned down Prow St. and followed the cold trail of—
“—a tough ghost, she is.”
The blocks were quiet, save for the rising smoke of one cigarette on the stoop of a house. The cigarette flashed red as Alejandro sped by. And in two more blocks he arrived at the edge of a park. He slid to a halt and dismantled crumbs of concrete from the sidewalk.
There it was, the tough ghost, in the park. It hunched over a bench where an old man silently writhed under its fangs. The shoulders of the ghost lurched as it sucked and slurped. It’s long purple tongue flicked across the bite wound in the old man’s shoulder before it bit down again.
Alejandro ripped a collection tube from his belt and sprinted through the park.
There’s still time, he thought as he pushed body for speed. What do they get from this? What do they take from their victims? It’s not blood that they lose. Too many autopsies had proven that. What is it they take that kills? The human soul? A spirit? Is it that they poison the human soul?
The writhing old man seemed to Alejandro to be miles away, a small thing in the distance. A life guard must be more than fast to save a drowning child, Alejandro thought, and this is like that.
“Legs, move faster!”
He felt a burn in his side and the muscles in his legs gave more than the strength they had. He clenched his jaw; sweat flung from the angles.
The old man, whose arms had been raised to his bitten shoulder, began to lower his arms. His head dropped forward. He tumbled down off the bench and the ghost followed.
“No!”
Alejandro leapt over the bench and landed hard on the ground. One knee put a dent in the earth. The ghost growled. It’s giant eyes narrowed as Alejandro dove toward it.
“This is going to hurt.”
The ghost snapped at Alejandro and caught his free arm. Alejandro’s face twisted in silent agony. He brought his other arm around and touched the open tube to the white sheet-body of the ghost. Despite the clutch of the ghost’s teeth buried in Alejandro’s arm, it was sucked into the tube. Alejandro corked the tube. His wounded arm shook and he cradled it.
“Feels like fire! Ah!”
But his worry for the old man had him scoot over and turn the old man over so that he lay face up.
“…too late.”
Alejandro cursed and lay back panting. After only a few breaths, the beam of a flashlight fell upon him.
“What’s going on out here?” said a voice. “Oh my god! Someone call the police!”
Time to vanish, thought Alejandro, and let the hospital take another mystery.
Español:
Había estrellas sobre la ciudad. El río Vie serpenteaba entre los bloques residenciales. Alejandro corrió paralelo.
“¿A dónde diablos fuiste?”
Sus plantas golpearon el cemento. Su sombra pasó bajo las tenues farolas cuyas luces también se fundían con el agua e hacían brillar el río. Cada pocos pasos, Alejandro dejaba atrás la niebla de su cálido aliento.
“Oren para que no sea demasiado tarde.”
El aire estaba fresco. Las ventanas brillaban con rocío. Alejandro cruzó de cuadra en cuadra hasta que sintió una corriente de aire helado.
“Eso no es un viento. Esa es la cola de uno.”
Dobló por Prow St. y siguió el frío rastro de...
"...un fantasma duro, ella es."
Las manzanas estaban en silencio, salvo por el humo de un cigarrillo que se elevaba en la entrada de una casa. El cigarrillo se puso rojo cuando Alejandro pasó a toda velocidad. Y en dos cuadras más llegó a la orilla de un parque. Cuando se detuvo, sus botas desmantelaron los restos de cemento de la acera.
Allí estaba el fantasma duro, en el parque. Estaba encorvado sobre un banco donde un anciano se retorcía silenciosamente bajo sus colmillos. Los hombros del fantasma se tambalearon mientras chupaba y sorbía. Su larga lengua morada pasó por la herida de la mordedura en el hombro del anciano antes de volver a morder.
Alejandro sacó un tubo recolector de su cinturón y corrió por el parque.
Todavía hay tiempo, pensó mientras empujaba su cuerpo para ganar velocidad. ¿Qué obtienen de esto? ¿Qué les quitan a sus víctimas? No es sangre lo que pierden. Demasiadas autopsias lo habían demostrado. ¿Qué es lo que toman para matar? ¿El alma humana? ¿Un espíritu? ¿Será que envenenan el alma humana?
A Alejandro le pareció que el anciano retorciéndose estaba a kilómetros de distancia, como una cosa pequeña en la distancia. Un salvavidas debe ser más que rápido para salvar a un niño que se está ahogando, pensó Alejandro, y esto es así.
"¡Piernas, muévete más rápido!"
Sintió un ardor en el costado y los músculos de sus piernas dieron más de la fuerza que tenían. Apretó la mandíbula; el sudor volaba desde los ángulos.
El anciano, cuyos brazos se habían levantado hasta el hombro mordido, comenzó a bajar los brazos. Su cabeza cayó hacia adelante. Cayó del banco y el fantasma lo siguió.
"¡No!"
Alejandro saltó sobre el banco y aterrizó con fuerza en el suelo. Una rodilla hizo mella en la tierra. El fantasma gruñó. Sus ojos gigantes se entrecerraron cuando Alejandro se lanzó hacia él.
"Esto va a doler."
El fantasma le gritó a Alejandro y le atrapó el brazo libre. El rostro de Alejandro se contrajo en una silenciosa agonía. Rodeó el otro brazo y tocó con el tubo abierto el cuerpo blanco del fantasma. A pesar de la fuerza de los dientes del fantasma enterrados en el brazo de Alejandro, fue succionado por el tubo. Alejandro tapó el tubo. Su brazo herido tembló y lo acunó.
“¡Se siente como fuego! ¡Ah!"
Pero su preocupación por el anciano lo hizo deslizarse y darle la vuelta para que quedara boca arriba.
"…Demasiado tarde."
Alejandro maldijo y se recostó jadeando. Después de sólo unas pocas respiraciones, el haz de una linterna cayó sobre él.
“¿Qué está pasando aquí afuera?” dijo una voz. "¡Ay dios mío! ¡Que alguien llame a la policía!"
Es hora de desaparecer, pensó Alejandro, y dejar que el hospital se lleve otro misterio.