Cuéntame una historia: El anciano y el mar
El último que se marchó fue un anciano marinero que había vivido toda su vida en aquel pueblo. Él y todos los que estuvieron antes que él, se habían criado en aquel lugar de pescadores, por lo que hacer otra vida en otra parte, se le hacía un hecho desolador y triste. Sin embargo, cuando vio de un lado a otro y solo vio soledad y destrucción, tuvo que subir a la montaña a sembrar con los otros.
Habían escuchado que venían de otros pueblos a comprar zanahorias y que se vendían como oro. En las montañas se daban las zanahorias más grandes y dulces de la región, había escuchado decir; por lo que el anciano, al igual que los otros, comenzó a sembrar zanahorias. Subía todos los días a las montañas a sembrar y bajaba en la noche, cuando la luna ya estaba en el cielo. Sus pies cansados, viejos y flacos se resentían, pero el anciano se daba fuerzas para caminar diariamente. Sus zapatos deteriorados y viejos parecían barcos destruidos que no soportaban otro viaje.
Aunque los procesos de siembra y cosecha fueron largos, el viejo no perdió jamás las esperanzas. En la última noche, a su regreso y con una cerveza en la mano, pensaba en todo lo que compraría con el dinero que recibiría por la venta de las zanahorias: “Tal vez me compre un pequeño bote. Don Juancho está vendiendo el suyo y con esta crisis, seguro lo está vendiendo barato. Compraré otras semillas para diversificar el mercado. Tal vez siembre papas y piñas. También compraré unos zapatos nuevos porque ya estos están pidiendo auxilio.”, decía el anciano mirándose los pies y sonriendo.
Cuando el día de la cosecha llegó, muchos recibieron una sorpresa desagradable: las zanahorias estaban pequeñas, delgadas y con un color insípido. Cuando fueron al mercado de zanahorias, nadie daba más que unos pocos centavos por ellas. Todas las zanahorias estaban en oferta. Decepcionados, volvieron a la montaña, menos el anciano que volvió al pueblo. En el camino, uno de los zapatos viejos se despegó completamente y el anciano lo dejó allí, tirado, y siguió caminando. La noche era un monstruo que lo devoraba todo. Al día siguiente, algunos bajaron a buscar al anciano, pero no lo encontraron. Solo hallaron rastros del zapato roto en el camino y al otro zapato, a la orilla de la playa, como un pez muerto.
Gracias por el apoyo, amigos!
Es una historia conmovedora. Es muy duro poner las esperanzas en algo y que al final salga mal, por eso mamá siempre dice que no hay que contar los pollitos antes de que nazcan. Me encanta verte participado en esta actividad ❤️ un abrazo!
Gracias ti por invitarme a esta iniciativa!! Abrazos
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Muchísimas gracias, amigos! En gratitud
Me conmovió mucho tu historia. Me hace pensar mucho en la situación que viven muchas personas mayores en el país. Al final, terminan siendo como este hombre que lo dio todo y ya no le quedan esperanzas.
Qué bueno que te haya conmovido. Conmoverse en una de las emociones más genuinas y nobles que conozco. Gracias por tu lectura y comentario, @edujo. Saludos
Fascinante! Me hizo recordar la historia de "Casas Muertas", son relatos que atrapan hasta el final e incluso ahí te dejan una sensación conmovedora. Excelente escitura, no te detengas...
Gracias por la comparación y por tu motivadoras palabras. Saludos
Muy buena tu historia. Excelente narración, me atrapó de inicio a fin. Felicitaciones.