Gatolón, el Gato Come Ratón / Gatolón, the Mouse-Eating Cat | Cuento | Concurso, "Cuéntame una Historia"

in Freewriterslast month (edited)

Esta semana, para el concurso "Cuéntame una Historia", he escrito un cuento incorporando los tres elementos proporcionados: gas doméstico, tortillas de maíz y un gato hambriento.

En mi relato, narro cómo Gatolón enfrenta la escasez de ratones para alimentarse y, gracias a su ingenio, encuentra una solución.

Gatolón, el Gato Come Ratón

Gatolón, el unico gato del pueblo, estaba hambriento y molesto, los días pasaban y no encontraba comida.

Desde aquel funesto día que llegó al pueblo un delgaducho flautista, al son de su musiquita, se fueron tras él todos los deliciosos ratones del pueblo.

"Me los llevaré de vacaciones", dijo el flautista.

Gatolón estaba obstinado en encontrar entre los tachos de la basura, restos de tortillas de maíz. "Qué desgracia, esta gente solo come maíz. Yo soy un gato, necesito carne, carne de a de veras".

De repente, en una esquina, ve a lo lejos, a un señor que tenía un carrito de hamburguesas. Con un maullido de emoción, corrió hacia él, entusiasmado por el olor que despedia la parrilla mientras se asaban deliciosas hamburguesas.

"Esto es justo lo que me gusta, soy Gatolón, el gato come carne".

Cuando llegó al carrito de hamburgesas, el cocinero empezó a guardar sus enseres.

"Hey, amigo", dijo Gatolón, "¿Qué haces? Tengo hambre, mucha hambre".

"Lo lamento amiguito", dijo el cocinero sin dejar de limpiar y guardar sus utensilios de cocina, "Se me terminó el gas doméstico, lo gasté en el otro pueblo y no puedo cocinar la carne".

"Óigame, soy Gatolón, y estoy hambriento, no me importa tragarme un trozo de carne cruda".

"Gatolón, no puedo darte la carne cruda, me cerrarían el negocio. El problema es que hoy es domingo y no hay donde comprar el gas doméstico".

A Gatolón se le ocurrió una idea. En seguida corrió hasta la casa más cercana para que le prestaran una bombona de gas a cambio de unas sabrosas hamburguesas.

El vecino estuvo encantado de ayudar al gato, y juntos llevaron una pequeña bombona de gas, hasta el puesto de comida.

El dependiente estuvo de acuerdo; pronto, el chisporroteo de la carne empezó a atraer a muchos pueblerinos, cansados de comer todos los dias las aburridas tortillas de maíz.

"Qué buena idea haz tenido", le decían a Gatolón mientras tragaban con grandes bocados las jugosas hamburguesas.

"Mi amigo", le dijo Gatolón al cocinero, sin dejar de masticar y tragar, "esta carne está deliciosa, jamás pensé que la carne de vaca fuera tan sabrosa, sabe a ratón".

Los clientes quedaron estupefactos con la respuesta del cocinero, "Ah, sí Gatolón; será porque la carne se la compré a un flautista larguirucho que me la vendió cuando venía para este pueblo; y se la compré bien barata".

Tommy Ed.

Imagen

@freewritehouse

ENGLISH

This week, for the "Tell Me a Story" contest, I whipped up a tale incorporating the three given elements: household gas, corn tortillas, and a hungry cat.

In my story, I narrate how Gatolón faces the scarcity of mice to feed on and, thanks to his cleverness, manages to find a solution.

Gatolón, the Mouse-Eating Cat

Gatolón, the only cat in town, was hungry and irritated, days went by and he couldn't find any food.

Ever since that fateful day when a skinny flute player arrived in town, playing his tunes, all the tasty mice in town followed him.

"I'll take them on vacation," said the flute player.

Gatolón was determined to find some leftovers in the trash cans, hoping for some corn tortillas. "What a bummer, these folks only eat corn. I'm a cat, I need real meat."

Suddenly, in a corner, he spotted a guy with a hamburger cart in the distance. With a meow of excitement, he dashed towards it, drawn by the delicious smell wafting from the grill as juicy burgers sizzled.

"This is just what I like, I'm Gatolón, the meat-eating cat."

When he reached the hamburger cart, the cook started packing up.

"Hey, buddy," said Gatolón, "What's up? I'm hungry, really hungry."

"Sorry, little buddy," said the cook, still cleaning and packing his cooking utensils, "I ran out of propane, used it up in the other town and can't cook the meat."

"Listen, I'm Gatolón, and I'm starving, I don't mind chomping down on some raw meat."

"Gatolón, I can't give you raw meat, they'd shut down my business. The problem is, it's Sunday and there's nowhere to buy propane."

Gatolón had an idea. He dashed to the nearest house to borrow a propane tank in exchange for some tasty hamburgers.

The neighbor was happy to help the cat, and together they brought a small propane tank to the food stand.

The attendant agreed; soon, the sizzling of meat started attracting many villagers, tired of eating boring corn tortillas every day.

"What a great idea you had," they told Gatolón as they wolfed down the juicy burgers.

"My friend," Gatolón said to the cook, still chewing and swallowing, "this meat is delicious, I never thought beef could be so tasty, tastes like mouse."

The customers were stunned by the cook's response, "Oh, yeah Gatolón; it's probably because I bought the meat from a skinny flute player who sold it to me as he was coming to this town; and I got it real cheap."

Tommy Ed