"¡¿Cómo pudiste?!", exclamó Lorna mientras salía de forma presurosa de la habitación.
Cora estaba al otro extremo de la habitación, contemplando con tristeza lo que pudieron ser las últimas horas de vida de su amiga. La escena parecía una típica pelea entre cónyuges; Lorna le exigió el divorcio, pues ella ya no podía tolerar la humillación pública de la que se sentía objeto. Charles se lo negó, aduciendo al qué dirán.
Lorna le replicó con ironía que esas eran las consecuencias de la infidelidad, y que si temía tanto al qué dirán, que debería elegir entre darle el divorcio y poder casarse con su amante, o abandonar a ésta. La amante parecía estar a favor de la primera opción, pues arengó al hombre a que aprovechara la oportunidad que Lorna le ofrecía. Lo que siguió después dejó a Cora pasmada: Charles le dijo a a la amante que ella era sólo un pasatiempo, y que no dejaría que su reputación de médico se manche por una aventura.
Aquellas palabras dejaron a la amante herida en su orgullo, obligándose a sí misma a abandonar la escena; Charles, sin prestarle atención, le advirtió a Lorna que si promovía el divorcio, nadie le tendería la mano en su auxilio.
"A mis padres nunca les agradaste, de hecho", le contestó Lorna. "Una lástima que nunca les escuché, pues tenían razón desde un principio: Eres todo, menos un hombre de verdad.
Charles la abofeteó. Lorna, volviéndose hacia él con una sonrisa sardónica, añadió: "Te veo en la corte, cobarde.
Dicho esto, Lorna le dio la espalda y abandonó la pieza, subiéndose a la habitación para empacar sus cosas. Cerrando la puerta con llave, se dejó caer al suelo, ahogándose en el llanto por unos instantes. Momentos después, empezó a empacar sus cosas, guardando solo lo necesario; ya después pediría a su padre que regresara a la casa por sus demás cosas.
Al bajar por las escaleras, se encontró con la madre de Charles, Fiona. Ésta se sorprendió de verla con maleta en mano, a lo que le preguntó si se iba de viaje. Lorna, con los ánimos aún encendidos, optó por mentir a la mujer diciéndole que le acababan de pedir el divorcio para que Charles pudiera volver a casarse con su amante, a lo que Lorna aceptó con discreción.
La señora Dorne, descontenta, se volvió hacia su hijo; éste le había lanzado una mirada furibunda a Lorna. Ésta le restó importancia al asunto y, sin mediar más palabras, se dio la vuelta.
Fuente de la imagen: Pexels
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