Tu si que sabes cómo hacer feliz a Crucita. Yo no soy tejedora, pero entrar en esas tiendas también me da cierto placer culposo, quizás sea por acompañar desde siempre a mi madre costurera a las mercerías y deleitarme viendo hilos, cintas y encajes.
Concuerdo con que es mejor hacer lo que nos apasiona como trabajo, disfrutaríamos mucho más la vida.
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Y ella a mí.
Mientras escribía la publicación, ella preparó el almuerzo y termino de tejer un Angry Birds, pero eso ya lo compartirá ella en sus publicaciones, donde puede que te cuente mi participación en su labor. Ella envolvió miles de jabones en el pasado con gran dedicación, así que seguimos complementándonos.
No hacemos las mismas cosas, pero las hacemos juntos.
Es el secreto de la felicidad.