Hello to all my friends at Green Zone.
There's a feeling beyond compare. It's not euphoria, nor is it simple relief. It's something deeper and calmer. It's the satisfaction of a job well done. Today, I finally finished a project I'd been working on for months.
It wasn't just another job; it was an obligation that weighed on me, a commitment I had made that determined my days.
But now it's done, and you'll hear about it soon. And as I turned off my computer, I felt that weight slowly disappear.
I remained silent for a few minutes, mentally reviewing all the work I'd done while doing it.
I remember the sacrificed Sunday afternoons, the uncertainty in the face of problems that arose, the constant temptation to put it off for another day.
It wasn't easy.
There were moments of frustration when I doubted my ability to finish it. But I kept going. Not out of heroism, but out of a simple and stubborn idea: when you start something, you finish it.
It's an unwritten rule taught to me by my father, a man who didn't speak much, but whose example was worth a thousand speeches.
For him, one's word was the only thing one truly possessed.
Now, that perseverance transforms into a serene satisfaction. I don't need praise, although it's appreciated.
The true reward is internal; it's looking in the mirror and knowing that I haven't let others down, and above all, myself down.
It's the certainty of having risen to the occasion. This feeling strengthens your character. It shows you that you can count on yourself, that you're capable of overcoming laziness and self-doubt when necessary.
I get up and look out the window. The street is the same as always, but I feel different. Full. There's a strange peace, even different, in having completed a project like this, which had absorbed my days.
It's as if a part of my mind, which was occupied by that constant worry, is now free and calm. It allows me to breathe deeply, with my lungs full.
It allows me to think about the future without that burden on my shoulders.
I know that tomorrow there will be new challenges, other obligations to take on. But today is time for rest, and tonight, at least, I'll be able to sit down to dinner in peace.
I can enjoy a book or a conversation without that background litany that kept me from resting peacefully.
That satisfaction at a job well done is tangible proof that effort has meaning, and that meaning, in the end, is what gives life solidity. It's the best kind of peace of mind.
Leer en español
Hola a todos mis amigos de Green Zone.
Hay una sensación que no tiene comparación. No es euforia, ni tampoco es simple alivio. Es algo más profundo y tranquilo. Es la satisfacción del deber cumplido. Hoy, por fin, he terminado un proyecto en el que llevaba meses trabajando.
No era solo un trabajo más; era una obligación que me pesaba, un compromiso que había adquirido y que condicionaba mis días.
Pero ahora está hecho y pronto sabrán de él. Y mientras apagaba el ordenador, he sentido ese peso desaparecer poco a poco.
Me quedé unos minutos en silencio, repasando mentalmente todo el trabajo que pasé mientras lo hacía.
Recuerdo las tardes de domingo sacrificadas, la incertidumbre ante los problemas que surgían, la tentación constante de posponerlo para otro día.
No fue fácil.
Hubo momentos de frustración en los que dudaba de mi capacidad para terminarlo. Pero seguí. No por heroísmo, sino por una idea simple y obstinada: cuando empiezas algo, lo acabas.
Es una regla no escrita que me enseñó mi padre, un hombre que no hablaba mucho, pero cuyo ejemplo valía más que mil discursos.
Para él, la palabra de uno era lo único que realmente poseía.
Ahora, esa perseverancia se transforma en una satisfacción serena. No necesito que me feliciten, aunque se agradece.
La recompensa verdadera es interna, es mirarme al espejo y saber que no he defraudado, ni a los demás, ni sobre todo, a mí mismo.
Es la certeza de haber estado a la altura de las circunstancias. Esta sensación afianza el carácter. Te demuestra que puedes contar contigo, que eres capaz de superar la pereza y la duda cuando es necesario.
Me levanto y miro por la ventana. La calle es la misma de siempre, pero yo me siento diferente. Lleno. Hay una paz extraña, diferente incluso, en haber concluido un proyecto, así, que me había absorbido mis días.
Es como si una parte de mi mente, que estaba ocupada en esa preocupación constante, quedara ahora liberada y en calma. Permite respirar hondo, con los pulmones llenos.
Permite pensar en el futuro sin esa losa sobre los hombros.
Sé que mañana habrá nuevos desafíos, otras obligaciones que asumir. Pero hoy toca descansar y esta noche, por lo menos, podré sentarme a cenar tranquilo.
Puedo disfrutar de un libro o de una conversación sin esa letanía de fondo que me impedía descansar tranquilo. .
Esa satisfacción ante el deber cumplido es la prueba tangible de que el esfuerzo tiene un sentido, y que ese sentido, al final, es lo que le da solidez a la vida. Es la mejor de las tranquilidades.
Así mismo es. No hay nada como la satisfacción del deber cumplido. Ese sentimiento es increíble.
Abrazos, mi hermano