Muchas veces lo adultos actuamos de manera impulsiva, sin pensar el daño que puede causar nuestro accionar. Cuando hay hijos de por medio, todo se vuelve más complicado.
Muchas veces nuestros hijos con esa pureza e inocencia que los caracteríza nos enseñan a nosotros los adultos, sin demasiadas palabras, sin crueldad. Imposible que la pureza de sus gestos no nos haga replantear nuestras maneras de proceder.
Muchas gracias por tu valioso comentario.
Saludos