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Con frecuencia solía pensar en cómo sería mi hijo cuando llegara a su adolescencia. Me preocupaba porque sé que su papá fue un adolescente rebelde, que se escapaba de clases y que fue expulsado de dos colegios. Mi hermano mayor fue muy rebelde en su adolescencia y varias veces se le enfrentó a papá.
Con estos genes, yo pensaba que sería difícil de controlar un chico en esta etapa, más aun estando sola. Era un pensamiento recurrente, hasta que comenzaron los cambios físicos y con ellos, los cambios de comportamiento, de actitud y de pensamiento.
La voz comenzó a cambiar, comenzó a mostrarse malhumorado por momentos, a responder con altanería y a dejar de gustarle cosas que antes adoraba.
Al inicio tuvimos algunos conflictos porque yo, en mi afán de tratar de hacerme respetar y ante mi total inexperiencia, cometí errores al levantarle la voz a mi hijo, pensando erróneamente que esa era una de las maneras de lograr que bajase el tono.
Sé que apenas está iniciando esta etapa y que dura aproximadamente hasta los 18 años, pero hemos logrado entre ambos, conseguir un equilibrio y paz. Hay momentos en que me alza la voz y no vayas a creer que a mí no me provoca hacer lo mismo, pero no debo hacerlo.
Así que me ha tocado respirar profundo y hablarle con un tono de voz suave, pero firme y preguntarle qué le pasa. A veces llora, pero generalmente se calma y me dice qué es lo que le está pasando en ese momento.
He tenido que entender que este cambio en él, debe ser compartido, que debo aceptar sus arranques momentáneos de mal humor y sobre todo que debo hablar mucho con él, que debo explicarle muchas cosas y a que nuestro vínculo sea más estrecho.
Por otro lado, se le está despertando el interés por la cocina. Ha querido aprender a hacer cosas sencillas, como arroz, pasta, huevos sancochados y papas al horno.
Apropósito de esto, el lunes 12 de diciembre mi tía, hermana de mi mamá, estuvo de cumpleaños. Mi hijo le tiene especial cariño y le dice "abuelita". Él estaba preocupado porque no sabía qué regalarle, ya que a ella no le gusta usar zarcillos, ni pulseras, ni cadenas o collares. De repente me dijo:
¡Ya sé mami! ¡Hagamos un pastel para la abuelita!
Yo le respondí que la batidora estaba dañada y me dijo que la hiciéramos de esas que vienen con toda la mezcla en sobres. Perfecto, fuimos a comprarla y al llegar a casa, él me dijo que quería hacerla él.
Por supuesto, ¿cómo iba a negarme a este gesto tan lindo y genuino de su parte? Él comenzó a leer todas las instrucciones y yo me limité a estar a su lado por si acaso necesitaba ayuda y para tomarle las fotos porque sé que mi tía no me iba a creer que él había hecho la torta.
Realmente yo me quedé sorprendida porque para ser su primera vez, pensé que me pediría ayuda y no fue así. Lo único que hice fue encender el horno e introducir la torta dentro, así como sacarla después del tiempo establecido.
Sé que es un procedimiento sencillo para cualquiera que tenga al menos un conocimiento básico de cocina, pero para un chamo, tengo mis dudas en cuanto a la destreza, pero mi hijo demostró que se pone al nivel de cualquier dificultad.
Otra cosa que se me había olvidado contar, es que aparte de los cambios de humor, se ha convertido en todo un caballero. Cuando vamos al mercado, él no permite que yo cargue ninguna bolsa de las compras. En casa, colabora con los quehaceres, le gusta ayudarme a lavar la losa, a limpiar las hornillas después de que yo he terminado de cocinar.
Me hace sentir bien que él esté desarrollando este tipo de carácter, de personalidad de una persona colaboradora, porque estoy segura que donde él vaya, no va a ser una molestia para nadie, ese tipo de hombres que siempre espera que los atiendan, que no son capaces de recoger el plato de la mesa.
Una vez que terminó de batir la mezcla, la acercó al horno, pero como estaba bastante caliente, me pidió que lo ayudase con eso. Listo, la mezcla fue introducida en el horno. Acto seguido, Gabriel miró la hora en el microondas y se dispuso "limpiar" el cuenco donde había batido la mezcla. Me dijo riendo, que esa era su parte favorita.
Prácticamente enterró la cara dentro del cuenco, dejándolo completamente limpio. Al terminar, una enorme sonrisa iluminó su rostro, luciendo una mancha de chocolate en su nariz.
Al finalizar los 25 minutos dentro del horno, él cogió un cuchillo y lo enterró en la torta para comprobar que estuviese lista. Y así fue. La sacamos del horno y esperamos a que enfriase para llevarla a casa de mi tía. Le sugerí sacarla de la bandeja refractaria y ponerla en una bonita bandeja, pero me dijo que prefería llevársela así. Y aquí tienes el resultado final:
Ciertamente la adolescencia trae consigo una perspectiva diferente. Se hacen importantes pequeñas cosas que antes pasaban desapercibidas; es una etapa en la que hay que reforzar los valores que se han ido inculcando en nuestros hijos desde la niñez. Sobre todo hablar mucho con los chicos. Hay quienes dicen que no podemos ser amigos de nuestros hijos. Yo pienso lo contrario. Necesitan confiar plenamente en nosotros como padres. Que sus emociones, sus inquietudes, curiosidades, sean esclarecidas con sus padres y no con extraños. Nosotros queremos lo mejor para ellos y si no pueden confiar en nosotros porque insistimos en mantener la figura de autoridad, entonces luego no nos quejemos de que no sabemos nada de lo que les pasa.
English
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I often used to think about what my son would be like when he reached his teenage years. I worried because I know that his dad was a rebellious teenager, who ran away from classes and was expelled from two schools. My older brother was very rebellious as a teenager and stood up to Dad several times.
With these genes, I thought it would be difficult to control a boy at this stage, even more so when I was alone. It was a recurring thought, until the physical changes began and with them, changes in behavior, attitude and thinking.
His voice began to change, he began to be moody at times, to respond haughtily and to stop liking things he used to love.
In the beginning we had some conflicts because I, in my eagerness to try to make myself respected and in my total inexperience, made mistakes by raising my son's voice, mistakenly thinking that this was one of the ways to get him to lower his tone.
I know that he is just beginning this stage and that it lasts until he is approximately 18 years old, but we have managed to achieve a balance and peace between the two of us. There are times when he raises his voice at me and don't think that I don't feel provoked to do the same, but I shouldn't do it.
So I've had to take a deep breath and talk to her in a soft, but firm tone of voice and ask her what's wrong. Sometimes he cries, but usually he calms down and tells me what is happening to him at that moment.
I have had to understand that this change in him, must be shared, that I must accept his momentary outbursts of bad moods and above all that I must talk to him a lot, that I must explain many things to him and to make our bond closer.
On the other hand, his interest in cooking is awakening. She has wanted to learn how to make simple things like rice, pasta, boiled eggs and baked potatoes.
By the way, on Monday, December 12, my aunt, my mom's sister, had her birthday. My son is especially fond of her and calls her " granny". He was worried because he didn't know what to give her, since she doesn't like to wear earrings, bracelets, chains or necklaces. Suddenly he said to me:
I know mommy, let's make a cake for grandma!
I told him that the mixer was damaged and he told me that we should make one of those mixers that come with all the mixture in sachets. Perfect, we went to buy it and when we got home, he told me he wanted to make it himself.
I know it's a simple procedure for anyone with at least a basic knowledge of cooking, but for a kid, I have my doubts about the skill, but my son proved that he is up to any difficulty.
Another thing I forgot to tell you is that aside from the mood swings, he has become quite the gentleman. When we go to the market, he doesn't allow me to carry any shopping bags. At home, he helps with the chores, he likes to help me wash the dishes, clean the stove after I have finished cooking.
It makes me feel good that he is developing this kind of character, this kind of personality of a collaborative person, because I am sure that wherever he goes, he is not going to be a nuisance to anyone, those kind of men who always expect to be waited on, who are not able to pick up the plate from the table.
Once he finished beating the mixture, he put it near the oven, but since it was quite hot, he asked me to help him with it. Ready, the mixture was placed in the oven. Then, Gabriel looked at the time on the microwave and set about "cleaning" the bowl where he had whipped the mixture. He told me, laughing, that this was his favorite part.
He practically buried his face inside the bowl, leaving it completely clean. When he finished, a huge smile lit up his face, sporting a chocolate stain on his nose.
At the end of the 25 minutes in the oven, he took a knife and buried it in the cake to check that it was ready. And it was. We took it out of the oven and waited for it to cool before taking it to my aunt's house. I suggested taking it out of the baking dish and putting it in a nice tray, but she said she preferred to take it with her like that. And here you have the final result:
Adolescence certainly brings with it a different perspective. Little things become important that were previously unnoticed; it is a stage in which we must reinforce the values that have been instilled in our children since childhood. Above all, we must talk a lot with our children. There are those who say that we cannot be friends with our children. I think the opposite. They need to fully trust us as parents. That their emotions, their concerns, their curiosities, are clarified with their parents and not with strangers. We want the best for them and if they can't trust us because we insist on maintaining the authority figure, then let's not complain that we don't know anything about what's going on with them.
