Pinceladas de un encuentro

in Venezuela4 months ago


En un vuelo de Copa Airlines procedente de República Dominicana, arribé al Aeropuerto Internacional de Maiquetía “Simón Bolívar” la lluviosa mañana del día 24 de marzo de 2006. Me cautivó la majestuosa belleza del mar y las montañas que me recibieron con sus colores intensos, exacerbados por la fuerza sin frenos de la primavera tropical. El verde olivo reinante me traía a la mente los paisajes de la Sierra Maestra en el alto Oriente cubano, aunque la diferencia de altitud entre ambas zonas montañosas es notable. La Cordillera de la Costa venezolana presenta alturas impresionantes de casi tres mil metros, que yo veía sobrecogido a través de la ventanilla del taxi en que viajaba por una abrupta carretera, por la que el chofer conducía a una velocidad alucinante que provocaba vértigo.



El viaje se alargó un poco, pues tuvimos que desplazarnos un tramo de unos tres kilómetros por una vía alternativa de la autopista Caracas-La Guaira, debido a la clausura del viaducto número 11, que había colapsado cinco días antes, el 19 de marzo.
Finalmente, divisamos la gran ciudad suramericana y en pocos minutos comenzamos a movernos por sus calles y avenidas, hasta llegar a la Plaza de la Bandera, y de allí, a la Fundación de Etnomusicología y Folklore (Fundef) en la Quinta Micomicona de la Avenida Zuloaga, donde nos recibiría el doctor Benito Irady, su presidente.



Mi visita era profesional, estaba invitado al Encuentro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado que, bajo el eslogan América una sola patria, se realizaría del 25 al 31 de marzo. Allí compartiría experiencias con intelectuales, artistas (profesionales y aficionados), especialistas y estudiosos de temas socioculturales, representantes de 14 países donde se practica el arte de la improvisación poética y la escritura de décimas, coplas y otras formas estróficas de la lírica en lengua española y portuguesa.



Entre los participantes se hallaban amplias representaciones de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España (Islas Canarias), México, Panamá, Perú, Portugal, Puerto Rico, Uruguay, Cuba y el profesor Philip Pasmanick, de San Francisco, Estados Unidos.



Mi participación en ese evento como especialista de música tradicional campesina e improvisación poética, profesor de talleres especializados de repentismo infantil e investigador de tradiciones y procesos de enseñanza, incluía la presentación de la ponencia En pos del futuro, el trabajo con niños y adolescentes en la provincia de Las Tunas, Cuba y coordinar una de las mesas teóricas programadas, además de presentar el audiovisual Y de repente… el verso, muestra documental de los resultados obtenidos durante cinco años de trabajo con veinte niños en la Casa Iberoamericana de la Décima Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé.



En ese viaje me acompañaron Antonio González Borrego y Alejandro Ceballos Vidal, ambos con 14 años de edad, dos “carajitos” que sorprendieron a todos con su talento. El evento incluyó una estancia de tres días en el Estado de Nueva Esparta, durante los cuales compartimos con la población, quedando para siempre en nuestra memoria el encuentro con estudiantes y profesores de la Escuela de Cantos Tradicionales “San Martín de Porras”, la presentación artística ante una multitud en el muelle de Juan Griego, Isla Margarita. Allí conocimos a los afamados intérpretes de la bandola oriental Chelías Villarroel, Luis Miranda y Alberto Valderrama Patiño (Beto), así como a algunos poetas locales, quienes nos aportaron vivencias inolvidables.



De regreso a la urbe caraqueña, volvimos al hotel Caracas Hilton. Desde la altura de nuestra habitación en el piso 12, disfrutábamos de excelentes vistas de la enorme ciudad abrazada por el imponente Monte Ávila, paisaje urbano impresionante, mezcla de techos rojos y altos edificios, rematado por barrios periféricos donde imperaba el rojo ladrillo característico de las construcciones de los cerros, laberintos de casas humildes y callejuelas intrincadas prendidas a las escarpadas laderas como símbolos de supervivencia. En esa privilegiada posición, el mismo día de mi llegada, sin quitarme siquiera “el polvo del camino”, del fondo de mi alma brotaron estos versos:
CARACAS (primera impresión)

Caracas, mar de asfalto y estructuras,
bulle agitado en brazos de un verdegris gigante.
El ladrillo se prende de sus bordes
como las cabras montesas al abismo
y el vértigo oprime el corazón
de quien lo ve trepar las escaleras de los cerros.

    Caracas es un mar de asfalto y automóviles

y yo, asustada hormiga,
me ahogo entre sus calles.



Estas son algunas de mis vivencias en mi primera visita a Venezuela, al año siguiente volví a pisar la tierra de Bolívar, Andrés Eloy Blanco y Aquiles Nazoa, permaneciendo algo más de tres fructíferos meses en los históricos llanos de Cojedes, donde me enamoré de la cultura y las costumbres del Bravo Pueblo llanero, que hoy siguen siendo parte de mi vida.

El texto publicado es original y las imágenes son de mi propiedad.



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Ha de haber sido un viaje sin dudas maravilloso con ustedes tres, grandes cultores de la décima, ¡iluminando los senderos de la tierra bolivariana!

Seguro hermano. Fue un crecimiento espiritual y de aprendizaje

Es bueno ver cómo la nueva generación aprecia y hace la décima. Lindas vivencias que enriquecen nuestro espíritu.