Vamos a descansar, mañana llevaré las piedritas, a cierto artesano y él nos dirá, de que se trata y si tienen valor. Al otro día en la mañana los dos hombres fueron al pueblo más cercano y localizaron al artesano -el pescador espero fuera- el cerero sólo presentó una piedra, el fabricante de joyas dijo que efectivamente se trataba de un diamante; como no estaba certificado ni pulido, le ofreció cierta cantidad de monedas de plata; pero era bastante para adquirir alimentos para un mes, de ambos hogares; el pescador feliz separó alimentos que llevaría para su hogar.
Los dos hombres acordaron ir a la isla, y crear una estrategia para que los isleños, se antojaran de querer tener velas y así entre ellos dos harían intercambio comercial. Al otro día salieron antes que el sol despuntará en el horizonte; navegaron el día y llegaron cuando estaba terminando la tarde. Los isleños saludaron al extranjero, con buen ánimo. Entonces el cerero, subió a la cúspide de una montaña y prendió una vela. Pasaron varios minutos y mientras oscurecía nadie se daba cuenta de la novedad; prendió una segunda vela, y ocurrió la magia, de varias casas salieron a observar la candela, un líder subió a la montaña y acordaron al otro día presentar el invento a las gentes en la plaza.
La vela gusto inicialmente para emergencias en cada hogar, acordando que el pescador las suministraría a precios módicos. El cerero regresó a su hogar cargado con muchas piedras-diamante, y entusiasmado volvió a su oficio de cerería, hasta su muerte. Vivió cómodo, con la venta de diamantes, pero no abandonó lo que lo hacía felizmente útil. El pescador también cambio sus estrellas, e igual su tienda siempre tenía velas. Un día le preguntó a su amigo y socio, porqué la riqueza no lo sacó de su condición humilde; a lo que él contestó:
"Amigo mío, mi padre fue navegante y en algún lugar aprendió el arte de la cerería, yo fui el único que le heredé esa profesión, Papá un día me dijo: -fabrica siempre velas y trata de hacer una vida con ellas, no importa si alguien no tiene para pagarlas; sé luz para su cabaña, porque el Eterno-Creador un día te recompensará-
¡Querido pescador: Tú y tu isla fueron mi recompensa enviada por el Eterno, en mí plegaría le dije que siempre tendría una forma de entregar mi luz! -las velas son mi luz-
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