Hola amigos de la comunidad. Vengo a compartir en esta oportunidad un viaje que realicé a la ciudad de Caracas.
Con frecuencia viajo a Caracas a visitar a mi madre, hermanas y sobrinos. Como he comentado en otras publicaciones ellos viven en la misma urbanización y se turnan para cuidar a mi mami que pronto cumplirá 90 años.
Salí desde el terminal de Maracay, aproximadamente a dos horas de camino en una camioneta de pasajeros. En estas rutas hay que esperar a que se llenen todos los asientos para salir. En esta oportunidad tuvimos que esperar casi una hora a pleno sol. Con el calor de Maracay esto fue un baño sauna.
Cuando se entra a la ciudad de Caracas acostumbro quedarme en la autopista, en el puente El Valle, en el sector Longaray, apenas a dos cuadras de la Urbanización, pero el chofer me dijo que eso ya no estaba permitido, así que tuve que llegar hasta el terminal La Bandera y alll tomar una camioneta de pasajeros hasta El Valle. No es muy lejos y llegué rápido.
Pero me ocurrio algo que dije que no volería a hacer. Al llegar a mi parada, la camioneta se paro un poco antes del cruce de peatones y yo de manera arriesgada cruce la avenida en ese lugar.
En el medio de los dos canales hay un muro como de mas de medio metro de alto y una isla ancha con grama y árbustos. Para no tener que caminar por la avenida hasta llegar al paso de peatones, se me ocurrio subir el muro. Yo llevaba en las manos una caja con un filtro de agua que mi hija le había regalado a mi hermana. No pesaba pero tenia que sostenerlo con ambas manos.
Agarre impulso y subí al muro y pensé ¡Qué facil! ¡pude hacerlo! pero en ese momento mi cuerpo perdió el equiilibrio y me fui hacia atrás, trastabille tratando de no caer a la avenida. Si venía un carro en ese momento me iba a atropellar, además del golpe que iba a recibir al caer contra el pavimento. Como pude solté una mano de la caja y me fui hacia adelante y caí de rodillas. El corazón me latía con fuerza. Creo que nadie me vio, eso espero. Me paré rápido y caminé hacia el paso peatonal para cruzar al otro lado. Eso me sucedió por no acatar las normas de transito, fui muy imprudente al creer que aún puedo estar saltando de esa manera.
Al llegar al apartamento de mi hermana, mi mamá me recibio con mucha alegría. Fue una sorpresa porque no sabía que vendría. Su sonrisa fue muy linda. La abracé y le dí un beso en su suave mejilla.
Esos dias fueron de reuniones con mis otras tres hermanas. Hice polvorosas, uno de mis dulces favoritos y también los de mi familia, para compartir en una tarde de pintar mandalas, escuchar música y bailar.
Por supuesto, no puede faltar el café y la merienda. La pasamos muy bién, nos reimos mucho recordando tiempos pasados. Mi madre se veia felíz aunque no quiso pintar.
Aquí estamos concentradas pintando mandalas que es una actividad muy relajante, tomando café y merendando
También ayude a mi hermana en algunas labores de casa. Ella pronto va a recibir la visita de su hija menor que vive en Francia y que tiene varios años fuera. Esta muy entusiamada, arreglando el apartamento antes de que ella llegue.
La ayude en todo lo que pude. Limpiamos y cortamos el monte del patio. Nos afanamos mucho y era la primera vez que lo haciamos con una tijera podadora y debo decirle que fue un buen ejercicio físico. Lo hicimos por tres días y me quedaron doliendo los brazos y las piernas pero fue divertido y además llevamos mucho sol.
Aquí estoy yo, a pleno sol del mediodia cortando el monte Y los gatos que viven en este edificio y que son alimentados y cuidados por varios residentes, no dejaron de vernos mientras trabajamos. Ellos son muy curiosos.
El día lunes fue tarde de cine con mis dos hermanas, esto es ya casi una rutina cuando las visito, no puede faltar esta salida. Vimos una película venezolana llamada Asesinos Notables. No fue extremadamente buena pero en general nos gustó. La sala estaba vacia con la excepción de nosotras tres y una pareja. La competencia de otras películas taquilleras como Los Cuatro fantásticos era muy fuerte.
Regresé a Maracay un día miercoles para poder asistir a los ensayos de la Coral que comenzaba despues de las vacaciones. Siempre llego con las energías renovadas, estar con mi familia es algo que me hace sentir muy bién.
Greetings, friends of this community.
I often travel to Caracas to visit my mother, sisters, and nephews. As I have mentioned in other posts, they live in the same neighborhood and take turns caring for my mother, who will soon turn 90.
I left from the Maracay terminal, about a two-hour drive away, in a passenger van. On these routes, you have to wait until all the seats are filled before you can leave. This time, we had to wait almost an hour in the blazing sun. With the heat in Maracay, it was like being in a sauna.
When entering the city of Caracas, I usually stay on the highway, on the El Valle bridge in the Longaray sector, just two blocks from the neighborhood, but the driver told me that this was no longer allowed, so I had to go to the La Bandera terminal and take a passenger van to El Valle. It's not very far, and I got there quickly.
But something happened that made me say I would never do it again. When we reached my stop, the van stopped a little before the crosswalk, and I took a risk and crossed the avenue at that spot.
In the middle of the two lanes, there is a wall about half a meter high and a wide island with grass and bushes. To avoid having to walk along the avenue to the crosswalk, I decided to climb the wall. I was carrying a box with a water filter that my daughter had given to my sister. It wasn't heavy, but I had to hold it with both hands.
I gathered momentum and climbed onto the wall and thought, “How easy, I can do it,” but at that moment my body lost its balance and I fell backwards, stumbling as I tried not to fall onto the street. If a car had been coming at that moment, it would have run me over, in addition to the blow I would have received from falling onto the pavement. I managed to let go of the box with one hand and fell forward onto my knees. My heart was pounding. I don't think anyone saw me, at least I hope not.
I quickly got up and walked to the crosswalk to cross to the other side. This happened to me because I didn't follow the traffic rules. I was very reckless to think that I could still jump like that.
When I arrived at my sister's apartment, my mom welcomed me with great joy. It was a surprise because she didn't know I was coming. Her smile was very beautiful. I hugged her and kissed her soft cheek.
Those days were spent with my other two sisters. I made polvorosas, one of my favorite sweets and also my family's, to share on an afternoon of painting mandalas, listening to music, and dancing. Of course, coffee and snacks were a must. We had a great time, laughing a lot as we reminisced about the past. My mother looked happy even though she didn't want to paint.
I also helped my sister with some housework. She will soon be visited by her youngest daughter, who lives in France and has been away for several years. She is very excited, tidying up the apartment before she arrives.
I helped her as much as I could. We cleaned and cut the bushes in the yard. We worked hard, and it was the first time we had done it with pruning shears, and I must say it was good physical exercise. We did it for three days, and my arms and legs were sore, but it was fun, and we got a lot of sun.
On Monday, I went to the movies with my two sisters. This has become almost a routine when I visit them; we can't miss this outing. We saw a Venezuelan film called Notable Assassins. It wasn't extremely good, but overall we liked it. The theater was empty except for the three of us and a couple. The competition from other blockbuster movies like Fantastic Four was very strong.
I returned to Maracay on Wednesday to attend choir rehearsals, which were starting after the holidays. I always come back feeling recharged. Being with my family makes me feel really good.
La imagen de la presentación la diseñe en Canva con fotografías propias.
Todas las fotografías son propias.
La traducción al inglés la realicé en www.deepl.com