English
Today, on my way home, I passed by what was once one of the liveliest corners of the town. From early morning on, long lines gave the place meaning, stretching well into the afternoon.
Seeing a tinted window that returned a desolate image, I didn't think twice: I took out my cell phone and captured the moment, without asking permission or seeking an explanation. Passing by was a guarantee of casual greetings, familiar and unfamiliar faces selling coffee, breakfast, ice cream... and any creative way to earn a daily living.
Entire families lived off these improvised sales, full of flavor and humanity. Today, there's no more coffee, no more homemade cakes, no more lovingly made sandwiches. The filling station has closed, a commemorative corpse of bureaucracy and neglect. I pass by there twice a day, and there are no more greetings, no more faces, no more chance to fill a gas cylinder.
After spending two hours preparing coffee and breakfast for my mom and me on a Chinese electric stove, I walk briskly outside. As I cross that space, what I see is a reflection of something that is no longer… and perhaps, will never be.
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━✦❘The End ❘✦━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
Español
Hoy, al regresar a casa, pasé por lo que alguna vez fue uno de los rincones más vivos de la localidad. Desde la madrugada, largas colas le daban sentido al lugar, extendiéndose hasta bien entrada la tarde.
Al ver una ventana polarizada que me devolvió una imagen desolada, no lo pensé dos veces: saqué el celular y capturé el momento, sin pedir permiso ni buscar explicación. Pasar por allí era garantía de saludos casuales, de rostros conocidos y desconocidos vendiendo café, desayunos, helados… y cualquier forma creativa de ganarse el sustento diario.
Familias enteras vivían de esas ventas improvisadas, llenas de sabor y humanidad. Hoy ya no hay café, ni tortas caseras, ni sándwiches hechos con cariño. La estación de llenado cerró. Quedó como un cadáver conmemorativo de la burocracia y la desidia. Paso por allí dos veces al día, y ya no hay saludos, ni rostros, ni posibilidad de llenar una bombona de gas.
Después de pasar dos horas preparando café y desayuno para mi mamá y para mí en una cocina eléctrica china, salgo caminando a paso redoblado. Y al cruzar por ese lugar, lo que veo es un reflejo de algo que ya no es… y quizás, ya no será.