Jajajaja. Sí. El juego con las sombras es uno de los juegos más imaginativos que podamos tener. Yo que he visto vacas y toros y pueden causar mucho miedo por su imponente tamaño, aquí se ven chiquita (o)s, casi inocentes a los pies de la gran montaña. Ta vez en eso radica nuestros miedos engrandecemos su sombras y logramos darles una supremacía que no tienen. Bonita noche y abrazos por aquí.
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Que yo recuerde, siempre me ha llamado la atención. De jovencito (que venga Matusalén y lo vea) me gustaba hacer tonterías con las sombras proyectadas en la pared. Conocí a personas que utilizaron esas habilidades para hacer verdaderas obras de arte surrealista, sólo con la habilidad de sus manos hasta el punto de llegar a maravillar al espectador. Con los animales siempre he mantenido una relación cordial. En Asturias, en casa de mis abuelos, había vacas y algún que otro toro, al que allí llamaban 'choto'. Las vacas son inofensivas, pero a los chotos había que respetarlos, pues tenían su genio. Estas terneras de mis fotografías, que campan en libertad en los duros inviernos a la vera de una sierra de lo más ingrata en invierno, la de Pela, que hace frontera con Guadalajara, Soria y Segovia, son inofensivas si no se las provoca, supongo que como todo animal. Para Jung, la sombra, en sentido figurado, viene a ser como una proyección de nosotros mismos que hacemos sobre los demás y ya sabes que desde siempre y en todas las culturas, se ha hablado de las buenas y las malas sombras en relación a las personas. Por eso hay que estar ojo avizor: hay mucha mala sombra suelta, ja, ja, ja. Un abrazo