Concurso de minicuentos satíricos y humorísticos en homenaje al escritor venezolano Antonio Arráiz

in Literatos3 years ago (edited)

@literatos, con el patrocinio de @theycallmeddan, nos convocan a un concurso de minicuentos satíricos y/o humorísticos en homenaje al escritor venezolano Antonio Arráiz.

Esta es mi participación:

Julián y Aquino

El rey había decidido abdicar a la corona de aquella apartada comarca, y que alguno de sus dos hijos asumiera el trono, Julián: alto, fuerte y decidido; y Aquino, pequeño, frágil, pero muy habilidoso.

Julián esgrimía en su escudo un tigre, simbolizando su fuerza y arrojo en el combate, mientras que Aquino tenía un conejo, simbolizando su inteligencia y rapidez para solucionar los problemas.

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Aunque la comarca tenía una gran muralla protectora, temían por los Bardunes, tribus nómadas y guerreras que desde siglos habían intentado invadirlos.

Se hacía irremediable unir a la comarca con la de los Tarmenales, guerreros, bien armados, y no como ellos con tradición agrícola.

Estaba cerca la fiesta de carnaval, allí los dos hermanos tratarían de conquistar a la princesa de Tarmenalia, comprobando con un discurso, a mitad de fiesta, por cuál de los dos el pueblo tenía más aceptación.

Ese año todo el mundo debía ir disfrazado de algún animal, así que al pueblo se le informaría qué disfraces usarían los dos hijos del rey para que nadie los usara.

Enterado estaba Julián de las simpatías que despertaba Aquino en la población, porque aunque no era fuerte como él, era simpático y muy caritativo. Con el firme propósito, entonces, de no dejarse quitar la corona por él, ideó retarlo a un duelo, y le habló en los siguientes términos:

—Mirad, Aquino, hermano mío, por tu bien os digo, y sabéis que no hablo en chanza, esa corona es mía, o te apartáis a motus propio, o me veré obligado a usar la fuerza.

Aquino, que no solo tenía una voz muy suave, sino un gesto dulce, le dijo a su hermano:

—Oh, hermano mío, por qué me habláis de tal modo, vos sabéis que yo reconozco tu poderío y superioridad, cómo podría yo ser el preferido.

—No te hagáis el soquete, que sabéis bien que las encuestas te tienen como ganador.

—Bah, eso es fácil de solucionar —dice Aquino dándole la espalda.

—Julián lo toma por los hombros, lo voltea y le pregunta: ¿fácil? ¿Os parece fácil la picoca de diez puntos?

—Tranquilo, os tengo la solución —dice Aquino —todo estará en el disfraz de la fiesta, os disfrazarás de conejo, y así aumentares tu simpatía; aquí la gente no gusta de los tigres.

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—¿De conejo? ¡Estáis fundido del coco! un tarajallo como yo, vestido de conejo?

Aquino supervisaba a las modistas para que el traje le quedara a su hermano bien ajustado.

Los sirvientes comentaban en voz baja mientras lo vestían:

—¿Un conejo? Más bien parece un burro.

—¡Qué va!, jamás me veré como un conejo, soy muy grande.

—Tranquilo, hermano mío, aquietaos, confiad en mí, mientras vayas comiendo estas zanahorias, todo el mundo te verá como un conejo.

—Sabéis muy bien que cuando niño las zanahorias me daban flatulencias

—Eso sucedía cuando erais niño, ya estáis manganzón.

—¿Y de qué iríais disfrazado tú?

—Yo no iré a la fiesta, tampoco es como para quedarme viendo cómo te quedáis con ese monumento de mujer y el trono, así que me marcharé por esos mundos de Dios.

Entra Julián al salón, luego de la fanfarria de rigor, ante la mirada atónita de todos; el presentador dice a los presentes, con clara voz:

Entra el príncipe Julián disfrazado de burro, la risa fue colectiva, uno de los asistentes le dio un rodillazo al presentador y le sopló al oído, enseguida corrigió:

—Perdón, de conejo.

Ante el gesto severo de los guardias, la gente mantuvo la compostura; la princesa no salía de su asombro.

Recordó entonces el truco de la zanahoria y comenzó a comerlas como lo hace un conejo; en ese momento la gente lo ovacionó enérgicamente.

La orquesta comenzó a tocar, Julián se puso de pie para sacar bailar a la princesa cuando sintió el primer retortijón, aguantó cómo pudo, pero fue inevitable; cayó al piso tomándose el estómago con ambas manos, los olores desagradables envolvieron la escena, la princesa sintió náuseas y se llevó su fino pañuelo a la boca.

En ese momento, entró Aquino vestido de tigre:

— Rápido_dijo_aisláis a mi hermano, que puede ser una nueva cepa del virus, atiendan a la princesa, abran los ventanales, que entre aire fresco.

Días después, Aquino y la princesa se casaron, y todos fueron felices para siempre.

Si deseas unirte al concurso aquí la información

Sort:  

Esperemos que los cuentos se hagan realidad y todos podamos tener finales felices y comer muchas perdices, como se solía decir antiguamente. Suerte en el concurso, pana.

Gracias, mi harto pana.

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Siempre agradecido, mis hermanos del alma.


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Jajaja, que cómico 😄🤣 y qué cruel... Que manera de ganarse a una dama. Felicidades compañero, muy buen cuento

Jaja, recuerdo aquello de que en la guerra y el amor todo se vale, hasta valerse de una zanahoria.
Saludos y gracias por tu lindo comentario.

Saludos, Carlos. Primero que nada, felicitaciones por estar entre los ganadores. Ya te había comentado que estaba pendiente de pasar por acá, pero entre una cosa y la otra queda uno más enreda'o que Julián.
Siempre un placer leerte.
Ese cuento nos recuerda que la rivalidad entre hermanos es la mejor evidencia de que al nace barrigón no se le debe dar zanahoria. Desde Caín y Abel hasta Adán y Evo, la historia de la humanidad está signada por la ambición, la traición y la estupidez.

Así es mi hermano.
Adam y evo Morales?