Llegamos al centro comercial, realmente no era la gran cosa ya que tenía más oficinas que locales comerciales, pasamos el camino desde las escaleras hasta los bancos, agarrados de las manos, de una manera tan firme y segura que me hacía sentir de una manera que estábamos juntos como un par de almas que se funcionan como llamas.
Pero el amor moriría poco, era algo inevitable.
—Estoy feliz de estar contigo -lo dijo mientras se sentaba y se arreglaba para verme con sus profundos ojos marrones
—Llevaba meses extrañado sentirte -lo abracé, había olvidado cuantas veces ya lo había abrazado en esa tarde —Y lo voy a seguir extrañando cuando te vayas.
Estamos claros de cual era nuestra situación, pero no era razón para expresar un poco el dolor a viva voz. Tampoco era la primera vez que nos separábamos, sería la segunda, pero es que mi decisión ya está tomada. No quería meterme otra vez en el mundo de las relaciones a distancia, y aunque lo amara mucho, era aún más fuerte el dolor de la distancia, y él sabía sobre mi decisión. No había vuelta atrás.
—Quizás en otro momento…
—Sí quizás, pero igual no lo creo, habría que esperar a estar juntos, y tienes un camino largo que recorrer -interrumpí, y lo mejor era no seguir, no podía ser tampoco tan dura.
El momento en el que levantó su mirada hacía mis ojos, sentí una ganas inmensas de amarlo, amarlo de la manera más inocente y genuina posible, quería estar con él, y ver su evolución como persona, brindarle ese apoyo… Me sentía enamorada, me sentía amada cuando me miraba con tanta calma y me ayudaba a solucionar mis crisis de la manera me afectiva (y efectiva) posible.
Y solo lo besé, sentía como cada emoción iba recorriendo mi cuerpo, haciéndome querer que aquel momento fuese eterno, sus labios se sentía tan suaves al contacto con los míos, mis manos en sus mandíbulas con algo un rastro de barba finamente cortada… Mi cuerpo seguiría respondiendo igual a sus besos, no tendría duda.
Pero volvió a acabar el momento, con lagrimas en los ojos y un nudo en el pecho me separé de su calor.
—Te amo, por favor avisa cuando llegues. -Sin muchas ganas me levanté y empecé a caminar, no miraría hacía atrás a donde estaba dejando mi gran amor.

Pero el amor moriría poco, era algo inevitable.
—Estoy feliz de estar contigo -lo dijo mientras se sentaba y se arreglaba para verme con sus profundos ojos marrones
—Llevaba meses extrañado sentirte -lo abracé, había olvidado cuantas veces ya lo había abrazado en esa tarde —Y lo voy a seguir extrañando cuando te vayas.
Estamos claros de cual era nuestra situación, pero no era razón para expresar un poco el dolor a viva voz. Tampoco era la primera vez que nos separábamos, sería la segunda, pero es que mi decisión ya está tomada. No quería meterme otra vez en el mundo de las relaciones a distancia, y aunque lo amara mucho, era aún más fuerte el dolor de la distancia, y él sabía sobre mi decisión. No había vuelta atrás.
—Quizás en otro momento…
—Sí quizás, pero igual no lo creo, habría que esperar a estar juntos, y tienes un camino largo que recorrer -interrumpí, y lo mejor era no seguir, no podía ser tampoco tan dura.
El momento en el que levantó su mirada hacía mis ojos, sentí una ganas inmensas de amarlo, amarlo de la manera más inocente y genuina posible, quería estar con él, y ver su evolución como persona, brindarle ese apoyo… Me sentía enamorada, me sentía amada cuando me miraba con tanta calma y me ayudaba a solucionar mis crisis de la manera me afectiva (y efectiva) posible.
Y solo lo besé, sentía como cada emoción iba recorriendo mi cuerpo, haciéndome querer que aquel momento fuese eterno, sus labios se sentía tan suaves al contacto con los míos, mis manos en sus mandíbulas con algo un rastro de barba finamente cortada… Mi cuerpo seguiría respondiendo igual a sus besos, no tendría duda.
Pero volvió a acabar el momento, con lagrimas en los ojos y un nudo en el pecho me separé de su calor.
—Te amo, por favor avisa cuando llegues. -Sin muchas ganas me levanté y empecé a caminar, no miraría hacía atrás a donde estaba dejando mi gran amor.

