Abrazos, querida comunidad. Quiero contarles, con demasiada emoción, que en mi aula de Musicalización Infantil estoy experimentando con el CUENTO MUSICAL, una herramienta artística-pedagógica de infinitas posibilidades, que nos permite abordar la expresión oral, corporal y musical (si es que no estoy redundando) y trabajar aspectos tanto técnicos como interpretativos de dos manifestaciones que se abrazan: la música y la literatura.
Y para hacerlo, como un primer ejercicio, escribí este cuento/poema en el que los niños y las niñas se convocan para solucionar un tema trascendental: el derecho a cantar, que es también el derecho a estar alegre.
Aunque no podría mostrarles el abordaje musical, les comparto el texto con mucho cariño.
Me lo contó un pajarito
y por eso les diré
que cuando los niños cantan
son muy pájaros también.
Las flores y los caminos
se pusieron muy felices
cuando de lejos se oyeron
las voces con sus matices.
Vinieron volando muchos,
aleteando melodías,
¡es que cuando un niño canta
llena todo de alegría!
Y cuando todos estaban
bajo el árbol de apamate
comenzaron la asamblea
que finalizó en empate.
Dijo un niño Cardenal:
disculpen que yo interrumpa,
pero me pone muy triste
la verdad que hoy nos apunta.
Habiendo tantas canciones
y cantos por inventar,
que no todo niño tenga
libertad para cantar.
Que lo ocupen con tristeza
o tenga que trabajar
y que no le quede un rato
bajo el sol para jugar.
En eso salió volando
bajitico una Tordita,
y diciendo “¡basta!, ¡basta!”
le salió una lagrimita.
Azulejo y Guacamaya
diciéndose “qué hay que hacer”,
para que todos vinieran
y cantaran con placer.
Y un pájaro Carpintero,
que por supuesto era un niño,
les dijo muy serenito:
La respuesta es el cariño.
Pues siéndoles muy sincero,
entre los que hoy no han llegado
tengo muchos amiguitos
que jamás han trabajado.
Y aún teniendo muchas cosas
cargan triste el corazón
y sólo les hace falta
un poquito de atención.
Como el Chuchube no es bobo
lo interrumpió de inmediato,
diciendo que qué iba a ser
de este mundo tan ingrato.
Y un Zamurito le dijo
que había que seguir cantando,
que la música era vida
para quien está escuchando.
Finalmente los reunidos
firmaron un manifiesto
donde exigieron la paz
y ya les contaré el resto.
Una sola situación
la reclamaron como hecho:
QUE PARA TODOS LOS NIÑOS
CANTAR SE VUELVA UN DERECHO.
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