El Noctámbulo (Capítulo 13: Ansiedad en la mansión)

in Literatos3 years ago

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La novela contiene narración gráfica de asesinatos e imágenes fuertes, por lo que se recomienda discreción. Apto para mayores de edad.

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Desde aquella noche, Wyatt iba cada tarde a enseñarle defensa personal a Julieth, bajo la vigilancia de alguna mucama y aunque costó un poco al principio, pronto la joven empezó a tomar determinación y fuerza en sus movimientos.

Wyatt le había sugerido en los entrenamientos que lo primero que debía aprender eran movimientos defensivos, que ésa era la prioridad, pero que también le enseñaría algo de ofensiva para que tuviera más oportunidades de supervivencia.

Debido a la nueva ocupación de Wyatt, Benedict tenía que analizar solo las pruebas halladas y los testimonios. Hacía poco que se habían hecho panfletos que se distribuyeron y pegaron por toda la ciudad con un retrato hablado de El Noctámbulo, también había salido en los diarios para que al menos de esa forma, si la gente lo veía de lejos, se alejaran y dieran aviso a la policía.

Revisando su lista de posibles perpetradores, se dio cuenta de que los únicos sospechosos que les quedaban eran Dominic, Nicolai Petrov y ese tal Adelphos. Él y Wyatt, por separado, habían seguido e investigado a cada uno de los que estaban en la lista y los habían descartado, dejando únicamente a los antes mencionados.

Estaba pensativo, mirando a través del ventanal cuando cayó en la cuenta de que a Nicolai nunca lo había entrevistado, y pensó que ya era hora de hacerlo, entonces se alistó para salir y cuando menos lo pensó, ya estaba traspasando las verjas del palacete, siguiendo al mayordomo.

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Ubicada en las afueras de la ciudad, la propiedad de Nicolai Petrov era gigantesca. La casa estaba rodeada de jardines muy bien cuidados y al borde de estos, un bosque de altos pinos, lo que hacía que desde la calle no pudiera verse más que el techo y parte de la planta alta.

Benedict paseaba sus ojos por todo el lugar mientras avanzaba, la sensación al estar ahí le resultaba incómoda.

Por aquella época del año, los bancos de niebla eran comunes en zonas boscosas, por lo que no le sorprendió ver un poco de niebla rodeando la propiedad, lo que le causaba aún más inquietud.

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Mientras avanzaban por el camino en el bosque de la propiedad (la entrada era extensa) detrás de un curva en el camino, Benedict pudo ver la casa en plenitud, y se dio cuenta de que Wyatt tenía razón, ésta no tenía nada que envidiarle a una Abadía.

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—Espere aquí, por favor, señor Fletcher. Avisaré al amo que usted le visita —le hizo saber el hombre al llegar al vestíbulo.

Benedict se quedó allí solo, contemplando los detalles de la arquitectura. Era excelsa pero le inquietaba demasiado, no era fanático de la arquitectura gótica.

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No podía imaginar a la pobre Julieth viviendo ahí.

De vez en vez, tuvo que voltear porque se sentía observado, aunque no encontraba la fuente de su inquietante sensación.

—Sígame, por favor, el señor Petrov lo atenderá en su despacho, tomaba un baño por lo que, tardará un poco en atenderle.

Benedict siguió al mayordomo.

Con su poder de observación, el detective se dio cuenta de que las mucamas que veía a su paso por la mansión, eran muy pálidas, tenían ojeras marcadas y trabajaban en silencio, prácticamente como autómatas, sin alzar la vista o inmutarse ante su paso por la casa. No obstante, una de ellas se atrevió a hacer contacto visual con él, y de esta forma el detective descubrió el miedo reflejado en sus ojos. La muchacha trataba de decirle algo con la mirada pero él no podía comprender de qué se trataba.

También notó que no había luz natural en la mansión, todas las pesadas cortinas de terciopelo estaban corridas y las velas alumbraban todo, pensó que quizá por eso el personal se veía tan pálido, como el mismo Petrov.

Subieron un par de escaleras más y traspusieron unas puertas dobles. Se encontraban en el despacho de Nicolai Petrov.

—Espere aquí al señor —dijo el hombre paliducho mientras salía cerrando las puertas.

Era la única habitación que tenía las cortinas abiertas, se había nublado tanto que parecía estar anocheciendo.

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Benedict volteó abruptamente de nuevo, pues otra vez tenía esa sensación de que lo observaban.

Sacudió la cabeza y se acercó a uno de los ventanales para echar un vistazo, y se llevó una gran sorpresa al ver que parte del patio trasero era un cementerio.

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—Veo que es bastante impresionable, señor Fletcher —dijo una voz a sus espaldas.

A Benedict le dio un vuelco el corazón, sin embargo no se sobresaltó. Al volverse, vio a Nicolai Petrov parado a escasos metros de él.

Benedict internamente se sintió azorado, ¿cómo era posible que se acercara tanto sin que se percatara de su presencia?

—¿A qué se refiere? —preguntó el detective sin inmutarse, mirando a su interlocutor.

—Mis familiares yacen en el cementerio de Moscú, y como no puedo ir a visitarlos allá, entonces en cada una de mis propiedades mando a construir lápidas y estatuas, una por cada familiar, así puedo, de cierta manera, tenerlos conmigo —explicó el hombre—, pero no vino a admirar mi cementerio, ¿cierto, detective?

—Tiene toda la razón —respondió Benedict intentando calmar la tensión que sentía. ¿Por qué estaba así?—, tengo algunas preguntas que hacerle.

—Espero que no sea en cuánto a mis coartadas, ya el otro detective me abordó el otro día frente al parlamento para ello y que yo sepa, corroboró cada una —dijo Nicolai sin dejar de mirar a Benedict. No había dejado de verlo ni un segundo, cosa que inquietaba al detective. Entendía por qué a Julieth le incomodaba tanto, sin embargo, el día de la fiesta de cumpleaños de la joven, no se había comportado tan extraño.

—Tengo entendido que se comprometió con Julieth Horan —empezó Benedict mientras miraba el cementerio detenidamente a través de la ventana, observando de vez en cuando a Nicolai con el rabillo del ojo, vigilando cada uno de sus movimientos.

—Así es, ¡es una chica con suerte! —exclamó. Benedict lo miró incrédulo, y el hombre sonrió ampliamente.

Si Benedict pensaba que el hombre era inquietante cuando su rostro estaba inexpresivo, se equivocaba, sonriendo de aquella forma lo era aún más.

—Tome asiento, detective...

La misma mucama que había mirado al detective de forma contundente en el pasillo, hizo aparición con una charola de panecillos y té. En esta ocasión no intentó llamar su atención de ningún modo.

Nicolai la estaba observando y de hecho no le quitó los ojos de encima desde que ella entró hasta que se marchó. Posteriormente él tomó la tetera para servir dos tazas.

—Sírvase panecillos, señor Fletcher —dijo mientras tenía la mirada ocupada en lo que hacía.

Benedict tomó uno, más por educación que por ganas y disimuladamente lo olió antes de darle una mordida.

—Espero le gusten, no se preocupe —dijo Nicolai deteniendo su acción para mirarle—, no los envenené.

Benedict dejó de masticar...

Nicolai sonrió ampliamente y luego soltó una carcajada.

—Es solo una broma, detective. Perdóneme, mi humor es negro.

Los panecillos no olían ni sabían raro pero aun así, a Benedict no le gustó la broma para nada.

—¿Cuál fue el motivo de su compromiso con la señorita Horan? —preguntó Benedict una vez que hubo tragado y dejando el resto del panecillo en la charola.

—¿Ya no quiere más pastelillos, señor detective? —preguntó vigilando cada minúsculo movimiento del hombre.

—Le hice una pregunta ¿seguirá dando rodeos? —preguntó Benedict.

Él sonrió burlonamente.

—No crea que es por la dote —se burló Nicolai—, es una muchacha interesante, hermosa y pura.

Benedict notó que al hablar de Julieth, mostraba gran interés, cosa que no lo tranquilizó, en definitiva, había algo raro.

—También ya sabrá los motivos por los que su padre y yo así lo decidimos —agregó.

—Muy lógico y todo, eso siempre que usted demuestre ser inocente —dijo el detective.

—¿Sospecha de mí? —preguntó el hombre con una sonrisa sardónica y con voz melosa.

—Para mí, cada habitante de la ciudad es un sospechoso —dijo Fletcher restándole importancia. Si sus sospechas eran ciertas y Nicolai Petrov era El Noctámbulo, acorralarlo en ese momento sería un suicidio.

Benedict no le había dicho a nadie que estaba allí, y aunque era un buen agente y sabía cómo defenderse, no podría hacerlo contra Nicolai y todo el servicio de la casa. Sintió un calor recorrerle desde los pies hasta la cabeza, era eso lo que había notado en los empleados, esa actitud tan rara y arisca solo se debía al miedo. Benedict comprendió que estaba en peligro y debía salir de allí cuanto antes...

Sin perder la calma se levantó.

—Por ahora será todo, señor Petrov —dijo intentando mantener la calma.

—Entendí que me haría unas preguntas y solo me hizo una —dijo sonriendo.

—Quedé en verme con alguien, por eso dije «por ahora» —dijo Benedict.

Nicolai ensanchó su sonrisa.

Se quedaron mirándose un rato, Nicolai aun con esa extraña sonrisa. Tal parecía, a interpretación de Benedict, que el hombre había desconectado su gesto facial de sus pensamientos, era como si su cuerpo hubiese quedado congelado, mirándolo, apenas parpadeando, mientras pensaba en lo que haría y evaluaba las posibilidades que tenía, finalmente habló:

—Está bien, está bien, detective, lo dejaremos así... «por ahora» —dijo burlonamente.

El hombre caminó hacia afuera mientras Benedict le seguía.

Aunque el lenguaje corporal del detective Fletcher lo hacía ver relajado, la verdad era otra, nunca había estado tan asustado, nunca nadie lo había hecho sentir tan acorralado.

Observaba el modo de caminar de Nicolai con detenimiento, se veía normal, pero aun así, no hacía ruido en lo absoluto. La mayoría de pasillos tenían una delicada alfombra que amortiguaba los pasos de Benedict, sin embargo, por más que éste hacía la prueba caminando con más cuidado, no silenciaba del todo sus pisadas.

—¿Practicando, detective? —preguntó Nicolai sin detener la marcha. El aludido estuvo a punto de detenerse por la sorpresa, sin embargo se repuso y siguió avanzando sin vacilar—, requiere años de práctica y cuando te das cuenta, ya te sale natural.

Bajaron las escaleras y Nicolai abrió la puerta.

Benedict se apresuró a salir.

—Ya estaremos hablando, señor Petrov —dijo aparentando tranquilidad.

—No tiene que fingir que quiere volver a encontrarse conmigo, corra ahora que así lo decidí y ya le dejaré un regalo en el camino por su visita, niño Fletcher —dijo y antes de que el detective se girara estupefacto, la puerta ya estaba cerrada. Al otro lado escuchó una risa maníaca bastante familiar. Ya no tenía ninguna duda.

Mientras prácticamente corría fuera de la propiedad, Benedict pensaba en como iba a atrapar a ese demente. Julieth corría serio peligro, ya era una realidad, tenía que hablar con Wyatt cuanto antes.

Nicolai Petrov moría de ganas por que reconocieran sus «obras» y así lo hizo notar, pudo bien al menos intentar cubrir sus huellas inventando excusas o comportándose lo más normal posible como había hecho siempre, pero esta vez saltaba a la vista que quería que Benedict supiera quien era, pero que no tuviera pruebas porque ésa era la forma en la que podía humillarlo más, sin sufrir las consecuencias.

Abordó un coche para dirigirse a casa, pero había todo un revuelo en el puente de Westminster, entonces decidió bajarse.

Corrió hacia el tumulto y descubrió lo que temía. Había un cuerpo al pie de las escaleras que bajaban al río Támesis.

Un cordón de policías apartaba a los curiosos, y junto al cuerpo estaba Wyatt, procesándolo.

Benedict negó con la cabeza, entendiendo las palabras de El Noctámbulo:

«Ya le dejaré un regalo en el camino, por su visita»

—¡Hey! —llamó Benedic a Wyatt al llegar junto a él—, ¿le reportaron esto al jefe Lancaster? ¿Hace cuánto hallaron a la muchacha?

—Sí, media hora o menos. Los testigos afirman que vieron a un landó que pasó a toda velocidad por aquí, alguien arrojó el cuerpo y el coche continuó el camino. Ya casi termino con el proceso. Como siempre la última palabra la tiene el forense, pero para mí murió de esto —dijo Wyatt con un dejo de tristeza, señalando las heridas corto-punzantes bastante profundas en el pecho y abdomen de la muchacha, aún sanguinolentas—. Ya ves... Exanguinación.

Al mirarla con detenimiento, Benedict la reconoció, se trataba de la misma mucama que le había dado una mirada contundente en la mansión de Petrov.

—Termina rápido con lo que te falte y vamos a mi casa, necesito hablarte de algo sumamente importante —dijo Benedict, aún algo descompuesto.

—¿Dónde te habías metido? —preguntó el joven asiático mientras hacía apuntes en su libreta.

—De eso se trata lo que quiero hablarte —dijo Benedict.

Luego de terminar con el proceso, Wyatt subió hasta la calle con Benedict mientras los policías hacían el levantamiento del cadáver. Subieron al coche en el que había venido Wyatt, y éste se puso en marcha.

—Wyatt... ya sé quién es El Noctámbulo.

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Eso ha sido todo por el capítulo de hoy. Espero que les guste.

¡Gracias por leer y comentar! (1).jpg

La imagen de portada y despedida son mis diseños, hechos en Canva

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