El niño Miguel hacía la tarea, cerca de él, su mamá, con rostro preocupado, trataba de enviar un correo electrónico.
—¡Mamá!
—Dime, hijo
—¿Qué te traía el niño Jesús?
—Muchas cosas
—Pero dime, ¿qué cosas?
—Muñecas, cuadernos con calcomanías, collares... Pero escribe, termina tu tarea, que estoy muy ocupada.
—Y te gustaba lo que recibías?—Insistía Miguel
—Sí, yo soy muy agradecida, era muy feliz con mis juguetes, pero una vez perdí no sé cómo una muñeca que se llamaba Anita, y lloré mucho.
—¿Por qué te gustaba esa muñeca?
—Era muy linda, tenía algo que me hacía muy feliz; pero sigue haciendo tu tarea, hijo, va a llegar tu papá y yo debo terminar este trabajo para hacer la cena.—Insistió con mal humor.
Esa noche el niño escribió su carta al Niño Jesús.
Querido Niño Jesús:
«Te doy las gracias por todos los regalos que me has traído, pero este año no quiero nada para mí. Por favor, si te queda otra muñeca, como esa que perdió mi mamá, tráesela de nuevo, que quiero verla feliz, regálale una sonrisa.»
El Niño Jesús leyó la carta con mucha atención y preocupación a la vez, se emocionó mucho y muchas lágrimas cayeron en su saco de juguetes, que de inmediato se convirtió en una nave espacial y lo trasladó muy rápido a hacer lo que le había pedido Miguel. Estaba ante un niño bueno que quería lo mejor para su mamá antes que para él. Debía premiarlo con el mejor obsequio.
Unos días después, Miguel observó que su madre, que antes se la pasaba triste o malhumorada por su exceso de trabajo, estaba más contenta. El se alegró también, la navidad llegaba a su hogar y sus padres estaban de mejor humor. Su casa tenía un olor diferente, una mezcla de aromas y sonidos que le creaban una emoción distinta en medio del pecho.
Llegó el 24 de diciembre, día del nacimiento del Niño Dios, en su hogar se escucharon villancicos y aguinaldos desde muy temprano. Todos juntos solían esperar despiertos hasta las doce de la noche, cuando el Niño Jesús, sin que nadie se diera cuenta colocaba los juguetes: a veces en el nacimiento, otras debajo del arbolito y hubo un día que el muy osado los metió debajo de la cama.
—Mamá, papá, —gritó el niño—mira lo que me ha traído el Niño Jesús, un instrumento musical muy hermoso, aprenderé a tocar cuatro.
El padre entusiasmado acariciaba la madera del instrumento y la madre mostraba una gran sonrisa.
El niño veía de un lado a otro, no entendía por qué no estaba lo que había pedido, pero observaba a su mamá muy contenta, tal como a él le gustaba verla, y no amargada frente al computador. "El Niño no solo trae juguetes"
pensaba, cuando de pronto salió la madre del cuarto con una muñeca en sus manos, era pequeña con cara de plástico y cuerpo de trapo, un gorro que dejaba caer de lado y lado y el cabello amarillo.
—Es idéntica a la que se me perdió hace muchos años, —decía la mamá emocionada —ahora la cuidaré mucho más, su carita risueña me transmite mucha alegría.
Esta es mi participación para el Concurso de cuento navideño para niños al cual invita @es-literatos.
Todo mi contenido es original