JOHN EL PEQUEÑO GRAN GIGANTE

in Literatos3 years ago

¡Feliz día Comunidad!

Hoy les traigo un cuento creado por mí persona. Me inspiré en las consecuencias que traen las guerras a las familias involucradas y en la Fe de volverse a reencontrar sanos y salvos algún día luego del horror del combate.......

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Transcurría la década de los años 40 y el Señor Peter Johnson se alistaba para la guerra. Por tal motivo, se reunió con su esposa y le explico que tenía que irse a combatir, a Japón, con las fuerzas aliadas.

La Señora Janine lloró toda la noche desconsoladamente. Al día siguiente, por la mañana, su esposo la tranquilizó y le prometió que volvería sano y salvo para cuidar de ellos nuevamente pero, mientras tanto, ella tenía que llenarse de coraje para poder ayudar y cuidar a sus dos hijos: el pequeño John de 5 años y su hijo adolescente Michael de 15 años.

Ella sería de ahora en adelante la jefa de familia y tenía que velar por sus hijos. Michael, que era un adolescente tranquilo, a raíz de la partida de su padre empezó con problemas. Se metió con una pandilla. La misma hacia competencia entre ellos. Para ser aceptado dentro de la pandilla le exigieron que rompiera los vidrios, del comercio de víveres, del pueblo donde vivía. Michael no lo pensó dos veces y por la noche hizo su fechoría. Razón por la cual no tardo en ir a la cárcel, al ser denunciado por el dueño del comercio.

A su madre se le ocurrió pedir ayuda al médico del pueblo, el Doctor William Jackson. Este comprendió lo que le estaba pasando y abogó por el chico. Decidió hablar y explicarle al dueño, del comercio, por el caos emocional que estaba pasando la familia. El Señor Miller fue muy comprensivo y retiró los cargos y como Michael no tenía antecedentes fue absuelto. En agradecimiento la Señora Janine invito al Doctor y a su familia a cenar. Fue una velada de simple cortesía.

Mientras tanto el pequeño John seguía triste y a su madre se le ocurrió pedir orientación al sacerdote del pueblo. El padre Robert mandó a llamar al niño. La Señora Janine lo llevó y lo dejó solo con el sacerdote en el despacho parroquial. Allí el Padre Robert se le ocurrió para mantener al niño entretenido, mientras el padre regresaba de la guerra, darle una lista de tareas para que John las hiciera.
Tenía que hacer una por una con mucha Fe. Le explicó que la Fe mueve montañas. Para ello colocó una botella sobre el escritorio, delante de John, y le dijo que tuviera Fe, que se concentrara en la Fe, y siguió la explicación y movió la botella con la mano, de un lado a otro. Le dijo que practicara la Fe, que si tenía Fe podía mover hasta montañas y que su padre regresaría cuando el terminara las tareas de la lista.

Así fue como el pequeño John empezó con su primera tarea; visitar a un vecino y conversar con él. El Padre Robert lo envió a casa del único japonés que vivía en el pueblo y que lo único que sabía era que vivía solo y estaba allí, desde hacía mucho tiempo. El pequeño John fue pero no recibió respuesta. Regresó nuevamente muy bravo a contarle al sacerdote que ese señor era un cascarrabias que no hablaba con nadie. A lo que el Padre John le sugirió que fuese nuevamente, que tratara de conocerlo, y le suministró una botella de refresco para que se la obsequiase como regalo. John así lo hizo. El japonés recibió el regalo pero para su sorpresa botó la botella a la basura; el no tomaba refrescos. Regresa John, esta vez peor que la primera vez, a contarle lo sucedido al sacerdote, a lo que el Padre Robert le dice que trate de entenderlo y que tenga paciencia. Lo envía una tercera vez con instrucciones más precisas. Esta vez el japonés lo escucha y lo lleva a la casa. Allí John le echa el cuento de lo que le pasa y le enseña la lista de tareas que tiene que hacer para que regrese su padre. El japonés conmovido le dice que lo va ayudar.

La próxima tarea era visitar a un enfermo. Como el Señor Sr Miyazaki, el nombre del japonés que John no da pronunciado, tenía que ir a una revisión médica, se lo lleva al hospital para cumplir con la misma. La tercera tarea era invitar a un amigo a merendar. El niño buscó y buscó y nadie aceptó. Desesperado le dijo al japonés; este aceptó. Se puso su mejor gala y le llevo flores como presente a la Señora Janine. TOC TOC TOC tocan a la puerta. Abre la Señora Janine y se sorprendió muchísimo que el japonés fuese el invitado. Hablo con el pequeño John para cerciorarse. Al constatar que el niño lo invito lo hizo pasar. Sorpresa tenia de merienda un perro caliente (hotdog), lo cual no consumía el japonés. De paso su hijo Michael tomó un arma para dispararle porque lo asociaba con la partida de su padre a Japón. El japonés tuvo que irse.

Esa misma noche un vecino junto con Michael van donde el japonés para vengarse, le destrozaron parte de sus pertenencias y lo maltrataron. Cuando se salían de regreso a Michael le dio lastima y se quedo para auxiliarlo. Lo lleva al hospital y lo deja allá. Lo denuncian y va nuevamente a la cárcel. El japonés se salva y retira los cargos en contra de Michael. A raíz de ese incidente se hace amigo del japonés para que siga ayudando, con la famosa lista de tareas, a su hermano menor.

El Sr Miyazaki ayuda a John realizar todas las tareas. En uno de esos días que están por el pueblo el niño se acordó de lo que le dijo el padre Robert. Y al ver las montañas intentó moverlas. Para sorpresa de todos los presentes empezó a temblar. Cosa que algunos de los vecinos asociaron a poderes especiales de John. Todos lo felicitaron y el “pequeño gigante”, como comenzaron a llamarlo, estaba feliz porque creía que su padre regresaría rápido.

Paso un tiempo y nada.... el niño empezó a ponerse muy triste otra vez. Va con su hermano y el japonés al lago cercano. Allí vuelve a practicar mover la montaña pero esta vez no sucede nada. Mas decepcionado deciden regresar a casa. Le reclama al sacerdote, que le vuelve a decir que no pierda la Fe que ya está cerca de terminar la última tarea de la lista.

Al día siguiente la Señora Janine recibe una comunicación diciéndole que su esposo había fallecido en combate. Resuelve no comunicárselo a ninguno de sus hijos. Se niega a creer la noticia. Cuál será la sorpresa que justo a la semana siguiente, toca alguien inesperadamente a la puerta. Era su esposo. Todos lloraron de alegría y el pequeño John comprendió que nunca se debía perder la Fe.

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¡¡¡Gracias por leerme!!!

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