Esta es la historia de la bella amistad entre Ana y Marco, ella venezolana y él italiano. Se conocieron en las costas de Porlamar, ubicadas en la isla de Margarita, Venezuela. Marco llegó en compañía de sus padres desde Italia; al llegar, vieron cómo trabajan en estas costas pescando para vivir.
Al arribar a las costas de Porlamar, a Marco le llamó mucho la atención cómo un grupo de niños pescaba con gran entusiasmo y entre ellos distinguía una hermosa niña de estatura mediana y bellas facciones, que llamaba la atención por su porte y gentileza. Esa niña era Ana. De inmediato, sintió en su corazón una gran alegría y una voz interior que le decía
“ellos serán tus amigos” y en especial la niña que tanto interés despertó en él.
Marco y su familia se instalaron en Porlamar, y se integraron al trabajo junto a los lugareños que los habían recibido con una solemne sencillez, calidez y profesando mucho amor, en especial Ana, quien, a pesar de su corta edad, alentaba a todos los pobladores a que un día pescarían un gran pez que los ayudaría a estar mejor en cuanto al buen vivir.
Marco y Ana, al verse, de inmediato se hicieron amigos inseparables; eran ejemplo del significado de la amistad y contagiaban a todos sus amiguitos. Siempre estaban juntos. Una noche de mucha lluvia, estaban sentados a orillas del mar; a ellos les encantaba sentir la lluvia en sus rostros y ver caer las gotas sobre el mar. De repente vieron destellos impresionantes de luz que brillaban en el mar como si millones de estrellas estuviesen entre las olas y como por arte de magia vieron con asombro como salían del mar peces de diferentes colores que brillaban con destellos grandiosos.
De inmediato, llamaron al resto de sus amiguitos, corrieron a buscar sus redes y pescaron infinidad de esos peces exóticos, coloridos y destellantes de luz. A la mañana siguiente, Ana y Marco, junto a sus amiguitos, les dieron la buena nueva a los pobladores de Porlamar y repartieron los peces a todos los lugareños; todo el pueblo estaba feliz y jubiloso por tan maravilloso acontecimiento y todos gritaban con gran algarabía
“tenemos en nuestras manos peces multicolor únicos en su especie… ¡de seguro valen mucho dinero, por su majestuosidad e iluminación!”
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De repente, algo inesperado pasó: Marco y Ana, junto al resto de sus amiguitos, decidieron devolver dichos excéntricos peces, estallantes de una amalgama de colores, al mar margariteño, y, como si hubiera sido por arte de magia, el resto del pueblo siguieron el ejemplo de estos niños tan poderosos, devolviendo los peces al mar bajo la compañía de sus cantos de amor y gratitud. Y los peces se adentraban aguas adentro saltando de alegría porque los devolvieron a su hábitat natural; estando ya todo juntos formaron un banco y brincaban por los aires destellando luces de colores, cual fuegos artificiales. Era todo un espectáculo lleno de magia, luz y color. Esa noche hubo fiesta y alegría en todo Porlamar.
Y desde ese entonces, el pueblo floreció en su pesca, hasta un punto en donde nunca más les faltó lo que los llegó a caracterizar desde un inicio... y no, no me refiero a peces, sino a unión y felicidad. Porlamar se hizo famoso por ser el pueblo pesquero más próspero del mundo y sus lugareños sentían mucha gratitud para con la vida y fueron felices todos por siempre.
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Por supuesto, la amistad de Ana y Marco perduró por siempre, demostrando que la única barrera internacional que existe entre los distintos países del mundo no es la nacionalidad, sino el amor trascendental de cada ser humano: dos países y una misma realidad que exacerbó la gran e incondicional amistad que compartían, compartieron, y que compartirían en un futuro no muy distante, con la gente linda de gran calidad humana de Porlamar.
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Ya saben mis hivers… los tiempos difíciles sacan lo peor de las personas; está en nuestra naturaleza acudir a lo más fácil, sin pensar en las posibles consecuencias que dichos actos pueden suscitar en nosotros mismos o incluso en todos aquellos seres que nos rodean. ¿No era más fácil haberse quedado con los peces multicolor en tiempos de escasez? Por supuesto que sí, pero… ¿a costa de qué? No dejemos que sucumbamos en los malos actos. Preservemos nuestras vidas y la de los demás. Y nunca, nunca, nunca subestimen la inocencia de un niño: su espíritu puede ser más grande que el de todos nosotros. Que el único virus que reine durante esta pandemia sea el del amor.
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Aplicación utilizada para la imagen de la portada es , PicsArt
Muy lindo tu cuento. Una historia llena de muchos valores y enseñanzas. Me gustó mucho.
Hola @chacald.dcymt, gracias por leerme y por tan bonito comentario. Saluditos.
Muy hermoso cuento, la amistad no tiene nacionalidad y ojalá todos los adultos seamos como esos niños, sobre todo en estos tiempos donde los venezolanos hemos tenido que emigrar y muchos no han encontrado una mano amiga. Mucha suerte en el concurso.
Gracias por tus buenas vibras . 😘