Deudas puntuales
El hombre se hizo el sordo y se recostó de una pared como si viniera cansado. La mujer siguió en lo suyo, no sin antes, con la misma madera que tenía en las manos, hacer varias cruces en la tierra. El hombre al ver esto, se rio bajito y volteó la cabeza para dentro de la casa. ¿Tú estás sola, mujer? –le preguntó con voz ronca, pero audible. La mujer echó un escupitajo negro en la tierra, al lado de ella y dijo: Sola no, estoy con Dios. El hombre volvió a reírse, pero ahora con más fuerza.
Las moscas azules se pegaban tenaces a la piel del hombre que estaba recostado en la pared con indiferencia. En el instante que el hombre se separó de la pared, un perro negro salió ladrando por la puerta de la casa, husmeando el aire, como si el hombre fuese solo una sombra. Con las patas inquietas, el pelo del cuello erizado, unos colmillos afilados en las fauces oscuras, el perro siguió ladrando. Los ladridos se multiplicaron lúgubres, rabiosos por unos instantes. El hombre, al ver al animal, se detuvo en seco. Luego, como para demostrar su poderío, hizo amago de agarrar al perro. Éste, como si de un animal más grande se tratara, se metió el rabo entre las patas, llenó la tierra de orine y salió corriendo.
La mujer al ver esto, preguntó: ¿A qué han venido? El hombre, con indiferencia dijo: es hora de cobrarte. La mujer entonces, subió el rostro por primera vez, sin fuerza y como acorralada recordó el pacto. En ese instante, con los ojos cerrados, vio clarito al hombre y a la sombra que vinieron a buscarla.
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Caray con las deudas puntuales. Todas estas claves que has ido consignando en el relato, me han recordado, mientras lo iba leyendo, a ese grandísimo exponente del romanticismo alemán, Goethe y la que posiblemente sea la más gloriosa de sus creaciones: Fausto. El tema de los pactos con el Diablo, donde también aparece la figura del perro negro (de hecho, a Fausto el Diablo, de nombre Mefistófeles, se le apareció precisamente así) no dejan de ser, ciertamente, parte de esos antiquísimos arquetipos del inconsciente colectivo que todos llevamos latentes en el interior. De la mujer, posiblemente me equivoque, pero he llegado a pensar que se trataba de alguna bruja, que no sólo en Europa, camisa blanca de mi esperanza, parafraseando a la cantante Cecilia, se produjo ese auténtico fenómeno de la brujería y que, según se supone, eran las primeras en vender su alma al Diablo. Aunque la mujer, por un momento, pareció olvidar el pacto, cosa muy frecuente que solía ocurrir a la hora de rendir cuentas y que sirvió de argumento a un maravilloso thriller protagonizado por el actor Mickey Rourke, titulado 'El corazón del ángel'. Y es que el Diablo, ese melancólico con multitud de horas taciturnas, como decía Baudelaire, es un prestamista exigente. @nancybriti, ya te pegué la charla, ja, ja, ja. Buenas noches y un abrazo
Jajajaja. Me gusta lo de "prestamista exigente". Creo que lo tomaré como título para un próximo relato. ;)En la cultura popular venezolana se ha explotado, literariamente, musicalmente, el pacto que puede existir entre algunos seres con el Diablo. El alma, por lo visto, es un bien de mucho valor y algunos la empeñan y hasta la venden. Siempre adoro tus comentarios porque me dan ideas, así que escriba, escriba, que siempre queda algo bueno. Te abrazo fuerte, @juancar347
Lograste una atmósfera verdaderamente ominosa. Tanto el personaje femenino como el masculino (diablo) están muy bien caracterizados. Y la inclusión del perro quedó perfecta. Saludos, @nancybriti.
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Jajajaja. Redondito! Gracias por tu comentario y apoyo, @josemalavem. Abrazos