Engañar a los zamuros
Cuando éramos niños solíamos ponernos en mitad de la nada, acostarnos sobre la grama, cerrar los ojos, quedarnos quietos, inmóviles, y esperar que una nube de zamuros se pusiera sobre nosotros. Las aves sobrevolaban en círculos sobre nuestros cuerpos imaginándonos desde allá arriba heridos, muertos.
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Cuando presentíamos que la aves estaban cerca, abríamos los ojos y salíamos corriendo. Perfeccionamos tanto ese juego, que podíamos dejar de respirar por varios minutos y dejar los ojos abiertos, inertes, fijos al cielo, como si la nada fuera un punto y la muerte nos hubiese helado los huesos.o>:0:<o
Tal vez por eso, cuando el enemigo invadió nuestro pueblo, pudimos salvarnos. Llegaron en la noche y arremetieron contra nosotros. Traían armas de fuego y camiones llenos de municiones. No dudaron en bombardearlo todo, especialmente los alrededores. La idea no solo era matar a la gente sino también destruir todo el pueblo.o>:0:<o
Por la mañana, el enemigo entró triunfante, bullicioso y lleno de vanidad. Miraron los cuerpos tendidos en la tierra, sucios de sangre y barro. Sobre todo el pueblo, una nube enorme de zamuros giraba como prueba del desastre. El enemigo salió airoso y dejó atrás las ruinas que había hecho. Cuando los vimos galopar lejos, muchos de nosotros nos levantamos rápidamente y salimos corriendo: habíamos burlado nuevamente la muerte.
Cuando presentíamos que la aves estaban cerca, abríamos los ojos y salíamos corriendo. Perfeccionamos tanto ese juego, que podíamos dejar de respirar por varios minutos y dejar los ojos abiertos, inertes, fijos al cielo, como si la nada fuera un punto y la muerte nos hubiese helado los huesos.
Tal vez por eso, cuando el enemigo invadió nuestro pueblo, pudimos salvarnos. Llegaron en la noche y arremetieron contra nosotros. Traían armas de fuego y camiones llenos de municiones. No dudaron en bombardearlo todo, especialmente los alrededores. La idea no solo era matar a la gente sino también destruir todo el pueblo.
Por la mañana, el enemigo entró triunfante, bullicioso y lleno de vanidad. Miraron los cuerpos tendidos en la tierra, sucios de sangre y barro. Sobre todo el pueblo, una nube enorme de zamuros giraba como prueba del desastre. El enemigo salió airoso y dejó atrás las ruinas que había hecho. Cuando los vimos galopar lejos, muchos de nosotros nos levantamos rápidamente y salimos corriendo: habíamos burlado nuevamente la muerte.
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Fascinante la sabiduría popular!!!
Felicitaciones!