Monstruos escondidos
Al principio, los padres pensaron que era cosa pasajera, miedos infantiles, pero no. Como un árbol que crece de manera brusca e indetenible, así comenzaron a crecer los miedos en Sebastián que empezó a dejar de ser niño para ser un joven. Los padres, tratando de entender e inhibir aquella ansiedad y espanto, lo cambiaban de cuarto, de cama, incluso llegaron a ponerle el colchón en el suelo, pero nada.
Evidentemente, los padres se preocuparon que persistieran esos temores, pero llegó el día en el que ya no: asumieron que Sebastián era cobarde y así de simple aceptaron el sobresalto que le causaba a aquel hombre mirar debajo de la cama. Sebastián entonces, ya convertido en un adulto, no dudó de sus monstruos y aunque hubiese querido, jamás pudo hacer una vida normal.
Como el tiempo es indetenible, Sebastián se convirtió en un anciano solo, que no conoció el amor, ni los placeres y lo poco que vivió, lo vivió con pavor. Ya en un asilo, Sebastián se miró al espejo y entendió que no fueron los monstruos debajo de la cama los que no lo dejaron vivir, que nunca hubo monstruos debajo del colchón sino dentro de él.
A Sebastián debieron darle a leer un libro como La Odisea, para no tardar toda una vida en darse cuenta en qué lugar exactamente viven los monstruos que siempre nos acompañan. Abrazos
Jajajaja. Ciertamente!! Pero lamentablemente conozco miles de personas que descubren tarde sus monstruos, muy tarde. Abrazos para ti, @juancar347
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