Ocurrió Así (RELATO DE TERROR)

in Literatos5 months ago

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Ocurrió Así

Puerto Rico en los 90 's fue un lugar difícil para toda la clase pobre de la isla, y para Alonsito, como le decía su abuela, no fue la excepción. Vivió en una casa humilde hasta sus 10 años en Las Salinas, pero luego su abuela se mudó a Carolina para trabajar en el rubro turístico porque estaban pagando mucho mejor hacia ese lado. Allí vivió por unos años, y pasaba el tiempo escuchando las historias de su abuelo.

Su abuelo le narró que un día estaba pescando con sus amigos en una de las salidas que tiene el Río Bucaná cuando repentinamente vieron luces venir del cielo que descendieron a unos 30 metros de donde estaban ellos. Los pescadores se acercaron silenciosamente, pero a paso firme, y cuando llegaron su abuelo le asegura haber visto una evidente nave espacial con forma circular, una compuerta abierta con un humanoide en la entrada, y otro a las orillas del río tomando con un aparato alguna medición del ambiente.

Los extraterrestres que tenían todos los miembros de un humano, pero eso sí, sus proporciones en los brazos eran más largo de lo normal y su cabeza parecía un poco más ancha que la nuestra, y su color de piel, era como azulada, o tal vez tan clara que parecía transparente y lograban verse todas sus venas por dentro, pero era algo nunca antes visto. Luego de esto, la obsesión de Alonsito fue estudiar sobre aliens.

A esto, se sumó una fiebre por un programa de TV de Puerto Rico de noticias amarillistas y sensacionalistas llamado Ocurrió Así, la cual tenía una música de tensión única y que provocaba emociones en Alonsito. En este programa, hablaban del chupacabras, un ser monstruoso que mataba los animales y chupaba su sangre. Algunos aseguraban que era una mascota extraterrestre extraviada.

Un día, el padre de Alonsito mandó a su abogado a buscarlo. La abuela le dijo Alonsito que era su decisión, que su padre era un hombre que se había desentendido de su vida completamente y que sus millones de dólares no comprarían con nada. Pero de hecho sí fue así. Alonsito se fue al día siguiente y se puso a disposición de su padre, quien era un jugador profesional de béisbol quien había jugado incluso en grandes ligas, su mejor momento fue en los Indios de Cleveland.

Alonso pudo conocer el caribe con el dinero de su padre. Recorrió varios países y dedicó su vida a lo que más le apasionaba: los extraterrestres. Para eso, de los 19 años, Alonsito ya no era más ese niño limitado, de hecho ahora le decían Junior, ya que era tal cual la versión más joven de su progenitor, y ya había recorrido varios países tanto con su padre como con uno que otro amigo, de los cuales se había desechado, puesto que no compartían sinceramente su pasión.

Junior, entre otros tipos de pruebas, le pareció que la más contundente y fácil de demostrar para comprobar la existencia, presencia e influencia extraterrestre en el mundo, era dar cacería al ser que desde su infancia le habían mostrado por televisión, pero que no fue hasta que hizo sus viajes que se dio cuenta de la gran cantidad de testimonios que existían sobre eso. Si había algo que podía confirmar sus teorías, era encontrar al chupacabras.

Con el dinero de su padre (quien no le decía que no por el sentimiento de culpa del mismo por ser un abandonador); Junior pudo ser un explorador de lugares turísticos y remotos del caribe en búsqueda de complacer su afán por comprobar sus teorías. Pero luego de dar varias vueltas, a sus 28 años, ya estaba un poco fastidiado de siempre encontrar lo mismo.

Para su cumpleaños 29, Junior hizo su primer y único viaje a la isla de Margarita, en Venezuela, donde pasó los días descansando en un hotel que tenía salida a la playa y todos los lujos necesarios. Se fue hasta la playa trasera del hotel para apreciar el atardecer con un habano que le había regalado su abuelo. Se acostó en la reposera y abrió su libro de ufología.

– Ese libro es buenísimo, si hay un libro que muestre las cosas serias y responsablemente es ese, además, ese escritor pocas veces se le ha podido contradecir.

Junior escuchó la declaración que provenía de la reposera a su derecha, se acomodó los lentes para ver, ahí estaba Omar, un joven caraqueño que se encontraba descansando de su ruptura luego de 5 años de relación. El despecho se le notaba nada más de mirarlo, Junior no tuvo ni que preguntar para darse cuenta por qué estaba ahí.

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En esa breve estadía en la isla de Nueva Esparta, Junior y Omar unificaron opiniones basadas en todas las investigaciones de cada uno. Aunque ciertamente Junior tenía una experiencia más amplia en el asunto por tener más tiempo y dinero para conseguirlo, Omar igual había encontrado sus maneras de conseguir información muy similar. Además, el internet había acelerado las cosas y había en diferentes sitios web material incontable de apariciones extraterrestres.

Posteriormente, los dos jóvenes tomaron el avión directo de Margarita a Puerto Rico para comenzar esta hazaña. Viajaron por alrededor del caribe, empezando desde el país natal de Junior, pasando por México, Nicaragua, El salvador. Luego descubrieron pistas en Jamaica y llegaron hasta el lugar, pero les avisaron que era probable encontrar más pistas en Haiti.

Luego de varias semanas viajando, los dos aventureros se empezaban a cansar de todo el trabajo que implicada perseguir una hipótesis, pero a su vez, se sentían tan cerca de conseguirlo que no podían detenerse ante la necesidad de terminar su misión. Luego de varias investigaciones, llegaron a una locación en Haiti donde les cobraron un buen dinero para hablar con un espiritista de prácticas no convencionales.

Este señor, luego de realizar varios procesos en un ritual un poco rimbombante, pero nada tan exótico como llevar a cabo sacrificios, logró encontrar respuesta que se las trasmitió al dúo interesado.

– En la selva, en la oscura selva, se logró atrapar a la bestia. Ahora es prisionera y vive tras rejas y personas que la resguardan. Para llegar a esta selva, deben encontrar el camino que conecta Centroamérica de Sudamérica.

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Los jóvenes salieron de la pequeña casa de barro del adivinador, cuestionando a que podía referirse y cuál era el destino que tenían que encarar. Ya habían pasado 3 años desde que iniciaron su aventura y estaban agotados de buscar y buscar. Camino al aeropuerto, Omar mostró sus averiguaciones y entendió cuál era el nuevo destino: la selva de darién.

Al llegar a Colombia, se desplazaron hasta el norte del país para establecer el camino hacia la selva. Este pasadizo que usan miles de migrantes para cruzar desde el sur al norte de América es muy conocido por su alto riesgo y peligrosidad. Violaciones, asesinatos, robos y todo tipo de atrocidades suceden dentro de la selva para personas que quieren cruzarlo en busca de mejores oportunidades.

Tras varios contactos en la deep web, Omar consiguió el teléfono de alguien que trabajaba para el cartel y se encargaba que se respetaran los caminos y cuidar los puntos de recuperación repartidos por toda la selva y vigilados por los carteles para asegurarse control total de la zona. Este sujeto, también daba testimonio no solo de saber donde estaba el chupacabras, sino de haberlo visto.

De hecho, aseguraba haber estado la noche que este animal fue capturado en esta selva. La bestia al parecer había caído en una trampa de alimentarse con suministro del cartel y sin darse cuenta, comió también una gran cantidad de opioides que lo dejaron totalmente atontado. Esto permitió capturarla y enjaular en uno de los puntos más remotos de la selva.

Consiguieron adentrarse a la selva. En el primer tramo, estaban con un grupo de migrantes que iban hacia el norte y buscaban, como muchos más, sobrevivir al viaje más que pasarla bien. Omar reconoció el acento de muchos de los migrantes, eran venezolanos como él. Omar miraba con pesar este escenario, pero por suerte nunca tuvo que dejar Venezuela salvo hasta ahora.

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Después de pasar dos puntos de descanso en la selva, el paramilitar encargado de ser su guía personal les indicó el camino alterno que debían tomar y dieron pie firme hacia el destino del chupacabras. Caminaron no menos de seis horas y cuando empezaba a oscurecer llegaron a un punto de descanso, algo particular, hecho con ramas y hojas; y bajo el toldo, dos hombres con dos evidentes metralletas.

Al llegar, los hombres se reconocieron inmediatamente y luego de saludarse, presentó a los dos aventureros con estos soldados que no les pronunciaron mayor palabra, pero que evidentemente no estaban sorprendidos. Era de esperarse, el guía guerrillero encargado de llevarlos estuvo hablando por un radio privado durante el viaje varias veces.

Los hombres se hicieron señas y luego el guía les pidió a Omar y Junior que caminaran con él. El guía les sonrió y les dijo “ahora, si tendrán lo que pagaron, vayan a ver ese maldito monstruo”. Los aventureros se miraron, y luego siguieron el paso del guerrillero. Estaban inseguros, por un momento se sintieron estafados, pero luego de caminar cinco minutos, se encontraron con una puerta, una puerta en medio de la selva. Los dos quedaron estupefactos.

Al entrar por la puerta, caminaron por un pasillo sin techo que se prolongaba unos cinco metros, y luego llegaron a un patio grande con cuatro paredes, era un espacio de unos ocho metros cuadrados. En una de las paredes, había una celda que tenía la apariencia de estar recién construida. En la otra esquina, había un toldo y una carpa, bajo el toldo, una mesa con dos soldados portando metralletas. En la otra esquina, había dos caballos con césped para alimentarse.

Era evidente lo que continuaba, había llegado por fin el momento de conocer al ser que les había llevado años encontrar. La celda era oscura, no se veía nada hacia la profundidad de la misma. El ambiente era tenso y pesado. Era obvio que había algo raro en la celda, que estaba muy bien reforzada y a unos dos metros estaba una palanca eléctrica que parecía ser la encargada de abrir la puerta.

Omar abrió su mochila, los soldados tomaron sus armas, pero Omar levantó las manos y mostró una linterna. Hizo señas como que no quería hacer nada más que iluminar y la situación se relajó. Al encenderla, la celda estaba vacía, pero en el medio de la misma, había un pequeño túnel que iba hacia un agujero de tierra.

– A veces le da por meterse ahí, lo cavó el mismo, pero nunca pudo encontrar una salida, ni podrá. Está en un lugar estratégico y su única salida es la puerta que tiene al frente. – Dijo el soldado desde lejos, que luego instó a que llamaran a la bestia para que saliese a dar la cara.

Junior pasó al frente y empezó a golpear la reja con un palo y a silbar con firmeza, pero no muy fuerte. Nada pasó. Empezaron a levantar la voz y golpear más fuerte la reja, e iluminaron con la linterna hacia el fondo del agujero, pero no se veía nada, y los aventureros se miraron, pensando que tal vez esto era una estafa. Junior sacó una lata de atún, la abrió y repentinamente, se escuchó un gruñir desde el fondo del hoyo.

Los dos jóvenes se erizaron de inmediato, luego Junior puso la lata con cuidado al otro lado de la reja en donde la luz daba mejor, y esperaron. A continuación, la bestia vino corriendo con fuerza hacia la lata de atún, tropezó y chocó contra la reja y esto hizo a los aventureros retroceder. Omar retrocedió y tropezó y esto le hizo caer de plano y con la cara al piso. El rostro justo le cayó donde estaba un excremento recién defecado del caballo. Cayó de lleno con la boca un poco abierta.

– Es increíble que esto me pase a mí y a ti nunca te pase nada– Dijo Omar con furia a Junior mientras se limpiaba los labios y la nariz de mierda.

– ¿En serio, en eso estás pensando ahora? – Le respondió Junior con los ojos asombrados viendo a la bestia.

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Ahí estaba, el cabrón chupacabras. Era un humanoide completamente monstruoso. Su cara parecía como la de una rata, pero aun así con rasgos humanos, o aunque sea de simio. Sus manos tenían garras largas y filosas. Tenía pelos, sí, pero solo en algunas partes, el resto de su piel parecía la de un cocodrilo, pero de un color plomo, parecía que se estaba pudriendo.

Sin embargo, era notorio la cantidad de heridas y golpes que tenía el especimen. Era notorio su deterioro. La bestia gemía y hacía ruido tosco mientras los soldados, con palos de electricidad y las armas en mano, maldecían a Junior por alimentarlo, ya que no era buena idea hacerlo sin estar listos para ello. El chupacabras era una bestia musculosa y fornida, y era comprensible el miedo.

Al terminar de devorar la lata, inmediatamente, el animal miró en dirección de los aventureros y empezó a chocar fuertemente contra la puerta, intentando escapar, pero fue en vano y solo se hizo daño. La imagen hizo conmover a Junior, que había entrado en una especie de crisis nerviosa, pero con emociones encontradas porque su sueño, ese horrible sueño, era realidad.

Junior vio la palanca eléctrica y empezó a gritar que no era justo para la bestia estar encerrada, que no pertenecía a este mundo y que merecía ser libre. Los soldados saltaron con cara de terror y lo apuntaron con las armas pidiéndole que se alejara de la palanca, pero Junior estaba justo al lado y era demasiado tarde. Omar lo miraba sorprendido, pero una parte de él también quería liberarlo, y no le dijo nada a pesar de que pasaron por su cabeza todas las consecuencias que eso podía traer.

Junior subió la palanca, y la reja se abrió con ella. Hubo un pequeño segundo luego, que pareció mucho tiempo más, todos se miraron entre sí, fue lo mismo como ver caer una granada en una trinchera y tener un pequeño segundo para pensar que hacer, aun cuando no hay nada que hacer. La bestia miraba a Junior, que pensó por un momento que lo atacaría, pero luego vio en su mirada tal vez algo de agradecimiento por parte de ese horrible monstruo.

Uno de los soldados grito maldiciones y cuando subía su arma y quitaba el seguro de la misma, el chupacabras dio un salto absurdamente prolongado y con una violencia que apenas se pudo apreciar. A continuación, fue de una emboscada contra los soldados. Estos intentaron dispararle, pero solo consiguieron darle un disparo que no le hizo más que un rasguño. En este momento, por lo que sea, a Junior solo le sonaba la música de “Ocurrió Así" en la cabeza.

El chupacabras tomó la cabeza del primer soldado y con un mordisco le arrancó medio cuello, el hombre murió ipso facto. El otro soldado intentó escapar hacia los caballos, pero el chupacabras saltó de nuevo y cayó sobre él, el hombre intentaba quitárselo de encima, pero el chupacabras empezó a rasguñar a punto que le desgarró el chaleco, la ropa y luego la piel músculos y todo lo que encontraron sus garras hasta quitarle la vida.

En este momento, los aventureros caen en cuenta de lo que ha pasado y deciden salir corriendo junto con el guía que los había llevado, salieron estos dos primeros por la puerta, pero el guía no pudo lograrlo. Lo último que logró ver Omar fue como al hombre le arrancaban las piernas del cuerpo con una fuerza sobrenatural que mostraba la bestia sin ninguna dificultad.

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Corrieron metros y metros, y pararon en una zona plana donde la luz de la luna dejaba ver aunque sea alrededor lo que había, y decidieron quedarse en vigilia ahí hasta que amaneciera. Acaso salió el sol, volvieron por donde creían que habían venido, encontraron esqueletos humanos de posibles migrantes que no lo lograron, mochilas perdidas, animales muertos. Si algo le faltaba a la selva de darién para ser más peligrosa, era tener al maldito chupacabras suelto. De la cabeza de Junior no salió la música de “Ocurrió Así” en todo el trayecto.

Los aventureros lograron completar su misión, pero la vida les había cambiado y si bien es cierto y tuvieron la suerte de salir de la selva, nunca nadie les creyó su historia. Esto hizo caer en depresión a Junior, quien decidió con el tiempo vivir de la ayahuasca y contribuir en la selva con las poblaciones indígenas. Omar, por su parte, fue internado en un hospital de salud mental, ya que nunca pudo recuperarse de las crisis emocionales luego de aquel viaje a la selva.

FIN

Sort:  

A Junior lo salvo el Yage.

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