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Sesiones de triptología
Llegaba la media noche y las campanas de la catedral de Lyon, infaltables, lo hicieron saber en toda la zona a pesar de la intensa lluvia que caía sin cesar sobre los tejados. Los charcos se volvían más bastos y profundos. Pierre esperaba debajo del techo frente a la herrería. Sus manos temblaban mientras intentaba encender un cigarrillo. Al momento, sintió venir una carroza con un caballo agitado.
La carroza se estacionó justo al frente, donde quedaba la casa de los Le Blanc, y Pierre cruzó la calle empapando sus botas y salpicando sus pantalones. Al llegar a la puerta de la carroza, el señor Ronald Tarazou abre la misma para dar paso a sus patrones, Anastasia y Claude Romáry, matrimonio de dos jóvenes miembros de las familias más millonarias de Lyon, los Romáry y los mismísimos Le Blanc. Claude bajó con su esposa y saludaron con cariño a Pierre.
Hubo un saludo cordial, preguntaron cada uno por sus respectivas familias e hijos, y luego siguieron todos a Claude, que se adentraba a casa de sus suegros, seguido de Ronald, y un poco más atrás, estaba Pierre, que al pasar por el umbral su respiración entró en tranquilidad. Caminaron por la casa hasta la sala, que se encontraba iluminada por velas y con un ambiente acogedor.
Al llegar todos a la sala, se encontraba el señor Vincent Le Blanc con un sobretodo negro de pura clase italiana y su pipa de medio costado debajo del mostacho de moda que había en París. Justo a su lado, estaba un retrato de su padre, Louis, que a media luz y con los rasgos idénticos que llevaban su descendencia parecía confundirse el uno con el otro. Vincent empezó a hablar con su tono de voz grueso y armónico.
– Bienvenidos amigos. Hija mía, yerno, Señor Ronald y señor Pierre. Es muy agradable tener su presencia el día de hoy, he intentado escribirles estos días recientes para anunciarles los avances de la semana pasada.
– ¿Qué fue lo que pasó con el profesor Hippolyte? – Preguntó Claude de manera directa y con un todo de voz seco. Todos esperaban la repuesta.
– Nada grave, había gente siguiéndolo, pero se tomaron ciertas decisiones, como usar pseudónimos. Sus próximos escritos saldrán bajo el nombre de Allan Kardec. Tenemos que estar todos juntos ahora, y proteger al profesor.
– El profesor Hippolyte me contó la semana pasada…
– El profesor Kardec. – Interrumpió Vincent. – Hay que tratar de referirnos con esos nombres para que no sospechen de estas reuniones.
– Bueno, el profesor Kardec, me dijo que los recientes estudios podrían parar en confirmaciones muy contundentes. Su entorno está valorando la posibilidad de la clandestinidad. Dice que transmitir esta información sobre el post morten, podría generar gran incertidumbre entre los creyentes de las religiones tradicionales. – Indicó Pierre de manera algo alterada.
– Tenemos que estar tranquilos, Pierre, todavía no hay seguridad de nada. Estamos apenas experimentando y lo importante es que lleguemos a conclusiones que no generen dudas en los que buscan la verdad. Mientras no veamos al gobierno seguirnos ni a la policía venir, estamos tranquilos. – Replicó Vincent
Claude carraspeó su garganta y acto seguido alzó la voz para hablar.
– Vincent tiene razón. Tenemos que manejar esto con mucha humildad, no se trata de una revolución sino de una puerta abriéndose. No tenemos nada a la mano, pero tenemos mucho para recoger, es hora de apoyarnos entre nosotros y no caer en temas reciclados, como el de las teorías de conspiración absurda.
Acto seguido, Vincent se apartó y extendió su brazo derecho apuntando hacia una habitación.
– Pasemos, señores, comencemos, adentro ya nos esperan como siempre nuestro estimado Jean-Marc y mi querida esposa Amanda.
Los invitados pasaron a la habitación, primero los esposos, luego Pierre, muy seguido de Ronald, por último, Vincent que cerró las puertas la habitación con sus dos manos. Los invitados se fueron acomodando y a la vez saludando a los presentes. Vincent se incorporó con los demás y de manera sonriente, señaló a su esposa Amanda. Una mujer blanca, de pelo castaño oscuro y de mirada firme y segura.
Amanda Levy de Le Blanc hizo un paso al frente y señaló las sillas, que hacían un perfecto círculo al rededor de una mesa de madera. Todos se fueron incorporando en las sillas. Quedaron todas las sillas ocupadas a excepción de una justo a la izquierda de Amanda, a la derecha estaba Vincent, luego su hija y su yerno, y así sucesivamente el resto de los invitados. Pierre estaba justo al lado del puesto vacío. Amanda respiró profundamente y empezó a hablar.
– Queridos hermanos, gracias por compartir una vez más con nosotros esta noche. Como saben, el profesor Kardec ha limitado las prácticas debido a las recientes acusaciones que hemos tenido de ciertos creyentes de las religiones tradicionales. Sin embargo, nuestro afán es el de demostrar una nueva verdad espiritual que logren guiar correctamente a alcanzar tu conciencia divina y te enseñe a interpretar correctamente tu libre albedrío.
Amanda se apartó de la silla, y empezó a andar al rededor de la mesa.
– Tenemos que mantener coherencia en nuestras investigaciones y buscar personas con los dones para ayudarnos a resolver más casos. Está comprobado que hay muchos espíritus turbados que mantiene nexos con los encarnados y deben ser guiados para avanzar al otro plano.
– ¿Está comprobado también que hay otro plano? – Respondió abruptamente Ronald, que no había hecho un comentario todavía, salvo los saludos cotidianos.
– Sí... está comprobado que una persona no debe estar en esta dimensión si ya no está encarnada y que debe ir a un lugar para asumir sus errores y encarnar de nuevo en busca de la conciencia pura y la inteligencia absoluta. Más de 200 médiums, sin tener ningún tipo de conexiones entre ellos, lo afirmaron en sesiones al mismo tiempo en toda Francia, y parte de Bélgica y Portugal.
Vincent, escuchando atento todo lo que decía su esposa, interrumpió para completar la explicación.
– Mi esposa y yo hemos asistido a las últimas sesiones, como bien saben, la de París trajo explicaciones contundentes. El mecanismo de la existencia cada vez se va aclarando más, pero debemos adaptarnos a las posturas del profesor, que quiere manejarlo con mucha prudencia.
-- Hacemos esta reunión en presencia de la inteligencia Divina, que llamamos Dios, y todos nuestros hermanos espíritus que nos guían por el camino correcto y nos llenan de conocimiento divino. Nos unimos todos en pensamiento y corazón para que esta reunión tenga conclusiones maravillosas.
Luego de esto, Amanda tomó la cabeza de M'baye y este cerró los ojos. Mbayé era un hijo del personal de servicio de la familia Le Blanc, su madre había trabajado en épocas de esclavitud y luego, por el amor mutuo con la familia, mantuvo su trabajo con ellos a cambio de una vida digna y seguridad para su hijo. Fue la misma madre que, tras un sueño, decidió pedir ayuda con su hijo luego que este no pudiera estar tranquilo durante meses por escuchar y sentir cosas sin explicación alguna.
-- Vamos a unirnos en pensamiento para liberar a nuestro querido M'baye, que no tiene culpa y era un ser inocente cuando involucraron su espíritu con fuerzas imperfectas que han demostrado querer perturbarlo y atrasarlo. M'baye, te pedimos que invoques a estos seres para poder hablar con ellos y poder pedirles de buena fe que te dejen tranquilo a ti y a tu familia.
Todos hicieron un silencio uniforme, y M'baye, casi naturalmente, empezó a hablar en su idioma original y luego lo convirtió en un francés que parecía más de una persona refinada a de un niño esclavizado.
-- Siuma, yo te invoco. Vamos a conversar de buena manera, sin odio ni rabia. Queremos paz y llegar a un acuerdo, pedimos que hagas presencia.
Inmediatamente, dicha estas palabras, hizo una brisa fuerte y repentina que provocó el titilar de todas las lámparas en la sala. Las luces iban y venían hasta que, repentinamente, todo fue calma y oscuridad, todas las lámparas cesaron su brillo y quedó la sala completamente en silencio.
Pierre tomó una cerilla y encendió una de las lámparas, acto seguido, todas las lámparas se encendieron de nuevo como si nada. Esto hizo estremecer un poco a todos, ya que a pesar de que habían tenido manifestaciones extranaturales antes, era primera vez que veían ponerse el ambiente de esa manera.
-- Siuma, con todo respeto te pregunto. ¿Estás presente el día de hoy? ¿Estás con nosotros? Manifiéstate con dos golpes si es así.
Fue entonces cuando la tiptología hizo efecto. Sonaron dos golpes secos que no causó ninguno de los presentes. Este sonido parecía venir del techo. La tiptología era algo que habían inventado los primeros espiritistas en París para lograr un primer contacto con los espíritus, y consiste en golpear una vez para decir si, y dos para decir no.
--Siuma, ¿por qué insistes en apegarte a M'baye, si él ya te ha dicho que quiere seguir su camino sin ti? Contesta con dos golpes, por favor si estás dispuesto a dejarlo, si no, golpea una vez.
Sonó un solo golpe, casi de inmediato al terminar Amanda de pronunciar estas palabras. Todos se miraron impactados y tenían los ojos bien abiertos, excepto M'baye, que los tenía cerrado y parecía temblar de frío. Su madre lo miraba preocupada. Amanda lo sobaba por su espalda.
-- Siuma, te pedimos que entiendas que este niño merece su libertad. Cuando aceptó tu acompañamiento no tenía capacidad de decisión y fue obligado por una secta que manipuló su razón. Usted, Siuma, debe tener el conocimiento para entender esto. Te pedimos por favor que aceptes la voluntad de este pequeño, y lo dejes en libertad. Entiende que hay una ciencia que fue causa de toda esta existencia y debe respetar las leyes de la naturaleza, como lo es el libre albedrío. Le pedimos respeto Siuma.
Las palabras de Amanda recién se terminaban cuando, de repente, todas las luces se apagaron de nuevo, hizo un frío repentino, y luego escucharon golpes por todos lados. No se podría definir si eran golpes que venían del techo, del piso o de la mesa, pero eran muchos, como si fueran cientos de personas que golpearan. Pero no había más nadie más que las personas sentadas en la mesa, sin moverse, completamente asustados.
Luego de esto hubo un silencio absoluto, y las luces volvieron a encenderse solas. Esta vez, M'baye estaba parado sobre la mesa, de pie, mirando hacia el techo, aunque tenía los ojos cerrados, y se tomaba sus brazos por detrás por la espalda. Los tenía curvado en una forma que parecía físicamente imposible de hacerlo, era como si los brazos fueran elásticos y deformes. Todos podían escuchar su respiración, que era acelerada y al exhalar, emitía un sonido gutural.
– ¿M'baye? ¿Estás bien? –
Las palabras de Amanda estaban llenas de miedo y confusión. Si bien no era primera vez que presenciaban un fenómeno de este tipo, era primera vez que le tocaba lidiarlo y sobre todo, nunca lo había apreciado con un niño. El profesor Kardec se había manejado ya con infantes, pero todos los espiritas reunidos en la mesa no tenían experiencia suficiente como para manejar esta situación. Pero era un hecho, M'baye estaba en trance, y se pudiera manejar o no, había que encararlo. Pierre se levantó y alzó la voz hacia el niño.
– Siuma, si eres tú, por favor habla con nosotros y lleguemos a un acuerdo para que dejes este niño en paz.
Su voz era quebrada y tímida, pero al hablar, el niño se dio vuelta hacia donde estaba Pïerre, su cuerpo tomó una forma incluso más extraña, luego colocó las manos sobre la mesa, y puso la cara justo al frente Pierre. El resto del cuerpo estaba completamente torcido, parecía como si fuera un insecto tratando de darse vuelta. El niño siguió con la respiración exagerada y luego empezó a hablar en un tono de voz grueso y profundo.
– ¿Ustedes se creen muy inteligentes? Se creen inteligentes aquí en su mansión, pensando que conocen la vida, y que hacen lo correcto por ir a misa y cantarle a los Ángeles, pero son tan estúpidos como cualquier materia.
– No es la iglesia ni ninguna religión organizada, nuestra fuente de información. Son espíritus, como tú, que aceptaron la reencarnación y ahora están en un nivel para educarnos. A diferencia de ti, que solo quieres el atraso para este niño.
Estas palabras las pronunció Vincent, que fue tomado por el brazo de su esposa para calmarlo, pero fue tarde, su agresividad causó que el niño diera un salto que casi lo hizo pegar contra el techo, luego de esto, cayó como si fuera un gato con la cara bien cercana a la de Vincent, este se asustó tanto que casi se cae hacia atrás, lo cual hizo que el niño empezara unas carcajadas guturales que causaban un eco en toda la casa, aunque en esa casa nunca se hizo ecos.
– No son más que mentirosos, que les hacen creer que hay una vida mejor y una vida de prueba, les hacen creer que ahora están a prueba, pero en verdad están viviendo su vida y luego de esto, no serán más que seres como nosotros, dando vueltas en el vacío esperando ser atendidos. Siuma es una divinidad, y por eso ha escogido hijos para que vivan tranquilos y cuando mueran, se unan a su tropa.
– ¿Entonces si eres Siuma? –
Preguntó Amanda, con voz cortante pero amable. M'baye, si es que todavía era él, torció el cuello hacia donde ella estaba, que era casi justo detrás. La cabeza del niño parecía que se iba a romper en algún momento, pero la verdad es que parecía hacerlo sin mayor esfuerzo.
– Siuma somos muchos. Siuma es una divinidad, y tiene muchos agentes, así como su Dios. Siuma está sin tener que estar. Toda ánima que venga de parte de Siuma, tiene su palabra. Este niño es Siuma. Yo soy Siuma. Ustedes exigen respeto, creen que su Dios es quien hace todas las asignaciones. Este niño decidió antes de nacer pertenecerle a Siuma. Respeten eso.
– Eso es falso. - Replicó Ronald en seguida.
El niño miró torciendo su cuerpo hacia Ronald, y luego, en un abrir y cerrar de ojos, estaba casi al frente de él, levanto su mano y se la puso en el pecho, y Ronald salió disparado contra la pared, como aplastado contra ella, inmovilizado y suspendido en el aire. Su cara notaba una clara señal de que le faltaba el oxígeno. De alguna manera invisible, el espíritu dentro del niño estaba asfixiando a sujeto. Amanda se colocó al lado del niño y lo miró fijamente. El niño empezó a hablar.
– ¿Te crees muy seguro? ¿Te crees que sabes mucho? Crees que tu Dios lo es todo, y que esos que los rodean les dan los mensajes correctos. Sin embargo, todos estamos en algún equipo. Su gente escogió el suyo, nuestra gente el de nosotros. ¿Dime, señor Ronald, tus amigos están acá ahora para salvarte? ¿Creen que pueden invocar a uno de nosotros sin consecuencias? Ustedes no saben nada, no son más que monos siguiendo a las nubes pensando que son Dioses.
Amanda levantó la mano a todos en son de tranquilidad, y luego empezó a hablar al niño.
– Siuma, nosotros no buscamos problemas. La razón por la que queremos hablar contigo es para buscar paz, no guerra. Por favor suelta a este hombre.
– No me parece, Amanda. ¿Tú sabías que este tan querido aliado suyo, es infiel a su esposa y familia? Tal vez se haga el bueno, pero yo sé realmente quién es, porque yo no puedo tocarlos a ninguno de ustedes sin que la materia lo permita, y lo permiten las dudas. Este señor está lleno de dudas, las puedo sentir desde mi lugar. Pero ahora que lo estoy ahorcando, tal vez sus dudas se están acabando.
Ronald parecía morirse, pero de pronto, se vio suelto por los aires y cayó sobre el piso de madera, causando un estruendo en toda la casa, con más ecos y gritos de los presentes. Acaso sonó la caída del sujeto, las luces se apagaron de nuevo y no se encendieron, hasta que el mismo Pierre las encendió de nuevo con una cerilla. Al iluminarse la sala de nuevo, estaba la Madre con el niño desmayado en sus brazos sobre la mesa. Ronald tosía sangre y se revolcaba en el piso, y Amanda estaba inmóvil y concentrada, como escuchando algo.
Pierre atendió a Ronald, lo cargaron hasta el mueble y fueron al área de estacionamiento para mandar a un empleado a tocar la puerta del doctor para que lo atendieran. Luego Pierre volvió a la sala y se acercó hasta M'baye y la madre para verificar el estado de ambos. Justamente, Amanda también se dirigía hacia la dirección de estos dos. Se encontraron y el niño cuando sintió la presencia de ambos al acercarse. Miró a la mamá y le habló en idioma nativo, y luego miró a Amanda para dirigirle la palabra.
– Ellos no van a querer irse solo porque sí. Creo que podría tardar años intentándolo, pero hoy entendí que mi decisión pesa más y sobre todo, entendí que no debo tenerles miedo.
Amanda se tomó el cabello y con la voz un poco nerviosa le respondió al niño.
– Justo después de que pasó el trance, sentí la voz de uno de ellos. Me dijeron que me mantuviera lejos de su gente, que los dejaran en paz y que no metiera ideas absurdas en la cabeza de su materia. Creo que algo habremos hecho, que se logró hacerlos correr en un momento.
M'baye empezó a hablar interrumpiendo a Amanda.
– Yo creo que sé lo que pasó. Cuando Siuma estaba conmigo, yo podía ver lo que ella veía. Cuando estaba ahorcando al señor, yo veía su mano estirada y desgastada, ahorcarlo. Justo, una luz encandílente cortó el brazo de Siuma y le ordenó irse, sin palabras, fue como un pensamiento. Y Siuma salió de mi cuerpo disparada hacia usted, señora Amanda. Creo que alguien intervino para que no pasara a mayores.
M'baye era un niño sumamente educado para su edad. Resulta que su tío era profesor en África y fue preparado como un esclavo educador, por eso le enseñó todo lo que sabe a M’baye. Él a su vez era muy interesado y aplicado. Fue lo primero que le dijo la madre al momento de conocer a Amanda.
“Ha de ser por eso que Siuma hablaba más educada que otras veces” dijo la madre, que había visto este tipo de trance antes en otros médiums en su tribu. Y era cierto, los espíritus utilizan sus canales y se comunican dependiendo la educación y alcance en las palabras y conocimiento, se había comprobado en el último estudio del profesor Kardec.
Amanda acompañó hasta la salida a todos los miembros de la reunión, enviaron en carroza al niño con su madre, luego partieron los esposos. Pierre se quedó de último para verificar el estado de Ronald, el cual se encontraba todavía reposando pero en mejor estado. Luego se dio vuelta para despedirse de Amanda. La cual entabló una conversación leve antes de que Pierre partiera.
– Señor Pierre, lo que hemos visto hoy es preocupante. No tenemos todavía el conocimiento para afrontar otras fuerzas sin el apoyo de seres espirituales que nos acompañen.
– Hoy lo hicieron, si lo que dice M'baye es cierto, un espíritu guardián se hizo cargo de correr al imperfecto para que nos dejara en paz. Pero como dijo Siuma, no podemos invocar presencias sin pensar en consecuencias.
– Efectivamente, tendremos que enviar una carta al profesor Kardec para que explique que pudo pasar acá y nos aclare que otros métodos seguir. Ya discutiremos la repuesta para la próxima sesión.
Pierre asentó con su cabeza y se despidió de Amanda. Luego tomó su caballo y cabalgó hacia su casa. Eran las tres de la mañana y las calles estaban empapadas y solitarias. Ya sería hasta una próxima sesión para averiguar exactamente como funciona la fuerza espiritual y qué entidades realmente manejan nuestro universo.
Una buena historia bien hilvanada y cargada de suspenso. Disfruté leyendote
Muchas gracias por leer.
Este cuento me atrapo de inicio a fin. Parece sacado de la realidad.
Gracias mi bro
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