APUNTES PARA UNA SAGA #5

in Literatos4 years ago (edited)


MI ABUELO: JOSE ISABEL TOVAR. Foto del album familiar.

Lo que cuento son recuerdos de las cosas que me relataba mamá sobre su familia, en esa época tendría yo entre ocho y nueve años. Puedo decir la edad con bastante exactitud ya que nos mudábamos de casa una vez al año y mis recuerdos, dependiendo de donde viviéramos en ese momento, son fáciles de ubicar con respecto a mi edad cronológica.

Mi mamá recordaba no solo con cariño sino también con admiración y respeto a mi abuelo, José Isabel Tovar. En esa época eran muy comunes los nombres dobles para los caballeros en que el segundo fuera femenino. Había "José Isabel", "José María" , "Jesús María". "Carmen" era un nombre que se utilizaba indistintamente para varón o mujer. El nombre de mi abuela era Gumersinda, pero le decían "Doña Gume".


MI ABUELA: MARÍA GUMERSINDA TOVAR DE ARISTIGUETA. Foto del album familiar.

Esa época de vivencias en la hacienda de Caucagua fue prolífica de anécdotas. Cuando mis abuelos se casaron ella tenía sólo 15 años y mi abuelo "más de 50". El día que nació mi mamá, la mayor de esa unión, se estaba casando por la iglesia otra hija de mi abuelo.
El murió años de 84 años, trancado de la orina. Para la época "murió de los riñones", quizá su problema fue la próstata... Pero eso ni se conocia ni se mencionaba en ese entonces.

Él era lo que llamaban "un curioso", le llevaban los niños del pueblo aquejados de "mal de ojo", para que los ensalmara. Era fácil reconocer cuando un niño estaba "maldeojado": Se ponía bobo,bobo, evacuaba de color verde y, al colocar la mano sobre su cabeza, se le notaba una especie de leve hundimiento ya que "se le bajaba la mollera". El "ensalme" se le realizaba por tres días consecutivos con oraciones secretas, dichas en apenas un murmullo, y con unos cuantos "ramazos", especie de " latigueo" que se hacía con firme suavidad en el cuerpecito de la criatura para "alejar las malas influencias".

Mi abuelo era devoto de las Ánimas del Purgatorio, a las cuales les encendía siete velas colocadas formando una cruz todos los lunes.
Era recordado el pasaje que se supo de aquel hombre que lo esperó una noche junto al camino por donde obligatoriamente debía pasar al regreso del pueblo donde había ido a hacer unos trámites. Apostado tras un árbol, con su escopeta " terciada" al hombro aguardó lleno de malas intenciones para matarle no más verle, sin embargo, al ver pasar a mi abuelo en medio de un montón de jinetes vestidos de blanco no le quedó otra que desistir de sus propósitos. Según contaba mi mamá, esa noche mi abuelo andaba solo y los escoltas que vio el hombre no fueron otra cosa sino las ánimas en su rol de cuidadoras de su devoto.

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FUENTE
Mi abuelo jamás iba a la iglesia (En ese tiempo, la iglesia católica, la única religión conocida en Venezuela para la época - al menos por mi familia - y, más o menos hasta la década del 60 en que comenzaran a llegar misioneros de las iglesias pentecostales) pero hacía que el resto de la familia fuera a la Misa Dominical todas las semanas e "hicieran también los primeros viernes", según contaba mi mamá. Se decía de él que posiblemente fuese masón.
Cuando mi abuelo murió, mi abuela era una mujer aun joven, no le faltaron pretendientes, sin embargo, no aceptó a ninguno más a su lado. En parte - decía - porque mi abuelo había sido "demasiado bueno y otro no lo podría igualar" y en parte porque "no quería meter un hombre extraño en la casa y poner padrastro a sus hijas".
Tuvieron en común ocho hijos, en orden de llegada: Teresa de Jesús, Diego Nicolás, Alejandro Ernesto, María Isabel, Aniceta, Servidea, Marcelo y Ananda Salomé.
Cabe destacar que fue después de adulta cuando descubrí los verdaderos nombres de mis tías Aniceta y Servida, las que se hacían llamar Ana y Servía, respectivamente, avergonzadas por esos nombres que consideraban "muy feos". Como nota simpática, mi tía Servía (Servidea) se enamoró de Jorge, se casaron, a su primer hijo le pusieron - casi lógicamente - Jorge y le llamaban Jorgito para diferenciarlo del papá. Lo simpático es que el papá se llamaba legalmente Silvestre, nombre que le había sido determinado por el hecho de haber nacido el 31 de diciembre, día de San Silvestre, y se hacía llamar "Jorge" ...ya saben..."avergonzado por ese nombre que consideraba muy feo".

Además de los ocho hijos en común, mi abuela Gumersinda ( o Mamagrande, como nos acostumbró a llamarla mi mamá para que "no la pusiéramos vieja diciéndole abuela"), crió a Justina, una niña que había tenido con mi abuelo una de las cocineras de la hacienda. Según mi mamá, las hermanas de él le "metieron a esa cocinera por los ojos" porque no aprobaban su relación con mi abuela. A la final, mis abuelos tuvieron qué ir a casa de la muchacha a buscar a la niña al enterarse de que no era buena madre y la tenía muy descuidada. Mi abuela la crió como a otra hija aunque siempre se notó una cierta preferencia hacia ella a quien tenía muy consentida, creo que la conmovía el hecho de saberla creciendo lejos de su verdadera madre y por ello derrochó en ella ternura y cuidados. Años después, mi tía Justina, ya casada, hablando de mi abuela comentaba cómo era tan delicada con ella que hasta cuando cocinaba garbanzos los suyos los pelaba uno por uno porque a la niña "le fastidiaba la piel de los garbanzos". Y decía: - Mi mamá era una santa... Yo nunca le criaría un hijo a Sojo (Su esposo).

A mi abuelo no lo conocí, falleció en enero de 1949, cuando mi mamá estaba en estado de su segundo hijo, mi hermano Jhonny. . Me hubiera gustado mucho conocerlo. Mi mamá decía que "se veía tan guapo recorriendo la hacienda fuete en mano y con sus altas polainas".

Creo que no les estuvo muy cercano a sus hijos de pequeños, como se acostumbraba en la época... Quizá un poco más de mi tía Ana, a la única que le permitía entrar en el cuartito que dedicaba a "las cosas espirituales" y estar presente durante sus rituales.
Cuando mi abuelo murió, pidió un limón, se limpió muy bien las manos con él,llamó a mi tío Nicolás, el mayor de sus hijos varones y le dijo:

  • Le encargo que las cosas en esta casa continúen como si yo aún estuviera

Ese mismo mes murió mi bisabuela Salomé, la mamá de Mamagrande,por eso ella guardó luto toda su vida: por su mamá y por su esposo.
Para esa época ya vivían en Caracas, donde se habían mudado en forma repentina, dejando la hacienda, un día que mi abuelo llegó a casa muy disgustado y le dijo a mi abuela: " "Me vine para no matar a mi compadre. Prepara a los muchachos que nos vamos para Caracas"

Ese "compadre" era el dueño de la hacienda... ¿Qué habría ocurrido para que mi abuelo dijera esto?..No lo se y ¿Cómo averiguarlo después de tanto tiempo? Pero la salida de la hacienda "Las Niñas" fue de esta forma, intempestiva, por caminos y trochas porque aún no existían las carreteras. A pie, a caballo. Mi mamá y mi tía Justina amarradas sobre un caballo, mi abuela con un largo y amplio vestido blanco montada sobre una yegua mañosa que cada vez que "venteaba" un río salía corriendo a revolcarse en sus orillas. Teniendo en cuenta que, según mamá, cruzaron siete pasos de río, es comprensible que la abuela llegara a Caracas con el vestido de todos los colores menos blanco..

NOTA: Esta historia continuará.

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