Recuerdo en llamas - Primera Parte [ESP-ENG]

in Literatos6 months ago (edited)


Foto de Kseniya Lapteva en Unsplash

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Cuando pienso en aquella tragedia, mi cuerpo se retuerce de horror y repulsión. Yo era demasiado joven e ingenua para atar cabos sobre tan terrible situación, aunque ya me lo imaginaba por mucho, sentía que no debía ser precipitada y controlaba mi imaginación para que no me arrastrara a la imprudencia. Pero aquello era inevitable, por ciertas circunstancias que pasaban.

Carmela no se merecía lo que le pasó; ella era una chica dulce, tierna y agradable. Era mi mejor amiga en mi pueblo de origen: Caucares, donde aún residen mis padres y su familia paterna. Éramos vecinas y crecimos casi juntas; tanta era nuestra unión que hubo gente que nos confundía y decían que éramos hermanas.

Teníamos la misma edad y los mismos gustos. Nuestra apariencia física era similar; exceptuando en que ella era pelirroja de ojos azules y rasgados, y yo morena de ojos negros y almendrados. Nuestro vecindario, como todo en el pueblo, era un espacio abierto muy rural, rodeado de mucho monte, granjas y cercas. Detrás de nuestras casas había una hermosa pradera, decorada con un depósito de agua que parecía una pequeña laguna. Allí Carmela y yo jugábamos de niñas: a las ranas, a los piratas, a los cisnes o a cualquier otra cosa que se nos ocurriera.

En nuestra adolescencia nos pillábamos allí para hablar de nuestros secretos. Ella soñaba con una vida esplendorosa de adulta, con una hermosa casa frente a una montaña, en un clima templado y adornado con un maravilloso paisaje. Lo relataba con un brillo en sus ojos mientras yo trenzaba sus rizos carmesíes.

Una vez nuestra conversación tomó un tono más serio. Dejamos a un lado las fantasías adolescentes por los acontecimientos duros de la realidad.

—Marisa, estoy muy preocupada… —Me dijo con un murmullo lamentable en su voz— Vendrá un amigo de mi padre a visitarnos y yo tendré que cederle mi habitación. ¿Será que me puedo quedar a dormir contigo?

—¡Claro que sí! —Repliqué entusiasmada— Sabes que siempre eres bienvenida.

—¡Gracias! —Respondió— No tendría ningún problema con esta visita si no me cayera tan mal.

—Bueno, y, ¿de quién se trata? —Increpé con el rostro arrugado.

—Ah… es el doctor Rodríguez —suspiró Carmela con desagrado—, es el médico que salvó la vida de mi padre allá en Caracas. Él quedó tan agradecido que establecieron una fuerte amistad, pero no le tengo buena espina.

—¿Por qué? ¿Qué pasa con él?

—Me mira de una manera muy desagradable. —Afirmó con asco—. Antes de cumplir los dieciséis años, mis padres y yo fuimos a Caracas y nos quedamos en la casa del doctor Rodríguez y su esposa. Esa fue la primera vez que me miró con cierta particularidad, algo que no me gustó para nada. Me hice la tonta y no le comenté nada a nadie hasta ahora. No quiero decirle a papá y armar un escándalo.

—No te preocupes, Carmela, yo te creo —Le dije mientras la abrazaba por el cuello—. Puedes quedarte conmigo todo lo que quieras, sabes que mis padres nunca han tenido problema. Además, cualquier cosa es mejor para mantenerte alejada de ese sucio cabrón.


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Foto de BĀBI en Unsplash


Ella asintió con la cabeza mientras sonreía levemente, aunque aún podía sentir una vibra de angustia en su semblante. Conocí al doctor Rodríguez por primera en casa de Carmela. Llegó repentinamente en su auto frente a la casa de mi amiga. Todos lo recibimos en el frente, era un hombre alto, delgado, con el cabello oscuro, corto y lacio, una barba prominente y anteojos circulares. Carmela colocó una cara alargada de disgusto al verlo, fue la única que lo saludó con desagrado mientras los demás estaban felices por verlo.

Parecía un hombre muy cordial, afable y muy carismático. No tenía la pinta de un perverso, aunque las apariencias engañan. Carmela me pidió que me quedara hasta la cena y eso hice, no se sentía segura con ese hombre allí, aunque estuvieran sus padres. Después de cenar, Carmela llegó a mi casa con una cara muy larga. Se sentó en mi cama bruscamente y colocó la vista hacia abajo como si algo la asfixiara.

—¿Pasó algo? —Le pregunté buscando su mirada.

—¡No lo soporto! —Exclamó con rabia—. En un momento después de cenar, me dirigí al baño para lavarme las manos, cuando salí, ese asqueroso estaba enfrente a la puerta, mirándome tan fijamente como una lechuza. Yo me congelé, no había más nadie a nuestro alrededor. “Estas hermosa”, fue lo que me dijo ese pervertido, azoté la puerta del baño y me aparté de él como si hubiera visto a un fantasma.

—Ay, Carmela, debes decirles a tus padres —Le aconsejé mientras la consolaba.

—No…, no quiero causar revuelo, pero te juro que, si se atreve a hacerme algo, me las pagará.

Luego de eso, ella se recostó sobre mis piernas. Su semblante estaba plagado de rabia e impotencia. Yo acariciaba su hermoso cabello rojo mientras ella se quedaba inerte y pensativa.

—Ojalá que se vaya rápido, pero según lo que escuché, se quedará unos cuantos días. No creo que pueda aguantar tanto.

—¡Lo harás! —Susurré con vehemencia—. Todavía pienso que decirles a tus padres sería lo correcto, pero ya eso es tu decisión.

Carmela suspiró y cerró los ojos como queriendo disociarse del mundo. Me sentía muy preocupada por ella, jamás la había visto tan perturbada. Ella siempre ha sido la más alegre de ambas, y verla con esa actitud, me provocaba una profunda pena. Esperaba que aquellos días pasaran rápido y que el tormento que alteraba a mi amiga se fuera por la puerta de su casa, pero en vez de ello, una tragedia aterrizó como una horda de zamuros sobre una pila de cadáveres.

CONTINUARÁ...


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MEMORY IN FLAMES

Part One


When I think of that tragedy, my body writhes in horror and revulsion. I was too young and naive to think about such a terrible situation, although I had already imagined it for a long time, I felt that I should not be rash and I controlled my imagination so that it would not drag me to recklessness. But that was inevitable, due to certain circumstances that were happening.

Carmela did not deserve what happened to her; she was a sweet, tender, and nice girl. She was my best friend in my hometown: Caucares, where my parents and her paternal family still live. We were neighbors and grew up almost together; so much was our union that there were people who confused us and said we were sisters.

We were the same age and had the same tastes. Our physical appearance was similar; except that she was a brunette with blue slanted eyes, and I was a brunette with black almond-shaped eyes. Our neighborhood, like everything else in town, was a very rural open space, surrounded by lots of hills, farms, and fences. Behind our houses was a beautiful meadow, decorated with a water reservoir that looked like a small pond. There Carmela and I would play as children: frogs, pirates, swans, or whatever else we could think of.

In our adolescence, we would catch each other there to talk about our secrets. She dreamed of a splendorous life as an adult, with a beautiful house in front of a mountain, in a temperate climate, and adorned with wonderful scenery. She would relate it with a twinkle in her eye as I braided her crimson curls.

Once our conversation took on a more serious tone. We put aside adolescent fantasies for the harsh events of reality.

"Marisa, I'm really worried..." she said with a pitiful murmur in her voice, "A friend of my father's is coming to visit us and I'll have to give up my room to him. Can I stay over with you?"

"Of course you can!" I replied enthusiastically, "You know you're always welcome."

"Thank you!" She replied, "I wouldn't have any problem with this visit if I didn't dislike him so much."

"Well, who is it?" I thought with a wrinkled face."

"Ah... it's Dr. Rodriguez," sighed Carmela with displeasure, "he's the doctor who saved my father's life back in Caracas. He was so grateful that they established a strong friendship, but I don't have a good feeling about him."

"Why? What's wrong with him?"

"He looks at me in a very unpleasant way." She said with disgust. "Before I was sixteen, my parents and I went to Caracas and stayed at the house of Dr. Rodriguez and his wife. That was the first time he looked at me with a certain peculiarity, something I didn't like at all. I played dumb and didn't say anything to anyone until now. I don't want to tell Dad and make a scandal."

"Don't worry, Carmela, I believe you," I told her as I hugged her neck, "You can stay with me as long as you want, you know my parents have never had a problem. Besides, anything is better to keep you away from that dirty bastard."

She nodded her head while smiling slightly, although I could still feel a vibe of anguish on her face. I met Dr. Rodriguez for the first time at Carmela's house. He arrived suddenly in his car in front of my friend's house. We all greeted him at the front, he was a tall, thin man with short, straight dark hair, a prominent beard, and circular glasses. Carmela made an elongated face of disgust when she saw him, she was the only one who greeted him with displeasure while the others were happy to see him.

He seemed a very cordial, affable, and charismatic man. He did not look like a pervert, although appearances can be deceiving. Carmela asked me to stay until dinner and that's what I did, she didn't feel safe with that man there, even if her parents were there. After dinner, Carmela arrived at my house with a very long face. She sat down on my bed abruptly and looked down as if something was choking her.

-Did something happen? -I asked, searching for her gaze.

-I can't stand it! -she exclaimed angrily. At one point after dinner, I went to the bathroom to wash my hands, when I came out, that creep was in front of the door, staring at me like an owl. I froze, there was no one else around us. "You look beautiful," was what that pervert said to me, I slammed the bathroom door and turned away from him as if I had seen a ghost.

"Oh, Carmela, you must tell your parents," I advised her as I consoled her.

"No..., I don't want to cause a commotion, but I swear, if he dares to do anything to me, he'll pay for it."

After that, she lay down on my legs. Her countenance was plagued with rage and helplessness. I stroked her beautiful red hair while she lay limp and thoughtful.

"I hope she leaves quickly, but from what I hear, she'll be here for a few days. I don't think I can hold out that long."

"You will!" I whispered vehemently. "I still think telling your parents would be right, but that's your decision."

Carmela sighed and closed her eyes to dissociate herself from the world. I felt apprehensive about her, I had never seen her so upset. She has always been the most cheerful of the two, and seeing her with that attitude made me feel deeply sorry for her. I hoped that those days would pass quickly and that the torment that was upsetting my friend would go away through the door of her house, but instead, a tragedy landed like a horde of vultures on a pile of corpses.

TO BE CONTINUED...

Texto traducido con Deepl | Text translated with Deepl

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