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La lógica del rendimiento y la productividad nos ha hecho que todo nuestro tiempo debe ser un tiempo productivo sin espacio para el ocio, para la vida contemplativa. Hoy más que nunca vivimos un tiempo donde nos preocupamos más por el hacer que por el ser. Y como lo ha dicho en un reciente podcast mi crush filosófico primero hay que preocuparnos por el ser, luego por el hacer, o en otras palabras usando las mismas palabras que Nerea Blanco Marañón hay que "volver al quien".
¿Quién soy? Todos en algún momento nos hemos preguntado tal cosa, y hoy comenzando mis 30, me vuelvo a preguntar ¿Quién soy? y aunque parezca retroceso a veces hay que dar un paso atrás, pero, no siempre dar un paso atrás significa retroceder.
Cuando se trata de asuntos como esté, dar un paso atrás es pisar un poco más fuerte antes de seguir avanzando, es dejar una huella bien marcada, pues no sabemos quien viene detrás y la huella puede que sirva de guía. Pensando en la cuestión de quién soy, es reflexionar sobre donde estoy en este momento.
La pregunta por nuestro ser no es algo que tengamos que responder cada día, sino que asumimos una determinada definición sobre nosotros mismos, desarrollamos autoconcepto y una autopercepción que nos proporciona de criterios para la toma de decisiones. Respondemos a los estímulos del mundo de manera casi inmediata gracias a que creemos saber quien somos.
Y si no lo tenemos claro podemos estar tomando decisiones sin saber a donde nos están llevando, desde hace como un año para acá o quizá un poco más, he sentido que me he apartado de eso que soy a causa del impulso de la sociedad del rendimiento. Aunque cada día hago lo que amo, y básicamente vivo de ello hablo de escribir, estos últimos días me he cuestionado poderosamente esto, y he llegado a pensar que he dejado de construir lo que soy.
No puedo negar que en estos últimos años he hecho cosas asombrosas, he aprendido muchas cosas, he conocido personas asombrosas y he forjado buenas amistades, a pesar de que también me he decepcionado de algunas personas y aunque eso es lamentable, es a mi parecer algo habitual.
En este sentido también he decidido dar un paso atrás. Y mientras intento vivir una especie de retiro espiritual en medio de lo cotidiano y volver a ser quien soy, pero un poco más consciente. Sin perder de vista mi horizonte, es momento de volver la mirada a dentro, ya que parece que estoy en un punto donde la otredad comienza en mi mismo, cuando por definición la otredad es todo lo que no soy. Y si nos miramos frente a espejo y no nos reconocemos significa que somos el otro para nosotros mismos.
Así que dar un paso atrás hoy, es lo mejor que puedo hacer, un paso atrás para ampliar un poco más el horizonte y preguntar ¿Por que hago lo que hago? ¿A donde quiero llegar? ¿Con quien quiero estar? ¿Con quien quiero conversar? ¿A que lugares quiero ir? ¿Qué comida quiero degustar? ¿Qué quiero escribir? ¿Qué libros quiero leer? y en fin, un montón de otras preguntas que irán surgiendo y iré meditando sin prisa pero sin pasa. Estoy en un punto donde quiero recobrar el quien, enfocarme en lo que soy.
Y tú querido lector, ¿haz vivido algo así?
Mantente curioso!
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