Cuando empecé en el gimnasio, nunca imaginé que los cambios que he logrado fueran posibles. Siempre tuve la idea de que los glúteos solo mejoraban con cirugía, y vaya que me equivoqué. Veía esas transformaciones impresionantes en grupos de Facebook e Instagram y me parecían inalcanzables. Pensaba que algo así no era para mí, que mi genética simplemente no me ayudaría.
Pero aquí estoy, meses después, mirando atrás y viendo cuánto he avanzado. Y si hay alguien a quien le debo gran parte de este progreso, es a mi entrenadora. Ha sido clave en este proceso, no solo porque me ha enseñado la técnica correcta o me ha estructurado un buen plan de entrenamiento, sino porque ha sido firme y me ha empujado a llegar a mi límite. Muchas veces he querido rendirme, pensando que ya no puedo más, pero ahí está ella, diciéndome que sí puedo, que solo necesito una repetición más, que la constancia es lo que marca la diferencia.
Lo más loco de todo esto es que los cambios no solo han sido físicos. Ahora me veo al espejo y no solo noto unos glúteos más firmes y definidos, sino una versión más fuerte y segura de mí misma. Me doy cuenta de que el cuerpo responde cuando se le da el estímulo adecuado, que no hay fórmulas mágicas ni excusas válidas cuando realmente quieres lograr algo.
Si alguna vez pensaste que no era posible, que solo las chicas en redes sociales podían conseguirlo, te digo que no. Es posible. Requiere esfuerzo, disciplina y paciencia, pero es posible. Y cuando empiezas a ver los resultados, entiendes que valió cada gota de sudor.
Así que gracias a mi entrenadora, a su paciencia, a su exigencia y a sus palabras que me han hecho creer en mí cuando más lo necesitaba.
English Version
When I started at the gym, I never imagined that the changes I have achieved were possible. I always had the idea that buttocks only improved with surgery, and boy was I wrong. I would see these impressive transformations on Facebook and Instagram groups and they seemed unattainable. I thought something like that wasn't for me, that my genetics just wouldn't help me.
But here I am, months later, looking back and seeing how far I've come. And if there's anyone to whom I owe much of this progress, it's my trainer. She has been key in this process, not only because she has taught me the right technique or structured a good training plan, but because she has been firm and pushed me to reach my limit. Many times I have wanted to give up, thinking that I can't do it anymore, but there she is, telling me that I can, that I just need one more repetition, that consistency is what makes the difference.
The craziest thing about all this is that the changes have not only been physical. Now I look in the mirror and not only do I notice firmer and more defined buttocks, but also a stronger and more confident version of myself. I realize that the body responds when given the right stimulus, that there are no magic formulas or valid excuses when you really want to achieve something.
If you ever thought it wasn't possible, that only girls on social media could pull it off, I'm telling you, it's not. It is possible. It takes effort, discipline and patience, but it is possible. And when you start to see the results, you understand that it was worth every drop of sweat.
So thanks to my coach, to her patience, her demand and her words that made me believe in myself when I needed it the most.
Source
All the photos are taken and edited on Snapseed by me.
The cover was made on Canva.
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