Saludos comunidad @TopFiveFamily. Una vez más me uno a este genial concurso, anímate, te dejo el enlace aquí. De entrada la fotografía te invita porque es un plato, sin duda, que combina los grupos alimenticios en una totalidad muy agradables a la vista y despierta, a través de la imagen, un sinfín de sabores y colores que explotan en la imaginación.
En mi país, Venezuela, eso se llama Pabellón Criollo. Es un plato muy tradicional, un tesoro de nuestra gastronomía y ha recibió ese nombre porque sus colores también están presente en uno de nuestros símbolos patrios, en la bandera o pabellón. En diferentes regiones tienen variaciones, por ejemplo en el Oriente, destacan los elementos que sugiere la imagen propuesta; en los Andes o en los Llanos, el grano varía de caraotas a frijoles o se le agrega queso blanco.
Desde mis abuelos al pabellón.
Muchos años atrás, en tiempos de mi infancia, en Venezuela se vivían tiempos más amigables desde el punto de vista económico. Las familias, a pesar de ser numerosas y humildes, tenían con sus empleos las formas de ofrecer una alimentación balanceada, nutritiva y variada. Recuerdo nítidamente, como si se tratara del día de hoy, a mi entrañable abuela materna, Antonia, que preparaba pabellón con esa sazón de manos que saben de regalos, cariño y añoranzas de tiempos de juventud.
Ver la imagen fue un transporte a la casa grande, a La Casa Vieja de cuartos misteriosos; el ruido de muchas personas, abuelos, padres, hijos, sobrinos y nietos; porque cuando mi abuela Antonia cocinaba pabellón, la casa se impregnaba de los olores a aliños fritos, carne guisada, agua de arroz hervido y las inolvidables tajadas de plátanos, sí, tajadas, así le decimos por acá por Cumaná, que las contaba, una para cada uno, porque éramos muchos; pero ella, mi abuela Antonia, tenía una magia que aunque en números sobrepasábamos , siempre la comida alcanzaba para todos y todos comíamos bien.
El jugo invariablemente era de mango, porque mi tío Nicomedes, al que todos llamábamos Nico, un muchacho de Güiria, Caurantica, criado por mi mamá, sembró una mata en el patio que daba unos frutos increíbles. Así que el jugo siempre era de mangos verdes o maduros; pero era el mejor y más delicioso, servido en una jarra de plástico inmensa, transpirada por las gotas del frío de los grandes trozos de hielo, para que rindiera sobremanera, que se colocaba en el centro de la gran mesa de madera y cada persona se servía sólo un vaso.
Nuestra historia de familia en un plato, ¡qué grande es la vida!.
El pabellón representa parte de mi historia, de la historia de mi familia, parte de tiempos que se recuerdan como mejores, por las personas, que ahora no nos acompañan, que sembraron para siempre recuerdos que, con los años, se hacen cada vez más cercanos y queridos. Añoranzas que se hacen tradiciones, que se mudan con cada generación para dar sentido a lo que hacemos y al lugar que ocupamos en nuestro recorrido por la vida.
Ahora preparo el pabellón en casa, tratando de recordar cómo lo hacía mi abuela Antonia. Pero por más que me esfuerzo, no me queda igual. Cuando mi hijo y yo no sentamos a la mesa, pienso que la sazón que falta es la de aquella gran mesa de madera; la jarra de jugo de mango, verdes o maduro; las tajadas contadas y vueltas a contar; la humedad y el calor de la sala abierta y rodeada de matas; el hablar de todos alrededor del almuerzo; pero sobre todo la gran casa, la casa de mis querido abuelos, la Casa Vieja.
Gracias a @TopFiveFamily por invitar estos recuerdos a pasear hoy; siempre los tengo, pero bien guardados.
¡Es increible todo lo que en un plato se puede servir, incluyendo los alimentos!
Traducción: con DeepL, versión libre.
Greetings @TopFiveFamily community. Once again I join this great contest, cheer up, I leave you the link here. Right off the bat the photograph invites you because it is a dish, without a doubt, that combines the food groups in a totality very pleasing to the eye and awakens, through the image, a myriad of flavors and colors that explode in the imagination.
In my country, Venezuela, that's called Pabellon Criollo. It is a very traditional dish, a treasure of our gastronomy and has received that name because its colors are also present in one of our patriotic symbols, in the flag or pavilion. In different regions there are variations, for example in the East, the elements suggested by the proposed image stand out; in the Andes or in the Llanos, the grain varies from beans to beans or white cheese is added.
From my grandparents to the pavilion.
Many years ago, when I was a child, Venezuela was living in friendlier times from the economic point of view. Families, in spite of being numerous and humble, had with their jobs the means to offer a balanced, nutritious and varied diet. I remember clearly, as if it were today, my beloved maternal grandmother, Antonia, who used to prepare pabellon with the seasoning of hands that know about gifts, affection and longing for the times of her youth.
Seeing the image was a transport to the big house, to La Casa Vieja of mysterious rooms; the noise of many people, grandparents, parents, children, nieces and nephews and grandchildren; because when my grandmother Antonia cooked pabellón, the house was impregnated with the smells of fried seasonings, stewed meat, boiled rice water and the unforgettable slices of plantains, yes, slices, that's what we call them here in Cumana, she counted them, one for each of us, because we were many; but she, my grandmother Antonia, had a magic that although in numbers we surpassed, the food was always enough for everyone and we all ate well.
The juice was invariably mango juice, because my uncle Nicomedes, whom we all called Nico, a boy from Güiria, Caurantica, raised by my mother, planted a bush in the yard that bore incredible fruit. So the juice was always of green or ripe mangoes; but it was the best and most delicious, served in a huge plastic jug, sweated by the cold drops from the big chunks of ice, so that it yielded superbly, which was placed in the center of the big wooden table and each person was served only one glass.
Our family history on a plate, how great is life!
The pavilion represents part of my history, of my family's history, part of times that are remembered as better, by the people, who are not with us now, who sowed forever memories that, over the years, become ever nearer and dearer. Longings that become traditions, that move with each generation to give meaning to what we do and the place we occupy in our journey through life.
**Now I prepare the pavilion at home, trying to remember how my grandmother Antonia used to make it. But no matter how hard I try, it doesn't look the same. When my son and I don't sit at the table, I think that the missing seasoning is that of that big wooden table; the jug of mango juice, green or ripe; the slices counted and re-counted; the humidity and warmth of the open room surrounded by bushes; the talk of everyone around lunch; but above all the big house, the house of my beloved grandparents, the Casa Vieja.
Thanks to @TopFiveFamily for inviting these memories for a walk today; I always have them, but well kept.
It's amazing what can be served on a plate, including food!
**Translation: with DeepL, free version. **
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