Entro al hotel después del trabajo, es muy tarde no pude llegar a la hora acordada, ella está en la cama completamente dormida, me quito toda la ropa sin hacer ruido, me voy al baño y me doy un baño para quitarme el sudor, después de haber trabajado todo el día.
Mientras me seco, tiro la toalla al piso y trato de meterme a la cama para sentir el calor de su cuerpo, se voltea y me da un tierno beso.
Mis manos acarician su suave piel, mientras ella me llena de tiernos besos que me llegan al alma, me acaricia, me mima, ella es una mujer muy cariñosa, hace que la desee todo el tiempo.
Con mis manos rozo su sexo, se encuentra húmeda, siempre se encuentra preparada para recibirme, ella le gusta como la estoy tocando porque sonríe de una manera perversa, que me vuelve loco.
No me resisto y beso sus labios, me deleito con ellos, nuestras lenguas se unen y bailan al compás de nuestro deseo.
Bajo a su sexo y busco saborear sus labios, siento su humedad, levanto una de sus piernas para poder saborearla completamente, mis dedos juegan con su sexo, entrando y saliendo, mientras ella con sus manos presionas mi cabeza para que no deje de saborearla.
Cuando la escucho gemir levanto la mirada y veo como se muerde los labios, con mi lengua subo lentamente hacia sus senos, los acaricio, los chupo, los aprieto a mi gusto. Mi pene entra en su sexo, un gemido sale de su boca, y toma mi cabello fuertemente para que no salga de ella. Con el movimiento de mis caderas lentamente la penetro, ella clava sus uñas en mi espalda, no me importa, siento que disfruta porque gime fuertemente, aumentando la intensidad de mis penetraciones. Después de unos minutos de placer y cambios de posiciones ambos llegamos al máximo placer, ambos quedamos exhaustos en aquella cama de hotel donde el tiempo era limitado.
