Mirar el cielo es una de las cosas que más me ha encantado hacer desde muy pequeño. Siempre me pierdo en lo majestuoso que puede ser ver su paisaje. Sus nubes, sus formas, sus colores, sus luces, sus brillos, sus sorpresas; todos los días hay algo nuevo que ver. Cuando elevo mi mirada al cielo, siento que veo una pintura cuyos brochazos no solo cobran vida ante mí, sino que me hacen sentir parte de algo inmenso y glorioso como lo es la vida misma. Las pinturas que más me fascinan y me hacen vibrar de emoción, son los atardeceres, cuyos cálidos colores le dan cobijo a mi existencia, y sintiendo ese caluroso abrazo le doy las gracias al universo, por ponerme justo aquí.
Gazing the sky is one of the things that I’ve always loved to do since I was little. I always lose myself on how majestic can be to see its landscape. Its clouds, its shapes, its colours, its lights, its brightness, its surprises; every day there is something new to see. When I look up at the sky, it feels like I’m seeing a painting whose brushstrokes not only come to life before me, but they make me feel that I’m part of something immense and glorious like life itself. The paintings that fascinate me the most and make me tremble with excitement, are the sunsets, whose warm colours give shelter to my existence, and feeling that warm hug I thank the universe for putting me right here.
