Yo no soy un snob, ni un conocedor del arte, no indago en las teorías de sus manifestaciones, ni en las intrincadas interpretaciones que hacen los eruditos sobre su significado, motivaciones y efectos sociales. Yo soy un ciudadano común, yo sólo disfruto el arte. Me he llegado a conmover, a divertir, me ha orillado a reflexionar y sobre todo me ha enseñado la belleza y su incomprensible misterio.
El arte es como la vida misma, según mi visión, importa más vivirlo que entenderlo.
Así pues, me encanta la paz y la variedad que ofrecen los museos y por ello trato de visitarlos con alguna frecuencia y me paseo siempre por sus espacios, incluso siempre por las exposiciones permanentes, porque no siempre se ve en la misma pintura, el mismo cuadro. Siempre hay algo nuevo que aporta, algo diferente que te cuenta... es como el teatro... no siempre se ve la misma obra, aunque veas el mismo montaje.
La Galería de Arte Nacional, además de ser en si misma una obra de arte (pese a que no está concluida) ofrece una amalgama de obras maravillosas que te conectan con la historia, con la venezolanidad, con la universalidad, con la belleza y con lo misterioso.
Con obras que te transportan a la convulsa Francia revolucionaria o que hace que te conectes con lo que la literatura te cuenta, por ejemplo, en Los Miserables.
O también te llama a conocer las obras del artista nacional que le mostró al mundo que los colores se mueven, que los cuadros no tienen por qué ser estáticos y que hay ciencia tras ellos.
Se pueden encontrar piezas futuristas, con una estética extraña pero visualmente muy atractivas, que además combinan con la inmensidad del espacio que les envuelve.
Piezas que parecen ser resultados de los mitos y leyendas que enriquecen nuestra imaginación, que aportan cada vez más riqueza a nuestra cosmovisión, que engrandecen nuestro espíritu.
Obras que incluso te obligan a reflexionar sobre las maravillas que llegan a hacer las manos del hombre, en que una pieza inmóvil, inanimada, desnuda, puede transmitir tanta vida, tanta verdad y tanta intimidad. Manos que han logrado hacer que un cuerpo desnudo, sea más un testimonio que una tentación. Manos que captan detalles que parece haberse difuminado con la modernidad y la supremacía de la tecnología.
Pero en la GAN, el arte es supremo, es delicado y sobre todo es abundante.
NOTA: Todas las fotos son propias