Una inversión demoníaca en Halloween. parte 1 / A Demonic Halloween Inversion. Part 1.

in Spooky Zone6 days ago

Saludos! esta es mi participación en la iniciativa de Halloween de SpookyZone. Se trata de un relato de ficción titulado: "Una inversión demoníaca en Halloween" y está dividida en dos partes. Espero les guste y lo comenten y... que viva el mes de Octubre y Halloween!!!


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Una inversión demoníaca en Halloween

Lunes 27 de Octubre

El aire en el Ford Taurus de Samuel Gómez era tan denso y cargado como el silencio que acababa de dejar atrás. El olor a perfume barato de Juana se había mezclado con el hedor acre del fracaso, un miasma que no lograba ventilar a pesar de llevar la ventanilla abierta en el fresco amanecer de Lobo City. Otra discusión. Las grietas en su matrimonio, producto de viejas infidelidades y la presión económica, se habían convertido en abismos infranqueables. A sus cuarenta y tantos, Sam era un hombre quebrado, un economista en caída libre que trabajaba para la firma de inversiones Thornton & James Money.

Apenas puso un pie en la oficina, la tensión se materializó en la figura de Ted Howard. Su jefe y socio importante de la empresa, un hombre que parecía haber nacido con un traje de tres piezas y una mueca de desprecio, le esperaba en el umbral.

"Gómez," espetó Ted, sin preámbulo, su voz un látigo de seda. "Tus últimos movimientos han sido un desastre. Estamos perdiendo dinero que no podemos permitirnos perder. Si vuelves a fallar, te juro que ni siquiera tu anillo de bodas te salvará del portazo."

Samuel tragó el nudo de ansiedad y rabia. Asintió, sintiendo el sudor frío en la nuca. Peor aún, Ted le informó con un tono de fastidio que debía supervisar al nuevo pasante. Un estorbo más para su infierno personal. Sam maldijo en silencio a su suerte, a su jefe, al dios de las finanzas y al destino que le había escupido en la cara.

Pero al llegar al cubículo 4B, el mundo pareció temblar, y un rayo de sol negro se coló en su existencia. Sentada en la silla auxiliar, revisando un manual de software con una concentración que no parecía de este plano, estaba ella.

Era una visión que cortaba la respiración. Una morena explosiva, de unos veinte años, con una melena rojiza y alborotada que caía sobre unos hombros desnudos y firmes. Sus ojos, de un color indefinido entre el ámbar y el jade, eran profundos y atrayentes, portales que prometían un edén prohibido. Vestía una blusa blanca que apenas contenía la opulencia de su pecho y una falda lápiz tan ajustada que era casi un pecado mortal.

"Buenos días, Sr. Gómez," dijo con una voz sedosa, casi gutural, mientras se ponía de pie con una lentitud deliberada. "Soy Abedul, su nueva pasante y asistente."

El nombre, tan extraño como su belleza, resonó en la mente de Sam como un gong primigenio. El cinismo se esfumó. El enfado se evaporó. Una excitación hirviente y culpable lo inundó. "Por lo menos," pensó con una lascivia que le encendió la sangre, "no será tan malo ir al matadero si tengo a semejante hembra a mi lado." Rápidamente, sin embargo, se recordó que necesitaba enfocarse. El éxito era la única salvación.

El resto del día fue un tormento delicioso. Sam investigó acciones, analizó gráficos y proyecciones, mientras instruía a Abedul en el manejo del software de trading. La cercanía de ella, el leve aroma a sándalo y almizcle que desprendía, y su forma de inclinarse, permitiendo vislumbres perturbadores de su escote, hicieron que su concentración fuera una farsa. Su excitación crecía con cada explicación, y lo peor –o mejor— era que Abedul parecía responder a sus sutiles insinuaciones con miradas prolongadas y sonrisas de labios jugosos. Ella era un espejo de su deseo oscuro.

Martes 28 de Octubre

El martes trajo consigo el anuncio de la inminente fiesta de Halloween del viernes. Ted Howard, con una ironía que apuñalaba, le advirtió: "Solo para los que aún conserven su empleo, Gómez." El estómago de Sam dio un vuelco. Informó a la jefa de RRHH que no asistiría; su vida marital ya era un campo minado, y una borrachera corporativa era lo último que necesitaba.

En su cubículo, Abedul lo esperaba, más sensual que nunca, una tentación palpable. Llevaba un vestido corto, ajustado y de un color verde esmeralda tan saturado que parecía vibrar. Las piernas, jóvenes y perfectamente torneadas, quedaban expuestas como pilares de mármol. Samuel luchó con una erección que amenazaba con rasgar su traje. Trató de enfocarse en las acciones, pero la forma en que Abedul se movía, el roce de su brazo al pasarle un informe, era una tortura.

La tensión sexual era densa, un campo eléctrico que los envolvía. Sus ojos se encontraban en el monitor, una milésima de segundo, pero en ese breve lapso, Sam sentía que ella lo desnudaba, que conocía sus pensamientos más sucios y que los aprobaba. Abedul no solo insinuaba; ella prometía. Su forma de reír ante un chiste forzado, su mano que se demoraba un segundo de más en el dorso de la suya... era el juego más peligroso que Samuel había jugado, y él ya estaba perdiendo.

La tarde se centró en la decisión crítica: invertir en la sólida Anime Imagine 4X o apostar por la emergente, aunque extraña, Devil October Games. Esta última parecía prometedora, una estrella naciente en el universo de los videojuegos, pero su branding era abiertamente perturbador. La imagen en su web era un golpe bajo: un hombre masivo y gordo, con una cabeza de cerdo grotesca, flanqueado por dos demonias rubias de belleza fría y cruel. El título, Devil October Games, estaba escrito con letras goteando sangre.

Sam estaba sentado, la frente perlada de sudor, dudando. Abedul, de pie a su espalda, se inclinó. Su mano derecha se deslizó hacia su cuello y lo acarició suavemente, justo en el punto de pulsación. El aliento sensual de ella, con ese aroma embriagador, impactó en su oreja. Con su otra mano, Abedul señaló el logo de la compañía demoníaca.

"Este es el ganador, Sam," le susurró, y sus labios jugosos rozaron su lóbulo. "El único que te salvará. Sigue a la bestia."

Sam casi gime de excitación. La duda se evaporó bajo la presión del placer y la promesa de la voz. La lógica se disolvió. Siguió la recomendación de Abedul, sin un solo análisis, con la fe ciega de un adicto. Invirtió todo el capital que le quedaba asignado a Devil October Games.

Miércoles 29 de Octubre

El miércoles, Samuel se afeitó con un esmero obsesivo y se puso su traje más caro. Su mente había sido colonizada por Abedul. La sensualidad en la oficina, pensó, era un juego al que él estaba dispuesto a jugar.

Abedul, vestida con un conjunto gris, ajustado y profesional, aunque aún capaz de resaltar cada curva, estaba rodeada. Varios hombres de la oficina, buitres con corbata, la halagaban con piropos baratos mientras tomaban café. El celo, un sentimiento primitivo y desagradable, se encendió en el pecho de Sam.

Abedul lo vio. Con una sonrisa de satisfacción que le erizó el vello, abandonó el grupo. Caminó hacia él con un contoneo lento, casi hipnótico, y lo saludó con un beso húmedo y demorado en la mejilla, su aliento caliente. Sam se sintió como un adolescente. Entraron al cubículo, donde las bromas y las insinuaciones subieron de tono, convirtiendo el espacio en una burbuja de lujuria contenida.

Pasaron las seis de la tarde. La oficina se vaciaba, pero Sam seguía pegado a la pantalla. La excitación se había convertido en un miedo helado: las acciones de Devil October Games no reaccionaban. De hecho, habían caído un dos por ciento. Miró la pantalla. El hombre cabeza de cerdo parecía observarle, su hocico grueso y sus ojos pequeños, inyectados en sangre, se burlaban. En un delirio de estrés y agotamiento, a Sam le pareció que las dos demonias rubias del diseño se movían, sus cuerpos de porcelana girando lentamente.

Entonces, Abedul regresó para despedirse. Vio el rostro de Sam, demacrado y absorto en la pantalla. Él ni siquiera la miró.

Con una fuerza sorprendente, ella giró su silla hacia sí misma. Se acercó a su rostro, la distancia se desvaneció. Con una audacia que lo paralizó, ella le lamió la comisura de los labios.

"Todo saldrá bien," susurró, su voz ahora era un ronroneo bajo y peligroso.

Sam intentó reaccionar, una explosión de deseo que intentaba convertir en un beso, pero ella lo contuvo con su mano izquierda, la presión en su pecho. Su mano derecha, de uñas largas y perfectamente pintadas de rojo carmesí, se deslizó por debajo del escritorio. La sensación de sus dedos jugueteando con la intimidad de Sam fue un choque eléctrico. Ella lo siguió besando, mordisqueando su labio inferior hasta el punto de hacerlo sangrar levemente.

Sam estaba al borde del colapso, los ojos cerrados, escuchando el eco amplificado de su voz sensual: "Todo saldrá malditamente bieeeen."

Cuando abrió los ojos, Abedul había desaparecido. El rastro de saliva, el olor a sándalo y la punzada de dolor en su labio eran la única prueba de la aparición.

Esa noche, en casa, el sueño fue un festín de la locura. Por un lado, Abedul, desnuda y dominante, cabalgando sus sueños con una risa de hechicera. Por otro, el hombre cabeza de cerdo, con su mirada fija, persiguiéndole a través de pasillos de carne podrida. Despertó en mitad de la noche, el sudor empapando las sábanas, su entrepierna palpitando con una excitación aterradora y una sed que quemaba su garganta.

Continuará



ENGLISH VERSION



Greetings! This is my entry in SpookyZone's Halloween initiative. It's a fictional story titled "A Demonic Inversion in Halloween," and it's divided into two parts. I hope you like it and comment on it. Long live the month of October and Halloween!


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A Demonic Halloween Investment

Monday, October 27

The air in Samuel Gómez's Ford Taurus was as thick and charged as the silence he'd just left behind. The scent of Juana's cheap perfume had mingled with the acrid stench of failure, a miasma he couldn't vent despite keeping the window open in the cool Lobo City dawn. Another argument. The cracks in his marriage, the result of old infidelities and financial pressure, had become unbridgeable chasms. At forty-something, Sam was a broken man, an economist in free fall working for the investment firm Thornton & James Money.

As soon as he set foot in the office, the tension materialized in the figure of Ted Howard. His boss and important partner in the firm, a man who seemed to have been born wearing a three-piece suit and a sneer, was waiting for him on the threshold.

"Gomez," Ted snapped without preamble, his voice a silken whip. "Your last moves have been a disaster. We're losing money we can't afford to lose. If you fail again, I swear not even your wedding ring will save you from the slammed door."

Samuel swallowed the lump of anxiety and anger. He nodded, feeling the cold sweat on the back of his neck. Worse still, Ted informed him in an annoyed tone that he was supposed to supervise the new intern. One more nuisance to his personal hell. Sam silently cursed his luck, his boss, the god of finance, and the fate that had spat in his face.

But as he reached cubicle 4B, the world seemed to shake, and a ray of black sunlight slid into his existence. Sitting in the auxiliary chair, reviewing a software manual with a concentration that didn't seem from this plane, was her.

She was a sight to take his breath away. An explosive brunette in her twenties, with a mane of tousled red hair that fell over bare, firm shoulders. Her eyes, an indefinite color somewhere between amber and jade, were deep and alluring, portals that promised a forbidden Eden. She wore a white blouse that barely contained the opulence of her bosom and a pencil skirt so tight it was almost a mortal sin.

"Good morning, Mr. Gomez," she said in a silky, almost guttural voice, as she stood up with deliberate slowness. "I'm Birch, your new intern and assistant."

The name, as strange as her beauty, resonated in Sam's mind like a primal gong. His cynicism vanished. His anger evaporated. A boiling, guilty excitement flooded him. "At least," he thought with a lust that heated his blood, "it won't be so bad going to the slaughterhouse if I have such a woman by my side." Quickly, however, he reminded himself that he needed to focus. Success was his only salvation.

The rest of the day was a delicious torment. Sam researched stocks, analyzed charts and projections, while instructing Birch on the trading software. Her proximity, the faint scent of sandalwood and musk she gave off, and the way she leaned in, allowing disturbing glimpses of her cleavage, made his concentration a farce. His arousal grew with each explanation, and the worst—or best—thing was that Birch seemed to respond to his subtle hints with lingering glances and pouty-lipped smiles. She was a mirror of his dark desire.

Tuesday, October 28

Tuesday brought with it the announcement of Friday's impending Halloween party. Ted Howard, with stabbing irony, warned him: "Only for those who still have their jobs, Gomez." Sam's stomach lurched. He informed the HR manager that he wouldn't be attending; his married life was already a minefield, and a corporate binge was the last thing he needed.

In his cubicle, Birch was waiting for him, more sensual than ever, a palpable temptation. She was wearing a short, tight dress in an emerald green so saturated it seemed to vibrate. Her youthful, perfectly shaped legs were exposed like marble pillars. Samuel struggled with an erection that threatened to rip through his suit. He tried to focus on the actions, but the way Birch moved, the touch of her arm as she handed him a report, was torture.

The sexual tension was thick, an electric field that enveloped them. Their eyes met the monitor for a millisecond, but in that brief span, Sam felt like she was stripping him bare, that she knew his dirtiest thoughts and approved of them. Birch wasn't just insinuating; she was promising. The way she laughed at a forced joke, her hand lingering a second too long on the back of his... it was the most dangerous game Samuel had ever played, and he was already losing.

The afternoon centered on a critical decision: invest in the solid Anime Imagine 4X or go with the emerging, if strange, Devil October Games. The latter seemed promising, a rising star in the gaming world, but its branding was downright disturbing. The image on its website was a low blow: a massive, fat man with a grotesque pig's head, flanked by two blonde demons of cold and cruel beauty. The title, Devil October Games, was written in letters dripping with blood.

Sam sat, his forehead beaded with sweat, hesitating. Birch, standing behind him, leaned in. Her right hand slid to his neck and gently stroked it, right on the pulse point. Her sensual breath, with its intoxicating aroma, hit his ear. With her other hand, Birch pointed at the demonic company's logo.

"This is the winner, Sam," she whispered, her juicy lips brushing his earlobe. "The only one who will save you. Follow the beast."

Sam almost moaned with excitement. Doubt evaporated under the pressure of pleasure and the promise of the voice. Logic dissolved. He followed Birch's recommendation, without a single analysis, with the blind faith of an addict. He invested all the capital he had left allocated to Devil October Games.

Wednesday, October 29

On Wednesday, Samuel shaved with obsessive care and put on his most expensive suit. His mind had been colonized by Birch. Sensuality in the office, he thought, was a game he was willing to play.

Birch, dressed in a gray suit, tight and professional, yet still capable of highlighting every curve, was surrounded. Several men from the office, vultures in ties, flattered her with cheap compliments over coffee. Jealousy, a primitive and unpleasant feeling, ignited in Sam's chest.

Birch saw it. With a satisfied smile that made his hair stand on end, she left the group. She walked toward him with a slow, almost hypnotic swagger and greeted him with a lingering, wet kiss on the cheek, her breath hot. Sam felt like a teenager. They entered the cubicle, where the jokes and innuendos escalated, turning the space into a bubble of contained lust.

It was after six in the evening. The office was emptying, but Sam was still glued to the screen. Excitement had turned to icy fear: Devil October Games' stock wasn't reacting. In fact, it had dropped two percent. He stared at the screen. The pig-headed man seemed to be watching him, his thick snout and small, bloodshot eyes mocking. In a delirium of stress and exhaustion, it seemed to Sam that the two blonde design demonesses were moving, their porcelain bodies slowly rotating.

Then Birch returned to say goodbye. She saw Sam's face, drawn and absorbed in the screen. He didn't even look at her.

With surprising strength, she swiveled her chair toward her. She leaned close to his face, the distance vanishing. With a boldness that paralyzed him, she licked the corner of his lips.

"It'll be okay," she whispered, her voice now a low, dangerous purr.

Sam tried to react, an explosion of desire that he was trying to turn into a kiss, but she contained it with her left hand, the pressure on his chest. Her right hand, with long nails perfectly polished crimson, slid under the desk. The sensation of her fingers toying with Sam's intimacy was an electric shock. She continued kissing him, nibbling at his lower lip to the point of making it bleed slightly.

Sam was on the verge of collapse, his eyes closed, listening to the amplified echo of her sensual voice: "Everything will be damn well."

When he opened his eyes, Birch had disappeared. The trail of saliva, the scent of sandalwood, and the sting of pain on his lip were the only evidence of the apparition.

That night, at home, his sleep was a feast of madness. On one hand, Birch, naked and dominant, riding his dreams with a sorceress's laugh. On the other, the pig-headed man, with his fixed gaze, chasing him through corridors of rotten flesh. He woke up in the middle of the night, sweat soaking the sheets, his groin throbbing with terrifying excitement, and a thirst burning his throat.

To be continued



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Sort:  

Una historia prometedora en su continuación... me pregunto si Abedul le habrá dicho la verdad y si será buena la inversión... ella es escalofriante.. además de hermosa jaja

Muchas gracias por participar!!🤗

super thankssss, si, bella y escalofriante, jaja. ya publicando la parte dos.

Gracias!!

Es muy llamativo todo el contexto de la historia y con descripciones muy bien logradas que nos hacen imaginar cada escena. Veremos qué nos traes en la segunda parte.

Gracias por compartir tu historia de escalofríos con nosotros.👻

Excelente día con muchos espantos.

gracias por leer y comentar my friend @rinconpoetico7 . si, ya publicada la parte 2.

 5 days ago  

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 5 days ago  

¿Que sucedera ahora? 👀 No hay que confiar mucho en Abedul jaja aunque como es hermosa y seductora, facilmente uno caera ante ella y todo lo que diga jaja esperamos la continuacion 👻

hello @elbuhito ooooo!! jeje. gracias por comentar. si, yo no me fiaría mucho, jaja. ya publicada la continuación.