
Las gemelas y el gato

En el día número dos, el gato volvió a hacer lo mismo: se acercó sigilosamente al lugar donde estaban las niñas y cuando estuvo a una distancia prudente, se detuvo. Ahora sí maulló. Su maullar fue lento y largo, como si fuera un llamado en la distancia. Las gemelas despertaron, abrieron los ojos casi al mismo tiempo. El hombre detrás de la ventana de vidrio sonrió levemente, luego tomó su cuaderno de notas y escribió tan solo tres palabra: "Responden a él ".

De manera inofensiva, al tercer día, el gato regresó a la habitación donde estaban las gemelas y se arrellanó debajo del lugar en donde permanecían dormidas. Así estuvo un rato que pareció mucho tiempo, estático, congelado. Cualquiera que lo hubiese visto en ese estado, habría dicho que era un guardián del sueño, una escultura de dientecillos afilados. De repente, como si hubiese recibido una señal, alguna orden, algún mandato de alguien, el gato comenzó a arañar el suelo. Sus afiladas uñas reproducían el ruido de un cuchillo sobre el metal. En ese instante, las gemelas se despertaron: una comenzó a llorar y la otra, extrañamente, comenzó a reír y a mirarse sus propias manos. El hombre de la ventana, que lo había visto todo, escribió sobre la línea de la libreta una sola palabra: "Perfecto".

Al cuarto día, el gato ya no guardó distancia y luego de acercarse hasta donde estaban las gemelas, saltó y cayó dentro del rectángulo que hacía de cuna de cristal, perfectamente limpio y aséptico. Maulló como si brotara de él alguna extraña música de cuna hecha de ronroneos: "Mamauuu, mamau, mamau". Después puso su cara cerca de la cara de las niñas. El rostro de una de ellas comenzó a ponerse rojo,luego blanco, verde, con un tono casi violáceo; en cambio, la otra abrió los ojos y se podría decir que le sonrió al felino, quien se atrevió a lamerle todo el cuerpo como si se tratase de una de sus crías. Fue entonces que el hombre que veía a través de la ventana, cerró su libreta de notas y sonrió satisfecho.
A la mañana siguiente, a la habitación 13 del hospital, entró aquel hombre que miraba a través de la ventana con el gato en los brazos. Se acercó a la mujer que estaba convaleciente en la cama, ésta al sentir su presencia abrió los ojos y le dijo:
_¿Te enteraste que una de las niñas ha muerto?
_Sí, pero quédate tranquila.
La mujer suspiró de manera desconsolada, luego preguntó nuevamente:
-¿Cómo ha reaccionado Satán? Tengo miedo que no se la lleve bien con la niña, amor: que pueda hacerle daño. Satán es tu gato, pero la niña es mi hija.
_Quédate tranquila, ahora el gato y la niña serán nuestros hijos, dijo el hombre mientras le sobaba el lomo al gato y este mostraba sus dientecillos afilados.

No me espere este final, ya sabia yo que algo tenía que ver el gato en todo esto, pero no espere que una de las niñas muriera.
Muy buena historia.
Muchas gracias por tu apreciación! Saludos
Buen relato un poco terrorífico. Saludos
Gracias por tu comentario. Saludos para ti también
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