Fuente
Su cabello era de un matiz rojizo como los bellos atardeceres de ocaso, su mirada tan profunda como el azul del cielo
¡cafés!
Así eran sus ojos, con un leve aroma a felicidad, tan carismático y risueño, me era imposible no verlo, era como una tormenta en un día soleado, algo inefable, tan indescriptible... así era él, al sonreír al hablar, más allá de las palabras estaba la descripción de sus miradas.
Tras los momentos, el tiempo se hacía lento y todo fluía entorno a una misma sintonía, bajo una misma vibra
¡Todo un encanto!
En este vacío existencial que tiene la vida, es el recuerdo que deseo tener en mis días tristes, suspirar al viento y decir que será de él, por cuales caminos andará y quien lo acompañará...
Quizás no vuelva a verlo, quizás y solo quizás los recuerdos me lleven a aquel instante en que me regaló una hermosa mirada con aquellos bellos ojos cafés que me dejaron hechizada, pero nunca me atreví a decírselo ni demostrárselo...