Monthly Prompts | Pere, the sloth bear (Pere, el oso perezoso) [EN/ES]

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English

Pere, the sloth bear

A long time ago, a sloth bear went to live in the beaver's domain. The friendly rodents welcomed the sloth bear, and for a few days he was treated as a special guest and served delicious food. Pere, as the beavers called him, was a very lazy animal and only wanted to sleep and eat.

One day the leader of the beavers said to his companions, “Friends, we have done enough for Pere, but enough is enough, that bear does not want to do anything but sleep and eat. I propose that we expel it from our domain so that we can prepare for winter.”

All the beavers made noise with their flat tails, supporting the leader's initiative. Pere was called by the beavers. One of them told him, “The fellows have decided to expel you from our territory. I'm sorry.”

“But I can work, just let me show you, I will help you collect food for the winter.” Pere's face became pitiful.

“There is no turning back. The decision has been made by the community. You must leave as soon as possible." The beaver bowed his head and turned away.

Pere went out very sad and very worried about his fate when winter came. The only thing left for him to do was to change his attitude towards life and start taking the situations that came his way more seriously. The first thing he did was to get a dwelling to face the winter, for this he built a large cellar with branches, trunks and foliage. The structure was solid and not even a tornado could knock it down.

The next step was to collect food to store in the large cellar. Every day he passed by with leaves, fruits and flowers, in front of the beavers who looked at him and laughed, but they didn't know what Pere was planning.

After several months of hard work, Pere was about to finish collecting all the food and fill the big cellar, at that moment his beaver friend approached him. “Hello, Pere, how are you?”

“Very well, my beaver friend. I'm getting ready for winter. Look, I'm almost ready to fill my food cellar.” Pere extended his arm toward the structure. “If you like you can come stay with me and we'll be together for the winter and have fun.”

The beaver looked at the structure and as a good builder he sensed that the cellar would not resist the winter storms. “Don't take this the wrong way, Pere, but the structure doesn't look solid.” At that moment, snow began to fall and the icy cold flew through the forest. The beavers called out to their companion and he ran off to his den. In the distance he could be heard saying, “Goodbye, Pere, best of luck in the winter.”

Pere raised his arm in farewell and closed the cellar door, he was a little sad, because he would spend the whole winter alone. Now he had to survive the terrible cold season. The days passed and the storms grew stronger. The constant snowfalls made Pere think about what his beaver friend had told him. The only thing he could do was to have confidence in his construction.

One winter day the worst came, a terrible storm raged in the forest, the blizzard turned into a hellish howl and knocked down everything in its path. Pere's hold moved from side to side and the lazy bear closed his eyes and covered his ears, to calm himself he sang a song.

In a second, a great commotion was heard. The structure collapsed and Pere did nothing but scream. Then on the outskirts he heard the screams of beavers and the cellar door rattled loudly. Pere opened his eyes seeing that the cellar was fine, he ran to open the door and saw his beaver friend begging for help.

“Pere, Pere, help us our burrow collapsed from the fury of the wind and the weight of the snow.”

“Go on, go on. My cellar is big and there is plenty of food for everyone.” Pere smiled with happiness as he saw all the beavers arrive. “I won't spend the winter alone anymore.”

The beavers thanked Pere and apologized for all the bad things they did to him. In spite of everything, the anteater did not hold a grudge and welcomed them warmly. Together they spent the winter until the end and learned a great lesson.

The end

Español

Pere, el oso perezoso

Hacía mucho tiempo llegó a vivir un oso perezoso a los dominios de los castores. Los amistosos roedores le dieron la bienvenida al oso perezoso, durante unos días fue atendido como un invitado especial, le servían deliciosos alimentos. Pere, como lo llamaron los castores era un animal muy perezoso y solo quería dormir y comer.

Un buen día el líder de los castores dijo a sus compañeros, «Amigos, ya fue suficiente todo lo que hemos hecho por Pere, pero ya es suficiente, ese oso no quiere hacer nada más que dormir y comer. Propongo que expulsemos de nuestros dominios para que podamos prepararnos para el invierno».

Todos los castores hacían ruido con sus colas planas, apoyando la iniciativa del líder. Pere fue llamado por los castores y le dieron la noticia. Uno de los castores dijo, «Los compañeros han decidido expulsarte de nuestro territorio. Lo siento».

«Pero puedo trabajar, solo déjenme demostrarles, les ayudare a recolectar el alimento para el invierno». El rostro de Pere se hacía lastimero.

«No hay marcha atrás. La decisión esta tomada por parte de la comunidad. Debes abandonar lo más pronto posible». El castor agachaba la cabeza y se daba media vuelta.

Pere salió muy triste y muy preocupado por la suerte que correría cuando el invierno llegara. Lo único que le quedaba era cambiar su actitud frente a la vida y empezar a tomar más en serio las situaciones que se le presentaran. Lo primero que hizo fue conseguir una morada para hacer frente al invierno, para esto construyó una gran bodega con ramas, troncos y follaje. La estructura era sólida y ni un tornado podría derrumbarla.

El siguiente paso era recolectar los alimentos para almacenarlos en la gran bodega. Todos los días pasaba con hojas, frutos y flores, frente a los castores quienes lo miraban y se le reían, pero no sabían lo que Pere estaba planeando.

Después de varios meses de trabajo intenso, Pere estaba por terminar de recolectar todo el alimento y llenar la gran bodega, en ese momento se acercó su amigo castor. «Hola, Pere. ¿Cómo estás?».

«Muy bien, amigo castor. Me estoy preparando para el invierno. Mira ya casi estoy por llenar mi bodega de alimento». Pere extendía el brazo hacia la estructura. «Si gustas puedes venir a quedarte conmigo y estaremos juntos en el invierno y nos divertiremos».

El castor miraba la estructura y como buen constructor intuyó que la bodega no resistiría, las tormentas invernales. «No lo tomes a mal, Pere, pero la estructura no se ve sólida». En ese momento, empezó a caer nieve y el gélido frío volaba por todo el bosque. Los castores llamaban a su compañero y este salió corriendo hacia su guarida. A lo lejos se le escuchaba decir, «Adiós, Pere, mucha suerte en el invierno».

Pere levantó el brazo en señal de despedida y cerró la puerta de la bodega, se quedó un poco triste, porque pasaría todo el invierno solo. Ahora tenía que sobrevivir la terrible estación fría. Pasaban los días y las tormentas se hacían más fuertes. Las constantes nevadas hacían pensar a Pere sobre lo que le dijo su amigo castor. Lo único que pudo hacer es tener confianza en su construcción.

Un día de invierno llegó lo peor, una terrible tormenta se desató en el bosque, la ventisca se convirtió en un aullido infernal y derribaba todo a su paso. La bodega de Pere se movía de un lado a otro y el oso perezoso cerró los ojos y se tapó los oídos, para tranquilizarse cantó una canción.

En un segundo, se escuchó un gran alboroto. La estructura se vino abajo y Pere no hizo más que gritar. Luego en las afueras escuchaba los gritos de los castores y la puerta de la bodega sonaba estrepitosamente. Pere abrió los ojos viendo que la bodega estaba bien, corrió a abrir la puerta y vio a su amigo castor suplicando por ayuda.

«Pere, Pere, ayúdanos nuestra madriguera colapso por la furia del viento y el peso de la nieve».

«Sigan, Sigan. Mi bodega es grande y hay mucho alimento para todos». Pere sonreía de felicidad al ver llegar a todos los castores. «Ya no pasaré el invierno solo».

Los castores agradecían a Pere y se disculpaban por todo lo malo que le hicieron. A pesar de todo, el oso hormiguero no guardó rencor y los recibió con cariño. Juntos pasaron el invierno hasta el final y aprendieron una gran lección.