Hola, Hive. Espero que estén todos muy bien. Yo por acá, retomando el relato de la doma de Otoño después de un tiempo. ¡Espero que me hayan extrañado!

Como les he venido contando, mi vínculo con Otoño está condicionado por muchos factores. Por eso no siempre podemos mantener una continuidad, algo que es muy importante en los procesos de doma y adiestramiento. Aun así, seguimos avanzando y, como les mencioné en el último post sobre el proceso de enfrenado, se puede decir que estamos entrando en la última etapa de la doma básica. Generalmente, a este punto se llega —dependiendo del caballo y del domador— alrededor del año y medio de trabajo continuo.
Para seguir con el relato, les cuento que hemos continuado trabajando en la enseñanza de los giros y en lograr una correcta postura de la cabeza. También hemos avanzado con el ejercicio del retroceso.
Aún no conseguimos la embocadura adecuada, así que decidimos cambiar el freno por uno con menos puente. El problema que teníamos era una doble presión en la boca: una sobre el paladar por el puente, y otra sobre la lengua porque el freno tenía palancas muy largas. Lo primero se logró mejorar. Además, seguimos colocando las riendas a la altura de las rodillas durante el manejo. Algo muy importante es que, cuando giramos, acompañamos la orden con las riendas utilizando también el talón del lado hacia el que giramos. De esta manera se logró una mayor comprensión. Esto permite ejercer menos presión sobre la boca y refuerza la sensibilidad del manejo con las piernas.
En cuanto al retroceso, hemos conseguido hacerlo correctamente desde el suelo, sin montarlo. Cuando lo montamos, todavía cuesta un poco que comprenda las órdenes. Lo que hemos hecho es pedir poco, conformarnos con menos y agradecer mucho. Por eso, cuando logramos el mínimo avance, no lo sobrecargamos con otras ejercitaciones. Para enseñar el retroceso, tiramos de las riendas de forma cíclica —izquierda, derecha—, acompañando con el talón del lado correspondiente, ejerciendo solo una leve presión.

Otro gran avance es que, cuando lo vamos a buscar al campo, logramos agarrarlo fácilmente. En cuanto a su lomo, lo tenemos bien ganado: se deja montar sin problemas, se queda quieto y sobre él no tenemos ningún inconveniente.
Bueno, Hive, perdón por tenerlos abandonados. Como dice mi amigo @meno, “así es la nota”, jaja.
Un abrazo, David